Puente de Vauxhall, de Javier Sebastián
Javier Sebastián (Zaragoza, 1962) ha destacado y ha sido aplaudido, en España y en toda Europa, por su arte para imbricar ficción y realidad, especialidad que muchos autores cultivan pero en el que no demasiados logran obras que encandilen al lector. Quizás sea porque es extremadamente difícil conseguir esa alquimia perfecta en la que el lector, que cree ser muy capaz de separar hechos reales e imaginación, queda confuso, perplejo y admirado ante lo que lee, notándose de repente engañado por el autor, no estando ya seguro de lo que sabe o cree saber… y, las más de las veces, si el autor lo hace bien, dejándose llevar con agrado por ese camino, por el juego que le propone el autor: las cosas tal vez fueron de esta manera, pero ¿no es cierto que pudieron haber sido también de esta otra? ¿Y si en realidad lo fueron, lector?
Sebastián es, por decirlo rápidamente, de los buenos en este subgénero, y lo demuestra una vez más con Puente de Vauxhall, en el que toma como punto de partida un personaje célebre –Diana de Gales– y un hecho que aun hoy causa interés y especulación –su muerte– para invitarnos a ese terreno equívoco, a ese juego de realidad y ficción en el que ambos planos se funden y confunden a la perfección. Sin embargo, hay que advertir de que Puente de Vauxhall no es una novela que trate de esclarecer las circunstancias de esa muerte, ni siquiera de arrojar una hipótesis o una cábala sobre ellas. Tampoco es –y esto quizá disuada a más de uno de su lectura– una biopic sobre Diana de Gales, ni una novela sobre su familia, ni sobre la monarquía británica, aunque algo de todo eso hay –¿contrastado?, ¿imaginado por el autor?, quién lo sabe… Puente de Vauxhall es una novela en la que el autor utiliza unos hechos, reales o imaginarios, para reflexionar sobre temas eternos y más profundos que esos hechos, temas que nos incumben a todos, que pueden formar parte de la vida de cualquiera, no sólo de los miembros de la realeza de un país: la identidad, la propia y la de los otros, y qué sucede con nosotros cuando la solidez de esa identidad queda en entredicho; el recuerdo y hasta qué punto podemos confiar en él; la confianza en los demás, la duda, la traición y la soledad a la que ésta nos condena.
Para ello, Sebastián nos sumerge en una trama de espionaje que comienza aun en vida de la princesa Diana y continúa tras su muerte. Sus protagonistas son dos personajes insólitos en la novela de espías al uso: una monja, sor Loretta María Semposki, y una muchacha adolescente, Fabiola, a la sazón amigas y aliadas de la princesa de Gales. La historia se desarrolla en dos momentos cronológicos, pues la narración empieza con una tercera mujer, reclutada por los servicios de inteligencia para entrevistar a la monja y, valiéndose de la prodigiosa memoria de ésta, reconstruir unos hechos que la religiosa ya contó en su día pero cuya transcripción ha sido robada por ciertos agentes del mismo servicio de inteligencia.
Quizá a primera vista parezca una trama compleja, y lo cierto es que su desarrollo lo es en mayor grado de lo que la sinopsis pueda dar a entender. Quien espere una novela al estilo de John le Carré, por ejemplo, se llevará una sorpresa, cuando menos. Puente de Vauxhall no es una novela de espías al uso; se desarrolla en pocos espacios, y con pocos personajes; la narración no sigue las normas convencionales (por ejemplo, los diálogos se integran en la narración, sin utilizar guiones ni siquiera tampoco, muchas veces, separación de párrafos, y no siempre se especifíca quién está hablando; se pasa de una escena a otra sin indicarlo expresamente; con ello, la narración fluye con más naturalidad, de una forma que recuerda de lejos al flujo de consciencia, pero la acción se desarrolla más lentamente); y tiene mucho de introspección, de detalles que aparentemente no hacen al caso pero que en realidad tienen un significado, de escenas que pueden parecer gratuitas pero no lo son; de monólogo interior de los protagonistas. No es, en suma, una novela escrita al modo de un superventas ni de un libro que pretenda serlo, sino escrita al estilo del autor.
Puente de Vauxhall es una novela que recomiendo a todos aquellos lectores que busquen voces originales y con personalidad propia en la narrativa española, y a autores, como lo es Javier Sebastián, fieles a su estilo y con reflexiones pertinentes sobre temas muy humanos que, por tanto, a todos pueden interesar.