Hay pocas épocas que me apasionen tanto como los míticos años 60. Prácticamente cualquier libro ambientado en esa década despierta mi interés y va directo a mi estantería. También me encantan las novelas de crecimiento y formación en las que el joven protagonista abre los ojos y madura pasando de la pubertad o adolescencia a la edad adulta. Si a esta ecuación, además, le añadimos un road-trip, es imposible que el libro no me guste, a no ser que esté mal desarrollado o escrito, y este no es el caso de Pyjama Party, de Alfonso S. Palomares. Tiene todos estos ingredientes y a lo largo de las páginas va creciendo como su protagonista.
Como decía me fascinan los años 60. Es una década que ha pasado a la historia por ser la época de las ideologías y de la apertura de mente de una sociedad que por fin parecía salir de verdad de la guerra y de los años de posguerra. Es la década de los jóvenes; una década en la que éstos se interesan por la política. Es la época de las revoluciones y manifestaciones, tanto echándose en masa a las calles para protestar por las decisiones de sus gobiernos con las que no estaban de acuerdo, como mediante la ropa, la música, el cine, el arte o la literatura. Es una época apasionante en muchos países… entre los que no se cuenta España. Mientras que en otros lugares de Europa se estaba generando este cambio de mentalidad y de forma de vida, España vivía sumida en plena dictadura franquista anclada en una mentalidad anticuada y un estilo de vida represivo que mantenía a los jóvenes cohibidos y con los ojos cerrados a lo que pasaba fuera de nuestras fronteras.
Los jóvenes estábamos viviendo una época excepcional en la historia de Europa. La mejor del siglo XX y también del XIX para ser felices. Y posiblemente la mejor de la historia de la humanidad. Afirmaba que amanecía un tiempo propicio para el desarrollo en todos los órdenes. Teníamos un horizonte de paz por delante y se alejaban los trágicos recuerdos de la guerra, aunque se contaran en libros o se llevaran al cine, para nosotros eran historias pasadas que sólo había que recordar para no repetirlas. Todos los indicadores señalan que durante esta década cambiará el mundo y apuntaba que los nuevos ritmos como el rock and roll contribuirían al salto hacia delante.
En Pyjama Party, nuestro protagonista, Julio, es un joven madrileño que estudia periodismo y que al llegar el verano decide irse al extranjero y salir de la burbuja en la que vive en España. Con una mochila como único equipaje se planta en las carreteras europeas a hacer autostop para llegar a París donde le espera un vuelvo a Londres para trabajar en un campamento limpiando bulbos de tulipanes. La novela va avanzando entre las experiencias de Julio, la gente y lugares que va conociendo y las reflexiones que todo esto le provoca.
El punto fuerte del libro es el choque cultural, las diferencias que hay entre España y el resto de Europa, representada por esas dos ciudades punteras y cosmopolitas. Mientras en España sólo se hablaba con libertad de fútbol y del Real Madrid o de toreros como Dominguín; en Europa se hablaba de la Revolución Cubana, de la Guerra de Independencia de Argelia o de Hitler y el Holocausto judío. Mientras que en España se produjo una fuga de cerebros en todas las disciplinas y genios como Severo Ochoa, Manuel Azaña, Alberti, Salinas, Buñuel, Picasso… se veían en la obligación de exiliarse a otros lugares; los otros países los acogían con placer. Mientras que en España los libros de grandes autores españoles como Lorca, Machado y Miguel Hernández eran censurados; en los otros países se debatía la obra de Sartre, Sagan, D.H. Lawrence o Camus. Mientras que en España las mujeres tenían que ser y vestir de forma recatada; en Europa llevaban pantalón, se cortaban el pelo a lo garçon como Jean Seberg y dormían con baby doll… En definitiva, España iba a un ritmo muy distinto al que iba el resto del continente y, por los ojos de nuestro protagonista, somos capaces de ver cómo los españoles tenían una imagen totalmente distorsionada tanto de lo que había fuera como de lo que tenían en casa.
Para mí la percepción del mundo empezaba a ser como la de Galileo, lo noté desde que crucé la frontera y pude leer los periódicos franceses, el Sol ya no se movía alrededor de la Tierra sino al revés. No eramos el ombligo del mundo, ni la envidia del universo por tener a Franco de caudillo por la gracia de Dios, como nos aseguraban con monótona frecuencia, sucedía exactamente lo contrario.
El libro está escrito en primera persona y toda la narración es como si fuera un diario o un libro de viaje de Julio y, por tanto, está llena de reflexiones sobre lo que le acontece y, en especial, de algo que le obsesiona: las mujeres y el sexo. Algo lógico para un veinteañero que crece en la España de Franco y que en cuanto pone un pie en el extranjero se encuentra con unas mujeres y un erotismo y sexualidad que nada tienen que ver con la mojigatería de una España profundamente católica.
Yo tonteaba con diferentes chicas que iban marcando los limites de mis exploraciones en sus anatomías corporales. En el baile sus comportamientos cambiaban, se acercaban bastante en los boleros como “Solamente una vez amé en la vida”, pero sobre todo se derretían con el “Bésame mucho” como si fuera esta noche la última vez; era el preferido de todas. Después no besaban un carajo. Preferían pensarlo y soñarlo a hacerlo. En eso consistía su romanticismo.
Estas partes más banales y amenas se entremezclan con partes más serias y, no obstante, los extractos más interesantes del libro se corresponden con las páginas en las que los personajes que Julio va conociendo a lo largo de su aventura le cuentan sus visiones sobre distintos temas como el judaísmo y el holocausto, la guerra franco-argelina o las reflexiones sobre distintos libros o películas como: El Extranjero, de Camus; El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence; La Dolce Vita, de Fellini; e incluso, los artículos que el protagonista lee en periódicos extranjeros como The Observer sobre distintos temas. En este sentido, destaca especialmente la obra de Camus que será una referencia constante durante todo el libro ya que Julio se lleva El Extranjero como libro de cabecera en su aventura y trata de debatirlo con todo aquel que le quiera escuchar. No sé si en vosotros tiene el mismo efecto, pero yo cada vez que leo un libro que me gusta y está lleno de referencias sobre otros libros, me los apunto para poder leerlos después. Hasta ahora nunca me había leído nada de Camus, pero gracias a Pyjama Party, en breve me animaré.
Alfonso S. Palomares ha puesto a nuestra disposición el libro perfecto para el verano. Un libro que conjuga risa y drama y temas más serios como guerra o política, con temas más gratos como el sexo y el amor. Un libro que cogiendo un poco de aquí y de allá, combina y fusiona a la perfección algo de novela de formación, de novela de viajes y de novela histórica. Un tres por uno magnífico que no te dejará despegar los ojos del libro ni un segundo hasta llegar a su inmejorable final. Un final que, si os he convencido, tendréis que descubrir por vosotros mismos.