Antes de nada, me gustaría decir algo que hasta leer esta novela no sabía y que quizás tampoco sepa quien esté leyendo esta reseña y así igual podamos congeniar ya de primeras y así restemos presión de algo que no debería tenerla y que es la ignorancia de muchas (muchísimas) cosas: no sabía que Nessun Dorma significa «Que nadie duerma». Ahora sí. Y quién sabe hasta cuándo lo sabré. Este, Que nadie duerma, es el título de la última novela de Juan José Millás que, por supuesto, tiene mucho que ver con la canción, si no, no creo que la mencionase. O sí. ¿Quién sabe?
Que nadie duerma es Millás en estado puro. Dice la faja del libro que estamos ante «El mejor Millás», pero yo creo sinceramente que el mejor Millás llegó hace tiempo a la cima y que, por el momento, no ha decidido emprender el descenso de ella. Sigue ahí arriba contemplando el mundo con su mirada periférica decidido a contarnos cosas de una manera aparentemente llana pero con mucho fondo y, sobre todo, con unos giros capaces de despeinar al lector más frío. Como siempre, el tema que trata es sencillo: en este caso nos presenta a Lucía, programadora informática que se queda sin trabajo y decide hacerse taxista. Tiene la edad en que falleció su madre y algo en su interior que desde entonces pugna con su cuerpo por salir. Pero si quien lea esto ya es conocedor del universo Millás, sabrá que en sus novelas lo importante no es tanto la trama principal sino el cariz que esta toma. Los personajes de Millás siempre esconden algo que todos como humanos tenemos dentro. Un virus inoculado al nacer, un tabú escondido, una filia nunca confesada.
Lucía emprenderá su aventura como taxista enamorada de su misterioso vecino, alguien a quien solo ha visto una vez gracias al Nessun Dorma, que ha abandonado su vivienda dejando a Lucía extasiada y que habitará su conciencia a lo largo de toda la novela. En busca de ese misterioso vecino por unas calles de Madrid que ella convierte en las de Pekín, todas sus carreras serán meros trámites, con sus respectivas aventuras y rocambolescas hazañas que harán disfrutar de lo lindo a los lectores, con los que llegar a la carrera final y decisiva: la que le haga llevar a Braulio Botas, el gran actor, su antiguo vecino.
A medida que avanzan las páginas, los trayectos en taxi, los encuentros curiosos y furtivos entre taxista y cliente, Lucía irá notando que algo crece en su interior. ¿Recuerdas aquello que yo comentaba al principio, ese «algo en su interior» que pugnaba con su cuerpo por salir? Pues eso. La metamorfosis, a lo Kafka o a lo Droguett en Patas de perro, sucederá, y Lucía acabará cerrando el círculo convertida en lo que ella misma sabía que era desde el principio. ¿Que a qué me estoy refiriendo? Tendrás que leer la novela para saberlo.
Humor, intriga, pasión, sexo descarnado, sangre, sudor y lágrimas; lo que digo: Millás en estado puro. Lo siento por Alfaguara, que a todo esto ha hecho una cubierta preciosa y ha escogido un título más que correcto, pero yo no soy capaz de decir que este es «El mejor Millás», aunque pudiera serlo. Aunque lo sea.
¿Te quieres creer que no he leido nada de Millás? Quizás este sea el momento
Nunca es tarde. Millas tiene atraccion, sentimiento y es buen conocedor la psyche. He leido otros de sus libros y recomiendo EL MUNDO.