Dice el refrán que la curiosidad mató al gato. Tal vez la causa de la muerte del pobre felino fue una simple caja de cartón. Una que, para sorpresa de éste, halló cuando menos esperaba. Y ya se sabe, las cajas son el huevo Kinder de los gatos: desean llegar hasta su interior a toda costa, para luego, una vez dentro, descubrir que tampoco era para tanto; y así una y otra vez. Conjeturemos dejando de lado la lógica; abracemos la hilaridad de lo absurdo. Pongamos que ese gato, antes de actuar, se hiciera la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si me meto dentro de esa maravillosa estructura que tiene pinta de ser muy confortable por dentro? Sí, quizá esa fue la pregunta. Parecida debió ser la que se plantearon esos tres homínidos en Sudáfrica hace 700.000 años al descubrir un incendio en el bosque provocado por un rayo: ¿Qué pasaría si utilizáramos esa luz que está devorando los árboles para cocinar lo que cazamos? Pues que absorberíamos mejor las propiedades de la carne, contestaría el segundo. Yo tenía en mente dejar de beberme el café frío por las mañanas, añadiría un tercero. Bien visto. ¿Qué pasaría si te cuelgo bocabajo de la Gran Muralla? Es con seguridad la pregunta que motivó a algún ingeniero chino de la antigüedad para inventar el papel higiénico y salvaguardar su propia vida del carácter avinagrado de su emperador. Tras limpiarse el culo con aquel sedoso papel, que además dejaba perfumado su real trasero, tal vez acabara con su irritación; y con su mal humor también. Lo que es un hecho es que el afán de saber, siempre ha empezado con una pregunta. Y en algunos casos ha terminado con la materialización de inventos o descubrimientos que han cambiado el curso de la historia. El libro que hoy nos ocupa no cambiará la historia (creo) ni hará que aparezcan nuevos inventos revolucionarios (quién sabe). El libro del que hablaré hoy simplemente responde a las más enfermizas inquietudes de algunas personas con demasiado tiempo libre. Y todas esas desconcertantes inquietudes empiezan con la misma pregunta, que a su vez da nombre al libro: ¿Qué pasaría si…?
¿Qué pasaría si…? de Randall Munroe es un libro de divulgación científica. Cuando se piensa en libros de este género más de uno se siente como aquel gato escaldado que del agua fría huía (estoy bastante fino hoy con los refranes con gatos de protagonista). Malas experiencias con libros muy enrevesados y jerga compleja pueden conseguir que te pierdas esos en los que el autor se ha dejado la piel para captar la atención del lector y hacer de su viaje por la ciencia un paseo ameno. Qué digo ameno, ¡divertido! Una breve historia de casi todo o La cuchara menguante son dos grandes ejemplos. Pero lo que diferencia ¿Qué pasaría sí…? de cualquier otro libro de divulgación científica es su tono humorístico, que la mayoría de veces ya viene dado por la pregunta inicial.
¿Qué pasaría si golpeases una pelota de béisbol lanzada al 90 por 100 de la velocidad de la luz? ¿Cuánta energía puede generar Yoda con la fuerza? ¿A qué velocidad puedes pasar conduciendo sobre un badén y sobrevivir? Esto quizá sea un poco escabroso, pero… si el ADN de alguien despareciera de repente, ¿cuánto duraría esa persona? Estas son solo cuatro preguntas, de las más de cincuenta que recoge el libro. Preguntas que en algunos casos ya fueron realizadas en la web del autor. Y es que este libro es el resultado del éxito cosechado por la web xkcd, en la que Randall Munroe, que fue físico de la NASA, se entretiene en contestar la mayoría de paranoias absurdas que le envían sus seguidores. A pesar de ser un libro con toques de humor, el autor se lo toma con bastante seriedad a la hora de elaborar una respuesta. Así pues, y tras hacer caso omiso a algunas leyes de la naturaleza que son inviolables, planteándonos escenarios imposibles que casan más con la ciencia ficción que con la realidad, el autor intentará sacar algo en claro haciendo uso de sus conocimientos científicos. En algunos casos incluso se servirá de la ayuda prestada por otros expertos como genetistas, especialistas en virus o radiación, o incluso profesionales del mundo armamentístico.
Albert Einstein dijo una vez que “no entiendes realmente algo hasta que eres capaz de explicárselo a tu abuela”. En ¿Qué pasaría si…? el lector es la abuela. Randall Munroe se vale de un lenguaje sencillo, obviando en muchos casos jerga científica y buscando símiles más comprensibles para hacer llegar el mensaje al público más neófito. Es casi como si un amigo graciosete te explicará una anécdota mientras bebéis cervezas hasta coger una buena cogorza. Si bien es cierto que hay fórmulas matemáticas, ecuaciones y algunas aclaraciones a pie de página que le dan ese punto atractivo para aquellos que, sin ser eminentes figuras de la ciencia, ya se mueven como pez en el agua por estos lares. Pero Randall Munroe no cree que sea suficiente que la respuesta aparezca en lenguaje escrito, así que añade monigotes a diestro y siniestro. En el mejor de los casos éstos sirven de apoyo o ejemplo de sus hipótesis; en otros dan un toque de humor que te harán sonreír. Para mi gusto, con la mitad de los chistes gráficos (pues en algunos casos lastran el ritmo) el libro sería aún mucho más fluido de lo que es.
En resumen, ¿Qué pasaría si…? es un libro de divulgación científica único en su especie. Mezcla con acierto humor y ciencia, desarrollando hipótesis rocambolescas mediante razonamientos coherentes; todo fruto de lo absurdo y la curiosidad. Esa misma curiosidad que mató al gato. Aunque nuestro gato del principio, tras meterse dentro de la caja, descubrió que formaba parte de un complejo experimento: El gato de Schrödinger. Conque, por esta vez, la muerte del gato tenía más que ver con nuestra curiosidad que con la suya.