Siempre me ha gustado la literatura argentina. No es que sea yo ninguna experta, tampoco os voy a mentir, pero sí sé que hay algo ahí, en la forma de escribir de los argentinos que me atrae mucho. Ya sé que soltar esta generalización es una perogrullada y que en Argentina también debe haber Paulos Coelhos insufribles. No sé, digamos entonces que siempre he tenido mucha suerte con los escritores argentinos que he leído, quizá sea más fácil así.
Intuiréis entonces que, unos de los motivos principales que tuve para leer Rabia fue el origen de Sergio Bizzio. Tan banal yo. No conocía al autor y en la contraportada te venden tan bien el libro que no he podido resistirme: “Rabia es de una originalidad poco frecuente, una de las mejores y más verdaderas novelas de la última década” o “Bizzio termina acercándose a Kafka, Defoe y Ballard”. Luego os diré si estoy de acuerdo con estas afirmaciones, dejadme ahora hablaros del autor.
Sergio Bizzio es novelista dramaturgo, poeta, guionista y director de cine. Indagando un poco más sobre él, me he dado cuenta de que no he visto ninguna de las películas en las que trabaja como director o guionista. Afortunadamente eso tiene fácil remedio. También me dio mucha curiosidad, una vez terminada esta novela, leer su poesía. No es que haya podido encontrar mucho por Internet, así que creo que acabaré por pedirme uno de sus libros de poemas. Además de once novelas hasta la fecha, también tiene publicados varios libros de relatos. ¿Y por qué con este currículo nunca había oído yo hablar de él? En fin, nunca es tarde para conocer a un nuevo escritor y además, me gustan aquellos que entran en tu vida justo cuando tienen que entrar, como ha hecho Bizzio en la mía.
Rabia me ha durado un día y medio, seré sincera. Además, cuando me llegó tenía entre manos un par de libros y los he aparcado mientras me ha durado la lectura. Me he entregado a él con la dedicación de quien sabía que el libro le iba a atrapar. Y no me he equivocado. Hacía tiempo que no me pasaba con un libro, la verdad. Esa sensación de dejar de lado lo que estás haciendo y lo que tienes que hacer porque necesitas volver a la historia.
José María es un obrero de la construcción que conoce a Rosa, una joven mucama (personal de servicio doméstico) que trabaja en la mansión de los Blinder, en Buenos Aires. Desde el primer momento ambos se sienten atraídos y comienzan una historia de amor. Bizzio retrata con gran lucidez la diferencia de clases entre los enamorados y las personas a las que deben servir. Pero el idilio no dura demasiado tiempo, puesto que José María es acusado de un asesinato y comienzan a buscarlo. Sin ningún sitio a donde ir, María (como le llaman sus amigos) decide instalarse en la buhardilla de la mansión en la que trabaja su novia sin que nadie, ni siquiera ella, lo sepa. A partir de aquí, el ritmo de la novela va in crescendo, a un ritmo casi vertiginoso en el que acompañamos a María en su encierro. La forma de ingeniárselas para comer, las excursiones por la casa cuando todo el mundo duerme, las escuchas de las conversaciones y de lo que va sucediendo con los habitantes de la casa son el día a día de nuestro protagonista fantasma. Hasta se las ingeniará para poder hablar con su amor, Rosa.
La línea que separa a María de un psicópata es bastante estrecha, pero eso lo iremos descubriendo a medida que transcurre el tiempo de su encierro. Los motivos de su rabia, los que le han llevado al encierro y a seguir siendo quién es, a pesar de los cambios. A ratos angustiosa, esta novela, como os decía antes, es puro enganche. No sé si tan brillante como se anuncia en la contraportada (para mí el final no es redondo del todo), pero sí que es una novela absorbente, narrada a un ritmo trepidante y que merece mucho la pena leer y dejar que te atrape. Sin duda, Rabia ha sido uno de los descubrimientos de los últimos meses.