Antes de nada debo aclarar que no había leído nada de Red Sonja hasta ahora. Conocía el personaje de vista y sabía que aparecía como “secundaria o compañera o amante”, o algo así, en algunas de las historias de Conan (que es otro mocete del que tampoco he leído nada, aunque sé que es natural de Cimmeria, que vivió durante la Era Hiboria, que llegó a ser rey y de pequeño vi las dos pelis de Schwarzenegger). Además, esperaba con ganas la, por desgracia aún inexistente, película de Robert Rodríguez que iba a protagonizar Rose McGowan, y me encantan casi todas las portadas de sus cómics que llegan a mí de una u otra forma.
Por eso, porque quería tener la oportunidad de saldar una deuda he podido liquidarla bien liquidada aprovechando el anuncio de Planeta Cómic de la edición directa, en nuestro país antes que en cualquier otro, de una historia de creación propia de la mano de aquellos que, ya hace más de 40 años, crearon la imagen icónica del personaje: Roy Thomas y el español Esteban Maroto, el cual, por cierto, fue quien diseñó su “armadura” de escamas metálicas quedando este ya como su aspecto definitivo.
¿Qué vamos a encontrar en este lujoso cómic de gran formato y papel del bueno? Lo que se espera de un cómic del género que promete ya desde su portada, como no podía ser de otra forma: espada y brujería. Mucha espada y un poquito de brujería. Una historia en dos tiempos que nos cuenta el origen de la diablesa de la espada y su venganza.
Comenzamos en el presente, en el castillo del rey Thallos, que ha masacrado pueblos enteros y se ha hecho con una gran fortuna pero, el rey está triste, ¿qué tendrá el rey? Pues la crisis de los cincuenta va a ser. O de los sesenta. Thallos se da cuenta de que por más riquezas que tenga, llegará un momento en el que no le servirán de nada porque estará muerto, así que lo que ambiciona ahora es saber dónde están las aguas que alimentan la vida. Será entonces cuando un misterioso bardo (no, no es Sonja disfrazada), cante una balada sobre nuestra protagonista, en la que se nos va a contar la violación múltiple a la que fue sometida y cómo después se bañó en esas aguas guiada por la diosa Morrigan, la cual también le dio armas y ansias de venganza.
Lo que sigue tras este flashback no lo voy a reventar, aunque tampoco es muy difícil de imaginar, la verdad.
En cuanto al dibujo, lo primero que hay que decir es que La balada de la diosa roja es tricolor: blanco, negro y rojo. Santi Casas es todo un descubrimiento personal. Me ha gustado mucho su estilo detallado y de una Sonja más madura, robusta y con cicatrices, “más bárbara, salvaje e indomable” como afirma el propio Casas, así como el resto de figurantes. Dibujo ágil, apropiado y muy buena composición de la página. Sé que para muchos será un sacrilegio, pero me ha gustado más su dibujo que el de Maroto, (ojo, muy disfrutable también), el cual se ocupa de contarnos el origen de la guerrera en bikini.
Sea como sea, el hecho de que sean dos dibujantes distintos los que cuenten etapas temporales diferentes del personaje hace que la historia resultante se complemente a la perfección y que se aprecie la evolución, el antes y el después de Sonja.
La balada de la diosa roja es una historia tan bien ambientada que casi pareces oír de fondo la vihuela de ese curioso “trobador” (¡ay, esa “b” traicionera!), con un personaje femenino fuerte, muy sexualizado, independiente, con valores de justicia e igualdad, dentro de una aventura épica y dramática que, si bien puede no ser muy original, atrapa igualmente y sirve de enganche para quienes quieran iniciarse en Red Sonja. (A mí, desde luego, ya me ha enganchado).
Por último, comentar que tras la historia podemos gozar de una extensa galería de bocetos con comentarios de los dos dibujantes.
Lo dicho, un gran cómic ideal para crear afición al género, al personaje y, en general, al mundo del cómic.