Una de las muchas cosas que me han gustado de este magnífico libro la empecé a disfrutar antes de abrirlo, y no me refiero a la cubierta (aunque podría) sino a ese subtítulo que reza “antología rural”. Verán, uno, que se siente muy comprometido con la España rural, tiene sus manías y una de ellas tiene que ver con un término, la España vacía, que comenzó pareciéndome sumamente brillante, cuando Sergio del Molino publicó su interesantísima obra con ese título, y que a fuerza de oírlo repetido machaconamente, incluso mutado el “vacía” en “vaciada” y a menudo en bocas que de tan acostumbradas a empobrecer los argumentos terminan por destruir las palabras convirtiéndolas en cáscaras, estas sí, vacías de toda reflexión que tirarse unos a otros con el mayor aparato sonoro posible. De modo que, encontrarme con un libro que, pudiendo, no se subtitula “antología de la España vacía” sino “antología rural”, me produce un gran bienestar emocional, me siento agradecido de tenerlo en mis manos. Una vez leídos los relatos de Elena Nieto Esteban, se confirman todos los buenos presagios porque no sólo son cuentos de una gran calidad y mayor sensibilidad, sino que nos recuerdan que esa llamada España vacía está en realidad llena de vida. Llena de poca gente, es verdad, pero llena al fin y al cabo porque los habitantes de estas zonas rurales tienen muchos problemas derivados de la baja densidad de población, de la escasez de recursos y de servicios, ¡cómo no!, pero también tienen muchos otros propios de su condición humana, lo mismos que los nuestros porque se enamoran, se pelean, envejecen, son felices, se deprimen, en fin, como cualquier otro y son esos aspectos que nos conectan los que nos hacen empatizar con ellos hasta el punto de creerlos no sólo reales, sino conocidos.
Si acaso destaca una diferencia, que se refleja muy bien en Rel(atados), es que esas relaciones se viven con mayor intensidad porque la red de relaciones si bien es necesariamente más pequeña, tiene un tramado más prieto, más intenso. El pueblo en el que están ambientados estos relatos cuenta con siete habitantes, menos que vecinos hay en la planta del edificio en el que vivo yo en Madrid, pero sus relaciones son mucho más cercanas, para bien y para mal, y lo mismo ocurre con la vida en comunidad. A mí me costaría recordar de corrido los nombres de pila de mis vecinos, o datos elementales como cuántos hijos tienen, por ejemplo, mientras que en ese pueblo, se quieran o se detesten, todos tienen un conocimiento muy alto de las vidas de los demás, vidas de las que por otro lado forman parte.
Otra gran virtud de Rel(atados) es su honestidad, uno lee historias de un pueblo desde un pueblo, no cae Elena Nieto Esteban en esa trampa narrativa tan habitual de dirigir a la zonas rurales una mirada urbana arrogante y condescendiente que lo único que logra es tapar su propia voz. Desconozco cual es la naturaleza de la relación de la autora con el mundo rural que describe, pero tanto me da que viva en una pedanía de 3 habitantes como en un ático en Manhattan, mientras ha escrito estos cuentos ha sido uno más de esos personajes tan bien construidos y ha sabido transmitir su verdad. Que eso sea así por razones de herencia, de empadronamiento o de empatía y talento literario es indiferente, lo que importa es que el resultado es brillante, verosímil y respetuoso con la realidad que retrata.
Y brillante es también la estructura de la obra, no es simplemente una colección de relatos sino que ocurre en el libro lo mismo que les decía en los pueblos, que las vidas se entrecruzan, los acontecimientos se comparten de forma que la vida del conjunto de los habitantes es bastante más que la suma de sus vidas individuales. Cada cuento es un mes, cada uno de ellos tiene un refrán, algo que también dibuja un escenario antes incluso de entrar en él, y narran las vidas de los siete habitantes de un pueblo con una sensibilidad extraordinaria. Tanto es así que el lector de Rel(atados) se traslada a esa realidad y no sólo la vive, sino que la comprende.
Y si todo lo bueno que diga de los cuentos es poco, me gustaría destacar la construcción de los personajes porque no es fácil que sean a la vez tan de verdad y sin embargo no resulten tópicos. No recurre la autora a lugares comunes para adentrarnos en una realidad determinada, sino que simplemente nos hace vivirla.
No se me ocurre una manera mejor de resumir las virtudes de este libro que decir que sospecho que ese mismo agradecimiento que yo he dicho haber sentido al leerlo sin duda lo sentirán también las personas en cuya vida real se sientan identificados con estos personajes, porque no habla por ellos sino que les da voz y eso es algo muy grande en unos tiempos tan proclives a la simplificación y la superficialidad.
Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es
Muy emocionada, gracias por esta reseña tan hermosa, la primera y por ello más especial todavía. El próximo jueves 20 de febrero haré una presentación en la librería La Sombra, calle San Pedro 20, a las 19h. Me encantaría verte por allí y a todo aquel que se anime. Gracias de nuevo por tu sensibilidad y bellas palabras.