Revancha

Reseña del libro “Revancha”, de Kiko Amat

Revancha

Está bien, Revancha, lo nuevo de Kiko Amat, mola mucho porque es un libro frenético y barriobajero y violento que no veas. Porque se trata de unos cabrones skinheads capitaneados por dos homosexuales (El Cid, que es el kapo, y Amador, su subalterno) que van marcando territorio por las calles de Barcelona y reparten porrazos y machetazos sin justificación, cortan dedos, trafican con drogas, rajan bocas, ajustan cuentas y, por supuesto, animan con devoción de talibán a su equipo en el Gol Sur del Camp Nou, junto al resto de los Lokos (facción radical del Fútbol Club Barcelona), al ritmo del ¡Seig Heil! y de otras mamarrachadas ultras. Y, sí, ha oído usted bien: he dicho homosexuales. ¿A que mola?

Pues mola todavía más porque, además de esto, en la otra esquina del ring de los violentos, está César Beltrán, “El Jabalí”, una mole de tío que iba para promesa del rugby regional pero que ahora se dedica a ajusticiar a sinvergüenzas varios, a tipos con pasados oscuros, pederastas y gente así. Aquella joven promesa de ayer es hoy el esbirro de un tal Fundador, viste guantes negros de cuero y una mirada de puro hielo y terrible furia. Un día, Amador y César quedaron marcados para siempre, condenados a la derrota permanente. Y también un día, van a tener que encontrarse y poner sobre la mesa sus propias y particulares revanchas.

Todo esto, como le digo, está muy bien y estamos sin ninguna duda ante una de las novelas más excitantes de todas las que se han publicado en este año I (Después de Virus) en el idioma patrio. Una historia con tinte noir que te agarra de ahí mismo y te lleva casi sin respirar de la primera a la última página a base de puntapiés, recuerdos, reproches y mamadas varias. Esto es así y con esto debería bastarnos, ¿no cree?

No obstante, como toda buena novela que se precie, Revancha tiene más que un potente argumento. Detrás de la violencia del Cid y de Amador, del Microbio y de toda esa gentuza que los acompaña, justo detrás de César y de sus manos que parten cuellos, hay otros colores, claro que los hay. Porque no todo es de color rojo sangre. Y eso es, precisamente, lo que le añade el interés literario a esta trepidante ficción. Hablamos del color de la rabia, del dolor, de la derrota constante. El color negro, que es el del hueco que deja una madre descarriada. O un padre delincuente. El color del anhelo de ser normal, de tener lo que todos tienen. El color del infortunio, de la tragedia involuntaria. El color de los secretos. El de la inocencia convertida en Revancha.

Entre líneas, además de una jerga interesantísima y un estilo directo y coloquial que va a toda pastilla, la novela rezuma ternura a raudales. Entre líneas está el amor, la soledad, el desconsuelo y alguna de esas cosas propias del ser humano y tan difíciles de encajar en un libro así. Amat, sin embargo, nos las mete brillantemente en vena y casi sin avisar. Un montón de sentimientos contradictorios van relacionándose página a página entre sopapos y caricias entre dos nazis gays. Entre besos clandestinos y puñetazos en mitad de la plaza.

Porque el amor, seguramente, sea también el origen de la violencia, y la revancha, el analgésico contra ésta. Y supongo que así será siempre.

Revancha es la nueva novela del escritor catalán Kiko Amat y viene rompiendo nursas y soltando glebas a diestro y siniestro. Agárrela bien porque, aunque muerde, tan solo necesita un poco de cariño y de atención.

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