Cuando me hablaron del libro que hoy os traigo, no me pude resistir. Revolución en la tienda de animales, de Ana Juan, es el derroche de los dibujos más extraordinarios, bellos, diferentes, extravagantes y coloridos que os podáis imaginar.
La calidad de la portada es asombrosa. Ya había visto cómo era a través de la página web de Grupo Planeta, pero en mano fue alucinante. Una explosión de colores bombardea cada hoja. Algo simplemente hermoso.
Igual de hermosa y con una gran moraleja es la historia que llena las páginas de este cuento. El señor Walnut es el propietario de una tienda de animales oscura y fría donde los pobres animales están encerrados en pequeñas jaulas. Un día desaparece Mimi, la conejita de una niña llamada Mina, que en cuanto descubre que su mascota no está comienza una revolución que cambiará la vida de todo el vecindario, sobre todo la del señor Walnut.
Es curioso, que aun sabiendo que algo está mal y nos entristezca, no hagamos nada por evitarlo, por cambiar el rumbo de las cosas. En general suele pasar eso. Quizá por el miedo a cometer un error, a que nosotros mismos salgamos perjudicados. El caso es que miramos para otro lado, como si no pasara nada, aunque pase. En esta historia todos los vecinos están al tanto de la horrible situación que viven esos animales, pero nadie mueve un dedo por ayudarles. Hasta que una niña —sí, una simple y pequeña niña— decide hacer algo.
Yo creo que los niños son los únicos que conservan ese valor que a los adultos nos falta. Posiblemente porque aún piensan que las cosas son sencillas, que todo tiene solución —y seguramente sea así—, y no dudan en luchar y protestar. Los adultos nos hemos echado para atrás, nos hemos acomodado y nos hemos escondido en nuestra burbuja.
Pero Mina, esa niña que protagoniza la historia, decide liberar a los animales, porque ya está harta, y porque encima el horrible señor Walnut también ha secuestrado a su conejita. Y es magnífico cómo Ana Juan —toda una maestra en el mundo de las ilustraciones— nos transmite el cambio en las expresiones de los animales, que pasan de tener la caras tremendamente tristes, a reflejar una gran alegría en sus rostros. Nos inunda de un gris profundo en esas primeras páginas dentro de la tienda, que se convierte en una fiesta de colores vivos y divertidos cuando escapan.
Por otra parte, un aspecto que me ha parecido realmente interesante y digno de mencionar es la vanidad del personaje del horrendo señor Walnut. Fijaos cómo son las cosas, que este malvado señor, sabiendo incluso que sus animales le han abandonado, no se atreve a salir de su tienda porque le da vergüenza que la gente le vea con su verdadero aspecto, sin su peluca. ¡Qué absurdo! Todo el mundo ya conoce su podrido y feo corazón, y sin embargo él está obsesionado con su exterior, en mostrar un bonito aspecto físico olvidando que la verdadera belleza reside en el interior.
¡Con lo fácil que sería cultivar solamente un poquito nuestra bondad y alimentar nuestro corazón! Pero no. En la vida real también ocurre, muchas personas se centran en lo material y físico olvidando en un rincón el espíritu.
Otra de las cosas más relevantes de este libro es que la historia da un giro sorprendente y, gracias a la revolución de los animales, el señor Walnut tiene que afrontar su vida de otra forma. Si no puede tenerlos, encontrará unos sustitutos que no sufren ni lo pasan mal estando encerrados en una tienda. Una solución perfecta para todos y que le hará abandonar su obsesión por su calvorota.
Al final, lo que a veces pensamos que nos matará poco a poco, nos proporciona un cambio radical en nuestras vidas para mejor. Para nosotros y para los demás.
Y ya para acabar diré que me ha parecido un trabajo estupendo el que ha hecho Ana Juan con este libro, porque ella es tanto la autora como la ilustradora. Nos demuestra que tiene una gran imaginación al haber creado esta bonita historia y un gran talento para darle vida a los personajes a través de su lápiz. Su admiración por pintores flamencos como Van Eych o Van der Meyden se refleja claramente en sus dibujos.
Así que, si queréis ser testigos de lo que ocurre en Revolución en la tienda de animales, llevadle una peluca nueva al señor Walnut y os dejará pasar. Eso sí, no olvidéis abrir las jaulas antes de iros. Los animales os lo agradecerán y, vuestra conciencia, también.