Rojo sangre

Reseña del libro «Rojo sangre», de Manuel H. Martín

rojo sangre

¿Una novela (novelette más bien, 116 páginas con buena letra) que «supone una vuelta de tuerca insospechada al mito del vampiro»? A la saca de cabeza. Hombre que sí…

Dicho y hecho. Todo lo que sean vampiros con trazas de tener una buena trama y arquitectura, coherencia y algo de originalidad, va a caer siempre en mis manos tarde o temprano. Y esta tiene de todo eso.

María tiene unos setenta años. Juntos, ella y Andrés, desde los quince años, viven en una vieja casa cerca de Río Tinto. Andrés lleva tres años en cama, sufriendo los estragos del puto Alzheimer. Cada día María se levanta y hace la misma rutina y el mismo desayuno desde que habitan en su hogar. No sale de casa y, devota como es, reza sujetando el crucifijo que tiene colgado al cuello y «adorna» el dormitorio con velas, vírgenes y santos, sobre todo san pancracios, buenos para nada, como el resto de imaginería religiosa. Su hija se marchó a buscarse la vida a Nueva York. La crisis la empujó a ello y María no contesta sus llamadas ni sus mensajes porque les hizo una putada de las gordas, que conviene no desvelar, y la cosa «tiene muchos cojones», con todo lo que María ha hecho por ella… (como cualquier madre por sus hijos).

Tras es desayuno, afeita a Andrés, lo lava y le pone un pijama limpio. Ya ni ve la tele, ni escucha la radio, ni pone música en el tocadiscos. Vive inmersa en el amor que siente por su marido, y en el pasado feliz que compartieron ambos.

Últimamente la visita Daniel, el sobrino de Andrés, preocupado por el estado de su tío. La crisis también le ha empujado a emigrar. En este caso para volver al pueblo, pues la agencia de publicidad en la que trabajaba ha cerrado. Daniel cree que podrá sacar de una vez tiempo para él, para dejar volar su creatividad y hacer un cómic, como los que le compraba su tío cuando era un niño. Su tío, ese al que el caracolillo en la frente hacía que le llamaran Tito Reeves por su parecido con el Superman de su niñez. Su tío, que le inculcó el amor por los tebeos y le enseñó a cazar…

Una noche un ruido sobresalta a María y cuando llega al dormitorio en el que inerte descansa Andrés, distingue a una criatura espantosa sobre su marido, que es abatida por la escopeta de María. Ese será el comienzo de la transformación de Andrés.

Poco más puedo contar sin destrozar el final, pero sí puedo decir que he reconocido en los personajes principales, María, Andrés, Daniel,… a personas bien definidas y perfiladas. Gente creíble, verosímil, como esa que te cruzas en las escaleras, en el ascensor, en la calle. Gente real, en definitiva, cargando con su mochila de problemas luchando por sobrevivir física y emocionalmente. En Rojo sangre se narra una historia de vampirismo que, como la mayoría de ellas, también lo es de amor. El amor y enamoramiento mutuo de la pareja de ancianos que se van a querer siempre, pase lo que pase, y tengan la apariencia que tengan, por monstruosa que pueda ser.

En definitiva Rojo sangre es un libro muy entretenido pero demasiado corto. Me habría gustado conocer más detalles del día a día de María antes de toparse con la criatura, y también hubiera sido interesante que el autor nos hubiera contado más de Andrés una vez recuperado y viviendo esta nueva no-vida; e incluso de Daniel enfrentándose a la página en blanco y rebuscando detalles en su memoria y haciendo algún guiño al vampirismo. Como novela corta de vampiros está bien, cumple de sobra y se disfrutan un huevo sus capítulos cortos, pero no he visto tampoco un giro de tuerca insospechada, como se anuncia en la portada.

A pesar de esto, lo dicho, un relato muy disfrutón, muy bien construido y con unos personajes creíbles. No puede faltar en la biblioteca de ningún vampirófilo.

1 comentario en «Rojo sangre»

  1. Me pareció que casi nos cuentas la historia … risas.
    ~~~
    Excelente iniciativa y muy laboriosa también, porque, si bien, puedes descubrir joyas literarias, te tienes que dar maratones de cosas insufribles. Lo importante es que los que escribimos libros agradecemos en el alma que alguien se dedique a leerlos, cuánto más a comentarlos.
    Un abrazo grande desde Brasil

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