Rumores, de Sara Shepard
Cuando se intenta guardar un secreto, siempre hay algo que empieza a quemarte por dentro. Es matemático. Tú, que siempre te has dicho que eres un genio guardando secretos, que si alguien te cuenta algo demasiado íntimo, nadie más se enterará, cuando tienes que guardarlo, te encuentras en una pequeña encrucijada. Y cuando ese pequeño fuego va instalándose poco a poco, tú piensas: ¿y si no hubiera secretos? ¿y si todo el mundo pudiera contar la verdad, sería este un mundo diferente? Os lo dije en otras reseñas, los secretos pueden hacerte ir a la tumba, pueden ir matándote poco a poco, lentamente, mientras ves cómo todo lo que te rodea va derrumbándose. Porque lo peor no es que tú guardes un secreto, que va. Lo peor es que tus secretos salgan a la luz, y tú no puedas hacer nada por evitarlo.
Spencer es una mentirosa, Aria sigue enamorada de su profesor, Emily tiene que aceptar de una vez por todas su identidad sexual, y Hanna… bueno, Hanna sigue en coma porque sabía demasiado. Porque para estas adolescentes, lo peor no es su silencio sobre lo que hicieron. Lo que les va a arruinar la vida es que alguien sigue sabiéndolo todo y está dispuesto a hacer que paguen por ello.
Sara Shepard ha conseguido que una serie que, en principio, podía parecer destinada al fracaso, se convierta en una saga que va creciendo con cada libro. Si en el primero de “Pequeñas Mentirosas” adolecía de poca experiencia en la narración, en este “Rumores” nos aborda con una historia policíaca en toda regla, sin perder ese aire de culebrón que tantos buenos resultados le ha dado. Sin duda, el cuatro libro de estas chicas que mienten más que hablan ha logrado engancharme mucho más que los anteriores. Mejor escrito, con un estilo mucho más cuidado y sin cortes que te hagan pensar en que la historia ha dado un salto sin haberte enterado mucho de por qué, resulta que, a pesar de ya llevar varios libros me he quedado con ganas de más, con el ansia de saber quién narices es la persona que se encuentra después de “A”, detrás de ese pseudónimo que es tan puñetero, tan irónico, que tiene tanta mala leche que me gustaría tenerle como amigo, y nunca como enemigo. Además, como siempre me ha sucedido con estos libros creo que hay mucho más detrás. Porque a pesar de la historia central, la trama que nos deja mirando las letras sin poder dejarlas, Sara Shepard nos habla de aceptarse a uno mismo, del amor de la familia, de lo inevitable que es querer tener buenos amigos que puedan estar ahí en los peores momentos.
Conociendo como conocía la serie desde hacía tiempo por la televisión, cuando me enfrenté a la saga de “Pequeñas Mentirosas” lo hice con miedo. Miedo porque pensé que ya sabía lo que iba a leer, que iba a ver en letra aquello que ya conocía por la televisión. Pero para todos aquellos que se encuentren leyendo esto, les diré que no se preocupen, que a pesar de seguir con avidez la serie en la pequeña pantalla, podrán leer estos libros sin miedo a que se les destripe una trama porque, realmente, la historia cambia completamente. De hecho, creo que ese es uno de los aciertos de este libro, que a pesar de saber cómo se desarrolla en esencia, Sara Shepard lo gestó de una manera diferente.
Y es que, ya os lo he dicho, cuando guardamos un secreto sólo deberíamos preguntarnos una cosa: ¿esa persona estaría dispuesto a guardárnoslo a nosotros?