Siempre me cuentan que al poco tiempo de quedarse mi madre embarazada, se recorrió media Europa en un crucero. Esa es la explicación que dan los que me conocen cuando les digo que estoy planeando un viaje nuevo. Desde que tengo uso de razón he estado viajando. También ayudó el hecho de que mi padre fuera humorista, teniendo que actuar cada día en una ciudad diferente. Mi infancia se pasó entre coches, escenarios y hoteles. Cuando la afición por viajar arraigó del todo dentro de mí, no hubo frontera que me parase. Primero París, luego Túnez, pasando por una decena de destinos más hasta llegar al último, Kenya, donde estuve hace apenas cuatro meses.
Así que no es de extrañar que toda mi vida gire en torno a los viajes. Todas las decisiones que tomo en la vida, las tomo pensando en ellos. En ahorrar, en comprar cosas útiles para viajar, en informarme más y más sobre nuevos lugares… y esto lleva a una pequeña obsesión que consiste en ver todos los documentales de viajes que existen y acumular libros y libros sobre sitios a los que quiero ir. Ruta 66, coches, moteles y canciones de película ha sido mi última adquisición. Nunca he estado en Estados Unidos y, por supuesto, es uno de los destinos que tengo súper pendientes. En concreto, la ruta 66. Y todo esto por culpa del cine. Me encantan esas películas en las que lo importante de un viaje no es el destino, sino el trayecto en sí. Esas escenas que suceden dentro de un coche y que quedan marcadas en nuestra retina para siempre. Por ejemplo, una de mis escenas favoritas es una de Pulp Fiction, en la que Vincent le explica a Jules cómo llaman al cuarto de libra en París, sonando Jungle Boogie de fondo. Otra de mis películas favoritas es Pequeña Miss Sunshine, donde el viaje es lo importante de la película y donde hay escenas absolutamente maravillosas.
Este libro, escrito por María Adell y Pau Llavador, tiene una cosa muy especial y es que no solo nos ofrece un recorrido por la ruta 66, desde el inicio hasta el final, sino que nos va enseñando, ciudad a ciudad, qué películas míticas se grabaron allí y dándonos una canción que podría valer de banda sonora para esa visita en concreto.
¿Quién no ha sonreído y se ha dejado llevar cuando en el coche empieza a sonar nuestra canción favorita y las ventanas bajadas dejan entrar el aire fresco? ¿Quién no ha soñado con montarse en una moto y recorrer la Ruta 66 mientras los neones pasan fugazmente a nuestro alrededor? ¿Quién no se ha imaginado bajando de un Chevrolet en un motel de mala muerte para pedir un café y una hamburguesa? No importa el destino, importa el trayecto. Aunque el trayecto debe de hacerse en un coche de confianza y que esté perfectamente equipado para poder aguantar tantas horas de viaje. Con el mío, no podría ir ni desde Los Ángeles hasta California… así que igual es hora de dejarme asesorar por autoDoc.es si quiero embarcarme algún día en una aventura como esta.
Ruta 66, coches, moteles y canciones de película tiene los ingredientes necesarios para que la mente de las personas que aman viajar empiece a volar muy alto. María Adell y Pau Llavador recopilan imágenes de películas que todos hemos visto una y otra vez y que han hecho que queramos conocer El Gran Cañón, Las Vegas o los desiertos de Nuevo México.
No sé si algún día se cumplirá este sueño, pero, por si acaso, lo mejor será empezar a planearlo. Siempre hay que pensar en positivo. Aunque la verdad es que voy a matar el gusanillo muy pronto, ya que en breve voy a tener que empezar a hacer la maleta. Dentro de una semana a estas horas estaré en Copenhague. No es la ruta 66, no. Pero tampoco está tan mal, ¿no creéis?
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