Sandman Obertura 1, de Neil Gaiman y J. H. Williams III
Fuimos muchos los que, habiendo crecido con Sandman y considerándola la obra maestra de Neil Gaiman nos echamos las manos a la cabeza cuando supimos que se preparaba una nueva idea que ampliaba el universo de Sueño, Muerte, y los demás Eternos. Fue la primera impresión la que nos hizo temblar de miedo ante el nuevo rumbo que tomaría la publicación que, ahora, nos llega a las manos para deleite y disfrute de los lectores. Pero el miedo seguía ahí, agazapado, haciendo que las alarmas estuvieras prestas a saltar cuando abriéramos la primera página y nos encontráramos, de nuevo, con algunos de los personajes que reconoceríamos aunque cerráramos los ojos y nos dijeran una frase pronunciada por ellos. Hablo desde la más absoluta de las admiraciones por una cuestión: creo que no se ha hecho nada como la colección Sandman nunca. De ahí que me tomara casi como algo personal lo que me iba a encontrar en estas páginas y de ahí también que, tras una lectura sosegada, en plena noche, sin ningún ruido de fondo, y fijándome bien en lo que aparecía, tuviera que esperar para hacerme una idea clara de qué es lo que me había encontrado y de lo que suponía para alguien como yo que, es oír el nombre del autor, y rindo pleitesía a quien haga falta. Uno siempre tiene expectativas con las lecturas, pero hay pocas veces en las que me encuentro en la tesitura de hablar desde tan dentro por el significado que tiene una historia, sus personajes que, en un momento determinado de mi vida, me abrieron los ojos a un mundo completamente nuevo del que ya no quise salir nunca más. Será difícil esta reseña, lo presiento, pero ahí voy. Que no se diga que, a veces, no tenemos que ser valientes escribiendo.
Lo primero que no hay que obviar en Sandman Obertura 1 es que la esencia de los anteriores volúmenes sigue intacta. Quizás se note un lavado de cara más actual en cuanto a imagen, entintado y procesos de dibujo, pero hay algo ahí dentro mientras leemos que es indudablemente esencia Neil Gaiman. Ya eso es un acierto, porque creo que nadie podría haber hecho nada semejante con una historia como esta y, de haberlo intentado, el experimento hubiera salido mal – estoy seguro, y lo estoy de pocas cosas en esta vida -. No nos encontraremos aquí acción a raudales, ni explosiones que llenen las dobles páginas. Lo que aquí encontraremos es un inicio en toda regla de lo que está por llegar – mención especial merecen la aparición de Corintio, de Lucien, y de esa página cuádruple a todo color con los Eternos que casi me hace mojar de la emoción -. Porque no hay que olvidar que los personajes, la historia, y todo lo que envuelve al universo aparecido en las diferentes ediciones de Sandman hacen gala de reflexión, filosofía, mitología, y muchas experiencias que, leídas entre líneas y con todos nuestros sentidos alerta, convierten a la creación de las creaciones en algo tan diferente como especial, algo que no se había hecho nunca y que contribuyó a que, en el imaginario colectivo, una cantidad sobresaliente de seguidores vendiéramos prácticamente el alma por poder seguir leyendo y no dejarlo nunca.
¿Cómo se reseña un cómic que es una breve introducción? Pues probablemente diría que, como pequeño bocado de realidad – paralela en todo caso, y de sueño en una vertiente más concreta -, Sandman Obertura 1 es el inicio perfecto para una colección. Nos pone en situación, nos deja las incógnitas necesarias para querer leer el segundo número, y además nos devuelve a un Neil Gaiman en perfecto estado tras su incursión en las últimas publicaciones juveniles o novelas para adultos que, no es de extrañar, se han convertido en refugio seguro de aquellos que como yo requerimos más de él para alegrarnos, por qué no decirlo, la vida. El concepto que en esta publicación renace es el de volver a una especie de hogar que ya echábamos de menos. Han sido muchos años esperando, casi deseando que volviera a aparecer Sueño y todo su séquito en imágenes. ¿El miedo a defraudar, entonces, ha sido superado? Con creces, me atrevería a decir, porque tras esa noche en la que yo me leí este cómic de una sentada, respiré aliviado, me vi mirando al vacío y reconociendo, en parte, esa sensación que viví cuando descubrí este mundo la primera vez. Y digo en parte porque espero más, lo espero y lo deseo, ya que uno no puede tener una opinión formada al completo por sólo un número. Veremos después lo que Neil Gaiman nos tiene preparados. Aunque yo, si tengo que ser sincero, compraré. Vaya si lo haré.