Reseña del cómic “Sandman presenta: El Corintio. Muerte en Venecia”, de Darko Macan y Danijel Seselj
¿Hay algo más terrorífico que unas bocas con dientes afilados en lugar de ojos? Esta es la cara del Corintio, uno de los personajes de la saga de Sandman que en esta ocasión protagoniza la historia “Muerte en Venecia”. El guion a cargo de Darko Macan sigue claves propias del género negro, con investigación y sospechas entrelazadas. El dibujo de Danijel Seselj es tan oscuro y grotesco como los acontecimientos.
El Corintio es un ángel caído o una versión similar en el reino de Sueño. Corintio simboliza las pesadillas. Atormenta a los seres humanos enfrentándoles mientras duermen a sus deseos más escondidos y mezquinos. En esta ocasión, se sitúa en el mundo de los despiertos entre dos personajes, una mujer que representa la pestilencia, la plaga: “Todo aquello que toco, muere” y un hombre patético, cobarde y aniquilado tras la guerra. ¿Qué harías tú después de contemplar los horrores del combate y sobrevivir? ¿Quizás te entregarías a las pasiones más bajas y al desenfreno?
El amor y los celos, las clases sociales y la venganza juegan su papel. El mendigo que te ofrece una historia por una lira siempre está en posesión de la verdad. Porque la historia que puede contarte se adapta a lo que quieres escuchar. Su ceguera visible por la venda que cubre su cara a la altura de sus ojos le permite percibir tu corazón y tus anhelos. Pero Corintio tiene un pasado compartido con este personaje que teje un hilo narrativo por todas las viñetas.
Tanto la historia de El Corintio, como los trazos negros del contorno de los dibujos de sus protagonistas están esbozados sin profundizar. Entras en el cómic en medio de una situación, vagas por el pasado bélico de unos y los dramas amorosos de otros y avanzas por la historia en ese carnaval bizarro de máscaras venecianas. El escenario es perfecto para la muerte y los homicidios.
Sin embargo, El Corintio es una de esas historias con muchas capas. Si te quedas en la superficie de la intriga, no habrás exprimido sus posibilidades. Cada voz narrativa es un arquetipo que simboliza uno de tus aspectos: el arlequín, la sombra, el doble o el tuerto. Si te arriesgas, puede que descubras un deseo cruel en tu interior que no parece casar muy bien con tu exterior amable y tierno. Nada es lo que parece. Tampoco los cuerpos corresponden siempre a las mismas almas. A veces, el tiempo te cambia y no te reconoces en el espejo. En otras ocasiones, una pesadilla controla el poder de matar y ocupar ese cuerpo tras comerse sus ojos.
El terror de El Corintio es exterminador porque no hay una figura que lo compense. En los cómics de Neil Gaiman, cuando Corintio llega a un límite despreciable, Sandman pone orden dentro de las reglas del mundo onírico. Pero en “Muerte en Venecia”, como en todo Carnaval, no hay límites. Es el tiempo del exceso, del anonimato, de las venganzas y del placer desinhibido que alimentará nuestra memoria para soportar las estrecheces de los tiempos de cuaresma.