Reseña del cómic “Santa Familia”, de Eider Rodríguez y Julen Ribas
¿Cómo era esa cita tan archirrepetida de Tolstoi? “Todas las familias felices se parecen entre sí; pero cada familia desgraciada tiene un motivo especial para sentirse así”. Esa cita. Más falsa que un castillo de aire, pero bueno, ha pasado a la historia de la citas.
Sin embargo, la cita por excelencia para hablar de las familias es la que dice que la familia no se elige, que es algo que se nos impone de nacimiento. Nada más cierto.
Hay veces en las que la familia se convierte en un puto infierno, ¿verdad? En las que desearíamos dar un portazo y salir por patas, y que se apañen solos. Afortunadamente eso suele ocurrir durante la adolescencia y con el tiempo nos volvemos más comprensivos y racionales.
Santa Familia es un cómic que no retrata un infierno en casa, pero sí un ejemplo perfectamente válido de lo que es una familia tipo: padre, madre, hija y mascota.
Ambientada en San Sebastián, la madre lleva varios años cumpliendo los cuarenta. Es dietista y catequista, solo se sienta en la taza si es la de su casa o la de algún familiar de sangre y duerme con la venta abierta todo el año aunque caigan chuzos de punta o lluvia de barro.
El padre, que nació en Guinea Ecuatorial, es un electricista que no se cansa de soñar con llegar a ser ingeniero algún día (de hecho, se ha matriculado en Ingeniería a distancia) y su cuerpo no deja de crecer.
Ambos se conocieron en el coro de la parroquia.
Por último, Nora, la hija, una amante de la natación que está en esa edad en la que no sabe qué hacer en la pecera en la que siente que pasa su vida. Una pecera en la que a veces se ahoga pero en la que otras veces está a gusto y una edad en la que le toca decidir qué hacer con su vida.
Y ahí es dónde va a saltar la bomba. Porque lo que Nora va a soltarles a sus padres en plan metafísico, como un primer y metafórico intento para poder decirles lo que realmente quiere, algo que es totalmente humorístico, lo van a interpretar como una ida de olla juvenil. Tanto que la van a llevar al psicólogo. O psiquiatra, qué sé yo. Ah, no, a una terapeuta holística, eso es.
Santa Familia es un cómic que aborda de forma muy innovadora, inteligente y con un enorme sentido del humor y cariño la cosa esta que es la familia y sobre todo el abandono del nido por parte del pajarillo. Perfila a todos los miembros de primera, compone una historia que, sin ser especial, se va a hacer un hueco en la memoria comiquera de quienes la lean. Porque cuenta las cosas bien contadas, las cosas que están ahí cada día y que pasan desapercibidas, pero de una forma diferente, que te hace disfrutar y pasar las páginas a toda velocidad para conocer lo que va a pasar en esa familia.
El arte es portentoso, a base de unas acuarelas preciosistas con gran fuerza expresiva y llenas de color, que saben ser caricaturescas cuando el momento lo requiere.
Un cómic del que no he podido despegarme hasta acabarlo y que he vuelto a leer. Uno de los imprescindibles de este año. Sin duda.