Reseña del cómic “Second coming”, de Mark Russell
De todos es sabido que el amigo imaginario de millones de personas de todo el mundo, el mayor villano, el maestro de los hijoputa y auténtico protagonista de la bilogía más vendida de la historia, en concreto de la primera parte, la llamada Nuevo Testamento, no es otro que un tal Dios de apellido Todopoderoso (creo). Un villano peor que esos de pacotilla que te cuentan sus malvados planes cuando tienen al héroe neutralizado. Un ser de carácter bipolar pues te monta un (ojo que va chistaco) cristo si comes una manzana de un árbol en concreto, pero que se queda tan pancho si le crucifican al hijo. De traca.
En Second coming (no sé qué le costaba a Planeta traducir el título) vamos a ver a un Dios cabreado por que su hijo se haya dejado arrestar, enjuiciar y crucificar. Una omnipotencia que si pudiera (¿no puede?) retroceder en el tiempo no tiene claro que volviera a tener un hijo. Pero cuando dos mil años después se entera de la existencia de Sunstar, una especie de Superman, otro ser omnipotente casi como él, decide pedirle a este que acoja a Jesús bajo su protección para que no vuelvan a clavarle a ninguna cruz y para que le enseñe a actuar como un auténtico dios formando una pareja al estilo de Tango y Cash.
No obstante, las cosas han cambiado mucho en la Tierra en dos mil años (o a lo mejor no tanto) y el método buenrollista de Jesús no acaba de casar con las técnicas expeditivas de Sunstar, que, por si fuera poco, tiene que lidiar también con el problema de su (no) descendencia.
Aunque ambos van a llevarse bien sus formas de actuar, que darán ocasión a divertidas situaciones, son diametralmente opuestas, y, para colmo, ninguna parece ser la apropiada. Jesús acabará confundiendo a propios y extraños y Sunstar yendo a terapia.
Sin embargo, de todas la chanzas, referencias, explicaciones de pasajes bíblicos con giro, lo que más me ha gustado ha sido el personaje de Dios. Un casi Lebowsky. Un ser fallido, a imagen y semejanza de nosotros, malhablado, algo cabrón, un puñetero vago (“crearé un globo ocular, pero no me quedaré lo suficiente para asegurarme de que no esté dañado o no sea corto de vista, o lo que sea”), alguien que es más de tener ideas sin implicarse en el detalle, que es psicoanalizado por Freud y que desearía no habernos creado nunca.
Me alegro mucho de que haya salido adelante este cómic y le dé en las narices al grupito ese de Hazte Oír, el cual consiguió, mediante una recogida de firmas on line, que DC no lo publicara con el argumento de ser blasfemo. Me avergüenzo de DC y me enorgullezco de que tanto Ahoy como Planeta hayan seguido adelante con el proyecto, sobre todo cuando es una propuesta que no falta al respeto en ningún momento a ninguno de los personajes literarios del famoso libro que se usa en misa y que transmite un mensaje acorde con las enseñanzas cristianas de ser bueno, tener mejillas de recambio y blablablá… A ver si la gente empieza de una vez a distinguir ficción de lo que no es o que se apliquen la misma respuesta chorrona que dicen a los antitaurinos (esa logiquísima loca suya de que “si no te gustan los toros no vayas”) y que no lo lean si no les gusta, que nadie les obliga.
Second Coming es un cómic entretenido que caricaturiza los superhéroes tipo Superman y lo junta con Jesucristo en una historia de “compañeros” de correrías para salvar el mundo o una parte de este. Un cómic que también lanza reflexiones filosóficas y religiosas y cuyo único punto negativo es que, a pesar de ser incisivo y algo salvaje, no es tan transgresor como podía haber sido, aunque como en el lomo aparece un “1” es de suponer que haya ocasión de que la cosa vaya a más en el futuro.
Buena lectura, pardiez.