Una de mis profesoras me dijo una vez en clase que la literatura es la fantasía al poder, pero el teatro, oh queridos míos, el teatro es la realización de esa fantasía. Y hete aquí que, con estas obras que traigo de Pirandello, no solo se cumple esta bella cita, sino que se eleva mucho más allá de la magia teatral. No hay límites para la imaginación; el plano ficcional se mezcla con el real y a su vez se crean otros planos nuevos; la genialidad pasa del proscenio al patio de butacas. Todo en una obra del escritor italiano es posible. Señoras, señores, sean bienvenidos al fantástico universo del «teatro en el teatro» de Luigi Pirandello.
Y bajo esta etiqueta, la metateatralidad, este libro reúne tres obras capitales para entender el poder creativo de Pirandello: Seis personajes en busca de autor; Cada cual a su manera; Esta noche se improvisa. Cada una de ellas, completamente distintas, van a explorar y rebasar los límites del teatro, dejando en el espectador (o lector) una sensación de haber experimentado un espectáculo único. Es más, ya sea sentado en la butaca tras una representación, o lo que este volumen permite, leer los textos, al finalizar la obra, cuando en la acotación se indica que baja el telón, las manos te dolerán de aplaudir.
La obra que encabeza el libro, Seis personajes en busca de autor se sitúa como el paradigma pirandelliano. Antes de dedicarse por entero a escribir teatro, Pirandello ya jugó en anteriores relatos y novelas con la separación entre poeta y creación, reclamando la autonomía de los personajes. Lo que consiguió en este texto teatral es precisamente lo que comentaba al inicio de la reseña, la realización de lo fantástico.
En esta obra, una compañía de teatro ensaya una escena de una comedia —hete aquí, de Pirandello— bajo las órdenes del director. En mitad del ensayo, se plantan en el patio de butacas un grupo de personajes huérfanos que buscan un autor para contar su historia. Ante la confusión suscitada entre los actores reales y los personajes, estos últimos se presentan y comienzan a representar su drama. El director cree oportuno que no sean ellos, sino sus actores de la compañía los que se metan en su papel y desarrollen la escena. Los seis personajes se niegan en rotundo; nadie mejor que ellos podrán contar su historia. Ahí reside la esencia del texto. Cuando un poeta escribe un texto y da vida a un personaje, este reclamará su independencia y decidirá seguir contando aquello que le ha sido fijado. Se produce, por tanto, la fisura entre creación poética y realidad escénica, es decir, lo que representan los actores de carne y hueso. Y es que Pirandello ahonda en la idea de que un actor hace del personaje algo más real, pero menos verdadero, al llevar la creación que ha ideado el poeta del plano ficticio al plano tangible y material de la realidad.
En un magnífico ejercicio de teatro dentro del teatro, se desarrolla en escena el drama de los seis personajes ante el asombro de los actores, director, tramoyista y ayudantes de la compañía, y el lector, es decir, nosotros, espectadores todos.
Para Cada cual a su manera, el juego del espejo es la parte fundamental. En esta obra se desarrolla una comedia de enredos denominada «obra de clave», es decir, obra basada en un hecho real. Este acontecimiento es el suicidio de un importante escultor italiano que, al ser traicionado por su mujer, decidió quitarse la vida, creando una fuerte conmoción popular. La genialidad del texto reside en que seremos, como lectores, espectadores de una obra donde, entre el público, estarán los individuos en quien se basa la obra: una actriz y su amante. Asisten al estreno por ver cómo interpretan sus papeles, con el riesgo de que puedan o no contar realmente lo sucedido y les deje en una nefasta posición social.
La obra se abre en las acotaciones con un aviso: no se aseguran los actos que se representarán porque no saben cómo se tomarán las interpretaciones tanto la actriz como su amante, ocultos en sus palcos atentos a cuanto suceda sobre el escenario. Recuerda esta obra a la parodia que organiza Hamlet para descubrir la fechoría de su tío y así mostrar el espejo del que hablaba antes a él y a su propia madre. ¿Y cómo acabó aquello? Aquí, como cita el aviso, no se asegura la integridad de nadie sobre el escenario. Así, Pirandello vuelve a romper las pautas, si es que existen, de lo que se puede hacer en teatro. Pirandello hace lo que quiere porque es muy bueno. Punto.
Y se cierra el volumen del «teatro en el teatro» con la obra Esta noche se improvisa, que ya su título indica la ruptura total de la barrera entre escena y exterior. No hay comedia, está por hacer, a la manera de la Commedia dell’Arte. Se suceden una serie de cuadros en los que se muestra el ir y venir de actrices y actores que recorren el escenario, patio de butacas e incluso el vestíbulo, improvisando un guion no escrito, a veces bajo las órdenes del director, otras, y vuelta a la independencia del personaje, por su cuenta. Con esto, quedan recogidos tres textos diversos entre sí, ya no solo por argumento, sino por su relación con el teatro y el conflicto planteado entre los participantes de las obras.
Sin duda, este libro es la mejor manera de introducirse en el poder de imaginación y la concepción que tenía Pirandello del teatro y que, dicho sea de paso, fue gracias a él y su obra Seis personajes… por quien decidí estudiar italiano y su literatura. Leer sus comedias consigue un deleite tal que pocos otros dramaturgos logran. El teatro, ¡qué magnífico espectáculo!