Semblanza 04: Antonio Orejudo
La historia de la (mejor) literatura española siempre ha estado ligada al humor, a pesar del poco prestigio que sigue despertando todo lo relacionado con la parte cómica de la existencia. Cervantes, Quevedo, Valle-Inclán, Wenceslao Fernández Flórez… hasta llegar a Eduardo Mendoza, esta es la tradición española en la que se enmarca Antonio Orejudo (Madrid, 1963), un autor que defiende el carácter lúdico de la literatura: la escritura y la lectura como un juego en el que parodiar las diversas tradiciones, tanto propias como ajenas. Tenemos una idea penitencial de la lectura: leer tiene que doler, dice el novelista madrileño, si un libro hace reír se devalúa. La pregunta es: ¿Por qué un autor divertido no puede aspirar a la excelencia?
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En Ventajas de viajar en tren, una alegoría de la lectura, Orejudo nos muestra que la realidad grotesca que nos presenta es más normal de lo que creemos. Es nuestra visión la que está equivocada, la que se niega a ver. Buscamos la normalidad, y ésta no es más que otra forma de locura. El autor escoge un narrador principal (no es el único, hay varios) que se hace notar a propósito, con el objetivo de que el lector no olvide en ningún momento que está leyendo un libro, que está viajando en tren, que es tal y como empieza la novela. Una mujer vuelve a casa después de ingresar a su marido en un centro psiquiátrico; en el tren se encuentra con un hombre joven que dice ser médico en ese mismo centro, y que le hace una pregunta: ¿Le apetece que le cuente mi vida? A partir de aquí, las historias –delirantes, disparatadas, pero creíbles, y ahí está lo inquietante- se suceden a lo largo de ciento cincuenta páginas que atrapan al lector y le conducen hacia un final tan sorprendente como revelador.
Tres podrían ser las principales características de la narrativa de Orejudo: la concepción lúdica de la literatura, gracias a un punto de vista irónico que se aleja de lo trascendental (gamberrismo); la influencia cervantina, en la que a la noción de juego se añade una crítica a la realidad mediante el absurdo y el humor; y la reflexión metaliteraria para incidir en el carácter ficticio del texto, ensanchando así los límites de la verosimilitud, llegando incluso a prescindir de ella. Todo ello con el fin de abrir las ventanas del realismo literario para que entre el aire. Y siempre provocando una sonrisa en el lector, las más de las veces una carcajada. Un escritor muy serio, en definitiva. E indispensable, sí.
Leo Mares
EXCELENTE RESEÑA! QUIERO LEER A ESE AUTOR Y ESE LIBRO! coincido con vos, yo también consideraba literatura a la que me hacía poner mal; con el tiempo, como vos, aprendí que lo que importa es que el autor nos genere también otro tipo de sensaciones, como la risa, como el enfado con algún personaje, etcétera; lo bueno es que el escritor genere efectos en el lector, y eso no es fácil.
Saludos y felicitaciones una vez más por tu reseña – semblanza!
Pd: ¿Qué está pasando con los casi 8 mil seguidores en facebook y todos los que visitan directamente la página? ¿Acaso solo nos gusta leer pero no comentar? La verdad es que estoy un poco apenado con las pocas firmas de los últimos posteos (esto lo leí ya el 14 de mayo, domingo) VAMOS A PONERNOS LAS PILAS, A NO SOLO LEER, SINO TAMBIÉN A COMENTAR LE ARDUO TRABAJO DE CADA UNO DE LOS QUE FORMAMOS LYL!!! (Y yo me quejo, aunque aclaro, firmo en cada uno de las reseñas diarias, las mías y las de mis compañeros)