¿Alguna vez os habéis parado a pensar que los avances tecnológicos nos pudieran conceder la inmortalidad? ¿Que cualquier daño físico que suframos, incluso la muerte, pudiera ser subsanado en un futuro no tan lejano? Aunque es algo difícil de imaginar, seguramente para las generaciones que vivieron a principios del siglo pasado, también lo serían los ordenadores, los teléfonos móviles e incluso las televisiones y las radios. La Inteligencia Artificial promete y mucho en las próximas décadas. Y no parece haber límites… Sin embargo, ¿no creéis que debería haberlos?
En esto y muchas otras cosas me ha hecho pensar Siega, la primera parte de una trilogía de ciencia-ficción que narra la vida de una sociedad en la que no existen las muertes naturales y cuyo gobierno lo rige el Nimbo, una especie de inteligencia suprema y tecnológica que lo domina a todo y a todos. Bueno, a todos no. Los segadores son un “privilegiado” grupo de personas que se rige bajo las rígidas normas de la Guadaña, una jurisdicción especial, y cuyo trabajo es el de cribar alrededor de todo el mundo, es decir, quitar las vidas que sean necesarias para que no exista la super-población. Y yo me pregunté, tras leer la sinopsis: ¿puede alguien en su sano juicio trabajar de esto sin ningún tipo de remordimiento de conciencia?
Y también es esta la pregunta que se hacen Rowan y Citra, los jóvenes protagonistas de esta historia, antes de tener nada que ver con este grupo al que todos quieren evitar. Sin embargo, cuando son seleccionados como aprendices de segadores, descubren que no todo es lo que parece y que puede existir la humanidad incluso en un acto tan inhumano como es el de cribar.
Tras este resumen, que me parece tan necesario para explicar la temática que trata esta lectura, comienzo a hablaros de lo que me ha parecido. Pero creo que mis palabras se van a quedar demasiado cortas para todo lo que he experimentado mientras he leído esta novela. Y es que no miento al decir que puede que se haya convertido en una de mis mejores lecturas de este año, por no decir que no he podido terminar el año con nada mejor que esta. Ya no es solo por el tema que trata, que es tan controvertido como extremadamente interesante, sino por cómo se desarrolla la historia.
No conocía a Neal Shusterman, pero he decir que ha conseguido sorprenderme desde el primer capítulo. Especialmente la manera de profundizar en los pensamientos y sentimientos de los personajes, que ha hecho que conectara con ellos y me sintiera cercana a ellos en todo momento, a pesar de vivir situaciones tan duras y desesperadas. Y esto es algo que me parece esencial en una historia como esta, al ser una distopía de ciencia-ficción que se aleja bastante de nuestra realidad.
Pero también destacaría cómo ha logrado engancharme y dejarme con la boca abierta a lo largo de casi todos sus capítulos. Que un libro sea totalmente imprevisible es un factor a destacar en la literatura actual y un problema si no te quieres tirar leyendo hasta las tantas de la madrugada (como me pasó a mí bastantes noches en las que he leído Siega)…
Y es que este es un libro que te hace reflexionar, que te hace preguntarte los límites del ser humano (si es que los hay), cuestionarte si de verdad sabemos lo que es correcto y lo que no y si actuamos en consecuencia. Si realmente hay cosas que ninguno de nosotros haríamos bajo ninguna circunstancia… porque hay que estar dentro de una situación para darnos cuenta de lo que somos capaces de hacer. Y es que el ser humano es tremendamente complejo.
Y esta es una de las conclusiones a las que he llegado tras leer este libro, y a la que estoy segura que llegaron Rowan y Citra, entre otros personajes. ¿Hay circunstancias que pueden hacer que perdamos nuestra humanidad? Pase lo que pase, y aunque existen héroes y villanos, y siempre existirán, tanto en la vida real como en las historias, todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Lo que importa es qué elegimos potenciar (sutil referencia a mi querido Harry Potter). Así que, desgraciadamente (y de esto trata esta novela), quizás la respuesta sea sí. La humanidad se puede perder para dejar paso a los aspectos más negativos que todos tenemos en nuestro interior, hasta el punto en el que el mal, la corrupción y el egoísmo domine nuestras vidas. ¿Vosotros qué pensáis?
Con unos personajes de los que te encariñas desde las primeras páginas, con los que es difícil no empatizar, y con una historia dura, profunda e increíblemente terrorífica, al plantear la cuestión de hasta qué punto de crueldad y falta de empatía puede llegar un ser humano, Siega se ha convertido en una de mis lecturas favoritas de este 2017. Con una pluma espectacular, que es capaz de provocarte mil y un sentimientos a la vez, Neal Shusterman me ha sorprendido de demasiadas maneras y me regalado una historia con la que he disfrutado enormemente. Además, después de este espectacular final, ¿cómo nos puedes dejar así? Literalmente, soy incapaz de esperar a leer su continuación, Thunderhead, y hacerme con el resto de sus libros lo más pronto posible.