Siempre tuyo, de Daniel Glattauer
Hablar de Daniel Glattauer es hablar de amor, eso ya lo sabemos. Lo que pasa es que esta vez no hablaremos del mismo tipo de amor con el que nos atrapó en Contra el viento del norte y Cada siete olas. Y es que en efecto en este nuevo libro el autor nos sorprende llevando el sentimiento al extremo, a lo anormal, a un estado más propio de la paranoia y la locura que no al romanticismo. Pero vayamos por pasos.
Siempre tuyo empieza en un escenario de lo más corriente: un supermercado. Allí un arquitecto simpatiquísimo y de sonrisa perfecta atropella accidentalmente con su carrito a Judith, la rubia y atractiva dueña de una tienda de lámparas. Hasta ahí todo bien. Perfecto, de hecho, pues de ese fortuito encuentro surge una relación que cualquiera podría considerar ideal. Él, Hannes, se enamora al instante. A medida que van pasando las páginas, vemos que realmente siente devoción por ella. La ama, no hay duda. ¿Y Judith? Bueno, ella también, claro. Es inevitable no querer al hombre perfecto, guapo, listo, atento y que además te hace sentir como la mejor y más bella persona del planeta. ¿Qué mujer no sueña con tal príncipe azul?
Lo maravilloso del momento se esfuma cuando Judith empieza a darse cuenta de que la relación está yendo demasiado deprisa. Hannes no parece estar para nada ni nadie más. De repente su mundo se centra en ella. Existir únicamente el uno para el otro, vivir para hacerse felices mutuamente… ése es su objetivo. Inexplicablemente, Judith duda, y lo peor es que su familia y amistades no la ayudan, ya que sólo saben recordarle las innumerables virtudes de Hannes.
La protagonista se encuentra atrapada, no sabe qué pensar ni en quién confiar. ¿Acaso se ha vuelto loca? ¿Por qué de repente ese recelo hacia su enamorado, hacia esa persona que la cuida y la mima como nadie antes lo había hecho? Además, todo el mundo coincide en que es el mejor hombre con el que podía topar. ¿Qué argumentos tiene ella para no ser feliz junto a Hannes? Apartarse de él sería motivo suficiente para decepcionarse a sí misma y a sus seres más cercanos.
Es curioso reconocer en este punto todas esas inseguridades y presiones que nos provoca “el qué dirán”. Glattauer nos demuestra que en efecto muchas veces la opinión de los demás tiene incluso más poder que la nuestra propia. A veces hasta acabamos por creer que es mejor hacer aquello que socialmente es considerado como correcto aunque no nos guste o no estemos de acuerdo. ¿Pero es esto inevitable? ¿Podemos luchar por nuestros pensamientos y salir bien parados?
Como apuntaba al principio, el amor entre Hannes y Judith pronto toma un camino poco habitual y sobre todo inesperado. Glattauer nos sorprende a todos con un arriesgado cambio de enfoque. El amor rosa deja paso al gris, al negro… al oscuro. Lo que empezaba siendo una novela romántica se transforma de repente en una historia de puro misterio e intriga. A partir de entonces ya nada es lo que era, y desde luego el final nos deja con una ceja levantada. O mejor, con las dos.
Eso sí, por mucho que el registro del autor haya cambiado en esta novela, su lenguaje claro y directo se mantiene intacto. Como ya ocurriera con Contra el viento del norte y su sucesora, Siempre tuyo se lee en un abrir y cerrar de ojos. Supongo que es inevitable: Daniel Glattauer es adictivo. Y su inventiva, también.
Sí que es adictivo el estilo de este autor, que me leí Cada siete olas sin que me convenciera mucho, pensando que estaba estropeando una gran novela como es Contra el viento del norte pero no podía dejar de leer. Engancha mucho este autor. Así que seguro que caeré otra vez con alguno de sus libros. Y éste parece que está bien. Buena reseña!
Besotes!!!
Tienes razón, Margarita. A mí también me pasó algo parecido con Cada siete olas… Supongo que es el autor, su forma de escribir, la sencillez de la narrativa. Y también el ambiente de lo cotidiano. Al final es con eso con lo que te quedas, esa sensación de “estar por casa”, y no tanto con lo que se ha dicho.
¡Gracias por tu comentario!
Un saludo
Este libro tiene una pinta buenísima. La literatura romántica no me atrae nada, pero sí la de misterio, la que muestra la psicología de los personajes. Judit, has hecho que me fijara en un libro que, de entrada, no habría mirado dos veces. ¡Gracias!
Sí, Leire, el libro es curioso por eso, porque no es lo que de entrada esperarías de él: una novela romanticona. Como tú dices, está bien ir descubriendo poco a poco la mentalidad de los personajes, y en este caso especialmente la de Hannes…
Si alguna vez lo lees, ya me dirás que te ha parecido 🙂
¡Un saludo!