Sobre el poder y la vida buena, de Lev Tolstói
Por esto es por lo que escribo estas páginas, que me propongo hacer circular tanto por Rusia como por el extranjero, por todos los medios a mi alcance, a fin de que ocurra una de estas dos cosas; o bien que se ponga término a tales actos de barbarie, o bien que mi conexión con ellos acabe de una vez, sea que me metan en la cárcel, donde podré vivir con la conciencia clara de que dichos horrores no se cometen ya por mi causa; sea, y ello sería aun mejor (tan hermoso que no me atrevo ni a soñar en tal felicidad), que poniendo sobre mí, como hicieran con aquellos pobres campesinos, una mortaja y un capuchón, me empujaran también de encima del banquillo para que con mi propio peso apretase la cuerda enjabonada en torno a mi viejo pescuezo…
Este fragmento del célebre artículo “¡No puedo callarme!”, que un anciano y debilitado Lev Tolstói, indignado porque en su nombre (en tanto que propietario de tierras) se cometieran las atrocidades que el gobierno cometía para salvaguardar los privilegios de su clase, dictara allá por 1908 a raíz de la ejecución por ahorcamiento de unos campesinos condenados por robo, sirve de sencilla ilustración y resumen a lo que se puede encontrar en este libro, una recopilación de artículos y cartas en las que el escritor desarrolla algunos de los ejes argumentales principales de su pensamiento con su característica fuerza narrativa, pero sobre todo en los que se puede ver claramente reflejada la motivación de este personaje tan grande como contradictorio, su filosofía de paz y amor entre los hombres reflejada en su ideario de no violencia.
Encontramos en este volumen desde cartas al zar o a Gandhi (quien siempre se declaró deudor de Tolstói en lo que a su pensamiento se refiere) hasta artículos como el ya mencionado u otros como “El asesinato del Rey Humberto” o “La esclavitud moderna”, hasta reflexiones del autor sobre “Guerra y Paz” o fragmentos de libros como “Mi confesión”. Son muestras muy ilustrativas del argumentario pacifista y no violento del escritor, como también lo son de esa compleja y apasionante espiritualidad suya o de la postura antigubernamental tan radical que mantuvo en sus últimos tiempos, y es, por tanto y en ese sentido, una obra muy interesante. Incluye al final una breve y útil relación de obras sobre el pensamiento de Tolstói y al principio un prólogo muy apropiado no tanto por las ideas que en él se exponen, sino por cómo muestra cómo se puede (y se debe, me atrevería a decir) admirar y disfrutar del Tolstói pensador también desde la discrepancia ideológica. Quien busque la coincidencia busca en el sitio equivocado porque a lo largo de los años el pensamiento del autor llegó a ser tan complejo que probablemente sólo pudiera ser compartido al cien por ciento por él mismo, y ni eso porque había, a su pesar, una clara discrepancia entre su vida y su obra intelectual que no pudo , no supo o no quiso solventar hasta el final con la célebre huída que tan trágicamente acabó en la estación de ferrocarril de Astápovo. No obstante convenció a mucha gente, existió incluso un numeroso grupo, considerado posteriormente secta, que decidió vivir conforme a las enseñanzas del escritor y que fue por ello depurado en el Gulag.
El compromiso de Tolstói con los desfavorecidos, en su caso muy especialmente con el campesinado ruso, está fuera de toda duda. La calidad literaria de sus escritos, fuesen literarios o políticos, también lo está, y la bondad, el amor, como fuerza inspiradora de su obra, desde luego. Es por eso un verdadero placer leer al Tolstói pensador, leer la obra de un hombre bueno con un inmenso talento, pero también es un reto porque no es un pensamiento sencillo de desentrañar, especialmente si se ha interesado uno previamente por su vida, leído su correspondencia o sus diarios. En cualquier caso, aunque (puede que injustamente) su prestigio como pensador no goce de la consideración intelectual de que disfruta su faceta literaria, siempre merece la pena pasar un rato con este inconmensurable personaje. Aunque uno encuentre tal opinión discutible o cual argumentación inconsistente, esta es la luminosa obra de un ser humano bueno y no es más contradictoria de lo que fue su propia vida o de lo que es la de cualquiera de nosotros. Además, la fuente principal de la contradicción entre su vida y su obra es también el amor, el amor por su familia, que es lo que justifica tanto la una como la otra, por lo que es muy fácilmente disculpable.
El artículo de hace 103 años cuyo fragmento da inicio a esta reseña despertó miles de reacciones a favor en todo el mundo, y lo hizo pese a ser prohibido por la censura y a circular por Rusia en copias manuscritas, pero también provocó algunas en contra como la que anónimamente le hizo llegar una soga con la nota: “Conde, esta es la respuesta a vuestro mensaje: puede perfectamente hacerlo usted solo, sin necesidad de molestar al gobierno. ¡Ánimo, no es muy difícil! De esta forma haréis un gran servicio a nuestra patria y a nuestra juventud. Una madre rusa.” Se puede discutir cómo de actual es hoy día el pensamiento de Tolstói, probablemente, con las lógicas salvaguardas que el paso del tiempo impone, debería serlo mucho, pero lo que es indiscutible es que el de aquellos a quien tan vigorosamente criticaba sí se mantiene trágicamente en vigor y se hace patente con mucha más frecuencia de la deseable: no quedan muchas personas capaces ni dispuestas a empuñar la pluma en relevo de Tolstói, pero siguen siendo legión los que gustan de responderles con sogas.
Andrés Barrero
andresbarrero@vodafone.es
Muchas gracias por la reseña. No conocía este libro. Trataré de hacerme con él. Parece que es necesario poner al alcance de los lectores esta vena del Tolstói ensayista y pensador. Hoy en día, según intuyo por el artículo, nos son útiles ciertas pistas que nunca pierden su validez.
Gracias y un saludo.
Gracias por el comentario.