Ya van unos años en los que me pasa algo parecido. Llega la noticia del premio Nobel, y el nombre me suena, como mucho, de lejos. Entonces sucede la avalancha de artículos y noticias sobre el autor o la autora en cuestión. Repaso sus obras y ninguna me llama la atención. Este año, con el doble premio (por el que no se dio el año anterior), no fue diferente. A Handke ya lo conocía y, opinión totalmente personal, me daba un poco de pereza ponerme con alguna de sus obras. De Olga Tokarczuk no sabía nada. Vi que sacaba novedad, la hojeé y no me interesó, y pensé: «otro año igual». Pero al poco tiempo se me apareció Sobre los huesos de los muertos, novela que la escritora polaca publicó con Siruela en 2016, y esta sí. Una mujer mayor que vive sola en un pueblo de montaña al suroeste de Polonia, que da clases de inglés en la escuela del pueblo dejando de lado su formación de ingeniera de caminos, y que cierto día comienza a vivir una serie de extraños asesinatos en su entorno rural. Es animalista hasta la médula, está en contra de todo tipo de maltrato animal y lucha día tras día por parar uno de los mayores hobbies de los hombres de la zona: la caza. Encima, todas esas muertes siempre están relacionadas con los cazadores. Ellos son los que van muriendo. Y ella querrá saber qué está pasando. Si solo la trama ya me hizo ir a por el libro, encontrarme luego con el estilo de Tokarczuk fue la mejor reafirmación posible de haber escogido bien.
En Sobre los huesos de los muertos, reeditado ahora por Siruela con la necesaria faja del premio y cita de la también ganadora del Nobel Svetlana Alexievich (y, por cierto, con una cubierta muy Twin Peaks), nos encontramos con Janina Duszejko. Será ella misma quien nos lo cuente todo. Vive en Kotlina Klodzka, donde el invierno pega fuerte y no todos los que tienen casa la habitan. Es por eso que ella hace de niñera de las casas de sus vecinos. Desde el primer momento sabemos que estamos frente a alguien especial. Obsesionada por la astrología, todo para ella está escrito en el movimiento de los planetas. Con saber qué día y a qué hora naciste puede incluso decirte cuándo y cómo vas a morir. Para ella la gente se nombra como ella los percibe. Sí, la gente tiene su propio nombre, pero ella les da otro, y será así como los conozcamos. La primera muerte, por ejemplo, será de Pie Grande, su vecino. ¿Lo llama así por sus pies? Evidentemente que sí. Pie Grande muere por atragantarse con un hueso, y este será el inicio de una serie de muertes, todas relacionadas con animales y todas sufridas por cazadores. Janina sabe que Pie Grande era cazador, incluso furtivo, y que maltrataba a su perro. Por eso está segura, o es lo que intenta hacer creer a todos los demás (incluso a la policía, a quienes envía cartas, sin respuesta, constantemente) de que son los animales los que se han puesto en contra de los cazadores y han empezado a organizarse para asesinarlos.
A lo largo del tiempo que van apareciendo los cadáveres de los cazadores, normalmente hombres importantes del pueblo, Janina irá haciendo su vida. Conoceremos a Dioni, un antiguo alumno que comparte su pasión por William Blake (el título del libro va en honor a él) y con quien traducirá su obra en casa, a Pandedios, otro de sus vecinos, con quien poco a poco irá estrechando la relación, o a Boros, un naturalista que empezará siendo visita casual para convertirse en gran amigo. Entre medias, uno que es asesinado a un lado de la carretera y alrededor del cadáver hay huellas de corzo, otro que cae en una trampa de animales puesta en el bosque por los propios cazadores y sus lobos, los que tenía siempre encerrados, están casualmente libres, etc. Todos estos casos irán de la mano de la vida rutinaria de un pequeño pueblo de montaña polaco, agrandando un miedo que tendrá que convivir con las fiestas populares, las celebraciones, el alcohol. Y como hilo central, un hilo de sangre.
Janina se obsesionará con los asesinatos, escribirá obsesivamente a la policía, hará visitas al comisario, reclamará conciencia animal dentro de una iglesia a voz en grito mientras se celebra la misa. Nada servirá, porque para todos ella está loca. Es imposible que los animales se hayan vuelto en contra de los humanos. ¿Es imposible? Tendrás que comprobarlo.
Pero es que además, como he dicho al principio, el libro no es solo una trama original, sino que, para que sirva de ejemplo, es uno de los que más he subrayado de los últimos meses. Reflexiones introspectivas geniales de alguien que ha sabido dominar, apreciar, vivir bien su soledad (claro está, con sus traumas, sus acciones totalmente punibles, su locura), sentencias firmes en contra (o depende cómo lo miremos, a favor) de lo que somos, frases que quedan dentro durante mucho más tiempo que lo que tardas en leerlas. La verdad, Sobre los huesos de los muertos es un libro sorprendente, y quizá lo que necesitaba como acercamiento a una posible reconciliación con los Nobel. Un gran acierto.