Sofá para tres, la primera parte de la trilogía, la devoré en un par de días, y me dejó pensando en Aurora, en Carlo, en Lola, en Ángela, y por supuesto, en Álvaro. Sabía que no iba a poder aguantar y que poco tiempo después necesitaría zambullirme de nuevo en la historia de todos y cada uno de ellos.
Así ha sido. Y aquí estoy para hablaros de este Sofá renovado. Esta novela comienza donde termina la otra, y como es una continuación en toda regla y para leerla sí que es obligatorio que primero os hayáis sentado en aquel Sofá para tres, os contaré lo mínimo sobre su argumento para no destriparos nada.
Aurora se marcha a Roma para estar arropada por Carlo y Lola. Su vena de escritora dando vida a Valentina va viento en popa y en ella vuelca todos sus sentimientos, sus inquietudes y frustraciones.
Además, un nuevo personaje, Fabio, nos hará enamorarnos más y más de Italia y de Aurora y sus amigos. Y es que Carlo y Lola también darán mucho que hablar en esta segunda parte.
Esta es una continuación en la que Diana Pardo Varela se renueva —nunca mejor dicho— y nos ofrece una versión 2.0 de Aurora, que harta de su vida estancada después de esa relación tóxica con Álvaro, rompe con todo, se libera y sale volando a Roma para empezar una nueva vida.
Es admirable, ¿no creéis? Lo digo porque Aurora no era una aventurera dispuesta a lanzarse al vacío. ¡Para nada! Ella era un animal de costumbres y da un gran paso en este libro. Es un ejemplo de superación para todas aquellas personas que se sienten asfixiadas en un círculo del que no pueden salir, ya sea dentro de una relación dañina o con su familia o con su trabajo.
Lo bueno es que Aurora saca valor y lo consigue, porque en mi opinión todos somos capaces de conseguir nuestros objetivos. Todos tenemos derecho a ser felices y a vivir la vida que queramos, sin depender de nada ni de nadie, sin ser esclavos de otros sin apenas darnos cuenta. Solo basta con abrir bien los ojos.
Aunque, a veces, por mucho que los abramos volvemos a caer en la tentación —como le pasaba una y otra vez a Aurora con Álvaro—. Pero ahí es cuando entran en escena amigos como Carlo y Lola, y gracias a una amistad como esa podemos dar el salto mortal y tirarnos a la piscina de nuestra nueva vida.
Y ya si nos ponemos a hablar de la pluma de la autora, debo recalcar que vuelve a ser igual de fresca, espontánea y divertida que en el anterior tomo, haciéndonos reír y llorar junto a nuestra protagonista a lo largo de estas 271 páginas.
Y como las aventuras y desventuras, tanto de Aurora como de Valentina, son contadas en primera persona de forma tan ligera y cotidiana, una no ha tardado ni 24 horas en engullir esta novela. Lo malo es que ahora que me voy acercando al final de la trilogía no quiero despedirme de estos personajes que tanto me han hecho disfrutar y sufrir a partes iguales. Personajes de carne y hueso a los que voy a echar mucho de menos.
Porque ya no es solo Aurora nuestra gran protagonista, sino que también tenemos la suerte de seguir muy de cerca la vida de Valentina. Un personaje necesario y esencial para Aurora, su terapia, su álter ego. Y con esto la autora nos demuestra algo muy importante: la escritura es un modo estupendo para volcar todo lo que llevamos dentro, nuestra vía de escape.
Y ya para acabar me atrevo a decir que este libro me ha gustado un poquito más que el anterior porque, además de disfrutar de una Aurora que se va transformando en una mujer más valiente y segura, también nos permite profundizar más en la vida y los sentimientos de Carlo y Lola. Somos testigos de decisiones cruciales y momentos difíciles que experimentan, así como del apoyo que se prestan entre los tres. ¡Qué amistad tan auténtica!
¿Qué magia has hecho Diana Pardo Varela que me has enganchado de forma tan sencilla a tu trilogía del sofá? En este Sofá renovado me has hecho viajar a una Roma que adoro, y te agradezco que me hayas hecho sentir tanto junto a Aurora, Carlo y Lola, casi como si estuviera allí mismo.
Me has creado una adicción a tu prosa y a tu sofá. Un sofá del que no voy a querer levantarme cuando termine la tercera y última parte, ese Sofá para siempre en el que, por supuesto, en breve me sentaré y allí me quedaré hasta que os traiga la reseña.