Sorry, de Zoran Drvenkar
Disculpas. Perdón. Arrepentimientos. Palabras y más palabras para decir una misma cosa. Nos cuesta pedir perdón, nos cuesta pedir perdón por nuestros secretos, por nuestras aventuras, por nuestros errores, por nuestros fallos que a veces no son tales, por aquello que hemos herido y a quienes hemos hecho sufrir. Simplemente eso. Decir “lo siento”. Y cuesta, se hace difícil, se hace cuesta arriba. ¿Ustedes han pedido perdón alguna vez? Yo muchas. Y miren que es fácil, son sólo seis letras, perdón, qué corta es la puñetera palabra, pero qué difícil es decirla. Perdón, perdón, perdón. Y se sigue haciendo un drama de esa palabra, en torno a ella, rodeándola, esquivándola, porque si nos podemos librar, mejor. Pero, ¿y si no pudieras librarte? ¿y si te dedicaras a ello? ¿y si hubieras decidido dedicarte a pedir perdón por otros? ¿si ese fuera tu oficio, lo vivirías de forma neutra, sin consecuencias, sin ningún tipo de sentimiento? ¿Ficharías, empezarías a trabajar, y te irías a casa tan campante, como si la cosa no fuera contigo? Y si, piénsalo bien, por un instante, durante dos minutos, sólo dos, no es mucho lo que te pido, repito, ¿y si quien te dijera que tienes que pedir perdón es un asesino? No un asesino salvaje, sino uno de los peores que rondan esta sociedad, ¿aceptarías el encargo, o mirarías para otro lado? Al fin y al cabo, ese es tu trabajo ¿no? Dime, después de pensar, ¿aceptarías el encargo? Pues eso es “Sorry” aunque no sólo eso claro, es mucho más.
Zoran Drvenkar. Un nombre que suena raro. Un nombre que nos resulta impronunciable. El hombre, como se la ha descrito, de la segunda persona del singular. El hombre que te mete en la piel del personaje, que te habla desde sus páginas, que te relata lo que sucede y no te deja indiferente, porque cuando empieces a leer ya no serás tú, serás un asesino, serás ese personaje que odias, pero al que no le puedes quitar el ojo, esperando, en la oscuridad más absoluta, hasta saber cuál es el siguiente paso que te toca dar. Esta no es una historia tierna, no está rodeada de algodones. Es como un mazazo, es como esos golpes que te dan en la cabeza y te hacen perder el conocimiento. Es, a todas luces, una novela negra, pero no sólo porque hablen de crímenes, que también, de eso trata este viaje, pero también nos sumerge en almas oscuras, en almas negras, en almas que no tienen la redención necesaria, aunque la pidan a gritos, aunque utilicen el bisturí para ello. Porque aquí se mata, hay crímenes señores, ¿qué esperaban?, pero se asesina sin piedad, sin cortapisas, sin mecanismos de defensa, y “Sorry” te desvela lo que puede vivir en nuestro interior, en los pasillos del día a día, en los recovecos de un tiempo que se detiene, en un instante, quizá sean sólo dos segundos, pero aun así son suficientes para que odies al ser humano, te odies a ti mismo, pero no puedas dejar de seguir leyendo.
Hay lecturas y lecturas. Entiéndanse las segundas como eso que nadie debería perderse. Este libro está en cursiva, desde su empiece hasta su final. Puedo prometer que, desde que el mundo se creó en el Big Bang, o donde ustedes quieran, no me había echado a la cara nada como “Sorry”. Y da escalofríos que así sea, y sí, son escalofríos de miedo, porque se pasa mal, porque te atrapa en una tela de araña que no habías escogido, aunque en realidad la decisión de haber empezado a leer este libro ha sido tuya, sólo tuya, o quizá yo te he presionado, aunque no haya sido mi intención, o quizá sí, porque hay historias que por mucho que sean duras, hay que leer, hay que meterse en ellas, hay que vivirlas, sentirlas, sobre todo sentirlas. Zoran Drvenkar es un autor, si tuviéramos que buscar una definición que le fuera como un guante, puñetero. Y lo es porque no se anda con chiquilladas, no nos expone mediante subterfugios, mediante atajos o dobles sentidos lo que quiere contar. Lo cuenta, te lo cuenta tal cual, sin dobleces, y allá tú con tu conciencia. Y te habla desde el libro, que eso es algo difícil de conseguir, te trata de tú, te hace que seas tú el protagonista de una memorable historia policíaca, una historia con sangre, con tripas qué cojones, con entrañas que salen despedidas y que te alcanzan en lo más profundo. Porque hay disecciones del alma humana que son merecedoras de premio, de alabanzas, de millones de loas hacia su escritura, hacia su historia, hacia la vida (y por extensión la muerte) de la que se nos hace cómplice. No vivan, tampoco mueran, solamente sientan. Sientan como se hunde el arma en el cuerpo, sientan cómo la vida se escapa de una persona, cómo son ustedes los que se la quitan, después ya, si eso, arrepiéntanse, y utilicen a otros para hacerlo. Esa es la magia, o quizá todo lo contrario. En cualquier caso, esto es una obra maestra.
Me ha encantado la reseña. Y por supuesto, Sorry sube como un sputnik de última generación en mi lista.
Gracias y un saludo!
Ay Ana, gracias por tus palabras. Este es un libro de los que marcan, estoy quitándome lecturas a todo meter para poder leerme el siguiente libro que ha sacado, y que también reseñaré! Espero tus comentarios!
Un saludo!