Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi
Hay pocas cosas en la vida tan deseadas como tener un transcurrir apacible. Así podría definirse la vida de Pereira, un periodista del diario Lisboa, quien vivía en esa ciudad en la época de la Segunda Guerra Mundial. Un hombre de mediana edad, tranquilo y erudito de los libros que pasaba sus días compartiendo el tiempo entre la pequeña redacción del diario y su casa.
En las tardes de verano sofocantes que asediaban a Lisboa por aquel tiempo, Pereira apenas pensaba en no desordenar su rutina. El Lisboa era un periódico pequeño, pero ahora que era editor de la sección cultural, el trabajo parecía demandar de su máxima atención. Viudo desde hace un tiempo, los pensamientos literarios de Pereira solían quedar en su cabeza y apenas compartía algunos pormenores con el cuadro de su esposa difunta que colgaba de una pared.
A base de muchas limonadas y unos cuantos libros, Tabucchi introduce al personaje de Pereira con una sencilla naturalidad. No hay mucho más que comprender: este es Pereira, el editor de la página cultural del Lisboa, el que traduce clásicos y prepara necrológicas. Como parte de su búsqueda laboral diaria para poder mejorar el contenido de la página que editaba, el periodista conoce a Monteiro Rossi, un joven escritor al que invita a formar parte de la publicación y que lo envolverá en una sucesión de hechos comprometedores.
Lo interesante de este libro, además de un protagonista totalmente adorable, es que todo el relato se comenta como una declaración. De allí su título, Sostiene Pereira, donde el narrador se ocupa de transcribir la declaración del protagonista tal como si fuese un discurso o una denuncia. Es por esta razón, entonces, que muchos detalles quedan fuera de la percepción del lector, y deja abierta la incógnita de quién está del otro lado escribiendo, relatando lo que sucede.
Sin dudas, Sostiene Pereira es de esos libros que tienen un cierre perfecto. Tal vez el lector se sienta indeciso al tener que comenzar a ahondar en la vida de Pereira pues parece demasiado predecible y no con los riesgos propios de los personajes apasionantes que se nos plantean en la literatura. Sin embargo, Tabucchi encuentra lo impredecible en lo cotidiano y Pereira se convierte de personaje anónimo a estelar; de llano a interesante. Para darle una verdadera oportunidad.
Georgina Marrapodi