Reseña del libro “Su muerte, gracias”, de Abel Amutxategi
Nunca entenderé que haya géneros literarios minusvalorados y, mucho menos, que el humor sea uno de ellos. Una buena novela de humor destila inteligencia, más trasfondo del que parece a simple vista y, sobre todo, divertimento. Porque, al fin y al cabo, leemos para entretenernos, y que un libro nos divierta está lejos de ser un punto en contra. Terry Pratchett es el ejemplo por excelencia de que el humor y la fantasía pueden ser las mejores herramientas para retratar nuestro mundo, pero hoy vengo a hablar de un ejemplo patrio: Abel Amutxategi y su novela Su muerte, gracias.
Si algo tiene el humor (en especial, el humor negro) es que a menudo no se lleva bien con pieles finas, pero de todo puede reírse uno si sabe hacerlo con ingenio, incluso de la muerte, como es el caso. El protagonista de esta historia es Samuel, un protagonista normal y corriente, como bien podríamos ser tú o yo. Lo más llamativo de él es su trabajo: es vendedor de kits de suicidios en la empresa de su suegro, Hasting-Marchena Asociados. Lo malo es que no se le da nada bien, no ha vendido ni uno —por eso de los escrúpulos, la conciencia y demás—, y debe ponerse las pilas para impresionar a su suegro, ahora que le va a pedir la mano de Virginia (chapada a la antigua que es su novia). Por otro lado, está Hortensia, una anciana de armas tomar cuyo único anhelo a esas alturas de la vida es reunirse con Narciso, su difunto esposo. Y, claro, a Samuel le viene muy bien ayudarla. Solo que, como tiene poco margen de tiempo para demostrar su valía en la empresa, el trámite no le sale del todo bien y la cosa se lía.
El elenco de personajes no acaba ahí. Cabe destacar a Sonia Moira, otra empleada de Hasting-Marchena Asociados, capaz de vender kits de suicidio a puerta fría (igualando el récord de Exequio Fosaancha, un antiguo empleado). Y hasta la mismísima Muerte tiene un papel estelar, lo que nos hace acordarnos de nuevo de Pratchett y su mítico personaje de la saga Mundodisco. Las notas a pie de página y el estilo de Abel Amutxategi en general consiguen que tengamos al autor británico bien presente a lo largo de toda la novela. Y aunque las comparaciones son odiosas, lo digo como un halago. Cuántos quisieran parecerse, aunque sea solo un poco, al maestro de la fantasía humorística.
Su muerte, gracias es un disfrute a cada línea, el derroche de ingenio no para, pero eso no deja la trama en segundo plano en ningún momento, llena de acción y escenas disparatados. Aun así, reconozco que a mí me ha cautivado más por su estilo que por la historia, pese a que la premisa me parece genial y considero que le ha sacado bastante partido.
Con Su muerte, gracias, sumo un libro más de la editorial El Transbordador a mis estanterías, que no para de darme alegrías con historias muy diferentes entre sí, pero que coinciden en ser un soplo de aire fresco, se adentren en el género que se adentren.