Reseña del cómic “Superman 1978”, de Robert Venditti y Wilfredo Torres
Hasta que a Henry Cavill no le den una buena película de Superman, para mí el mejor Superman seguirá siendo Christopher Reeve. El actor demostró que no era una cuestión de músculo sino de actitud: apocado, torpe y tímido siendo Clark Kent, seguro de sí mismo, optimista y esperanzado cuando vestía la gran S. A esto hay que añadirle el gran elenco de actores que arropó a Reeve. Gene Hackman, como un Lex Luthor con más pretensiones de dominación mundial que Elon Musk, nos brindó una interpretación marcadamente teatral de un villano tan excéntrico como calamitoso. Margot Kidder no era solo el interés amoroso del protagonista (que también), era sobre todo una Lois Lane a quien le gustaba meter las narices en cualquier lugar en el que hubiera noticias frescas. Y así, pasando por Marlon Brandon, Glenn Ford o Ned Beatty. El guion corría a cargo de Mario Puzo (sí, el de las novelas de El Padrino) y el director no era otro que Richard Donner que venía de triunfar con La Profecía y que después de Superman dejaría títulos tan emblemáticos como Los Goonies o Lady Halcón. La guinda del pastel de una película que por fin nos hizo creer que un hombre podía volar la pondría John Williams con la banda sonora.
El cómic Superman 1978 del guionista Robert Venditti y del artista Wilfredo Torres intenta transportarnos de nuevo a todo ese batiburrillo de buenas emociones que nos hizo sentir la primera entrega de Superman. Venditti retoma la historia poco después de los acontecimientos acaecidos en el primer film y nos presenta al que será el villano de la historia y que muchos fans siempre hemos deseado ver en la gran pantalla: Brainiac. Pero antes de que éste aparezca con sus robots para poner patas arriba la ciudad de Metrópolis, podremos ver a Clark Kent y Lois Lane en una de esas típicas escenas que demostraban porqué esta pareja desprendía tanta química. Pero Brainiac viene a lo que viene: primero a avisar que dejemos de cargarnos la Tierra porque si no se verá en la obligación de tomar medidas drásticas, y segundo a eliminar de la ecuación al intruso que hay entre los humanos. Y mientras tanto Lex Luthor, que acaba de salir de prisión, descubre que su figura ha perdido relevancia en una de esas escenas que arrancan una sonrisilla al lector.
Robert Venditti escribe una historia interesante, sencilla, algo naif (¿no lo era ya la película?), aunque olvidable. Se le echa en falta alguna escena memorable o un clímax a la altura de la película (asunto harto complicado). Pero aunque Superman 1978 tiene sus peros, también tiene sus excelencias. Para empezar, Superman es ese tipo que respeta todo tipo de vida y siempre encuentra la forma adecuada de hacer las cosas. Aquí no hay cabida para un Superman oscuro ni pesimista. Aquí Superman no rompe cuellos a las primeras de cambio. Además, Venditti siembra algunas semillas interesantes que podrían dar forma a un Lex Luthor más poderoso o a la formación de La Liga de la Justicia. Y si en el futuro se escribe un cómic en el que el Superman de Christopher Reeve comparta viñeta con el Batman de Michael Keaton, allí estaré. En el apartado artístico Wilfredo Torres realiza un trabajo más que solvente aunque algo irregular. Es agradable apreciar como sus dibujos recrean con exactitud la Metrópolis setentera que tantas veces hemos podido ver por televisión, así como fácil es reconocer los rostros de los actores. Remarcables los de Christoper Reeve y Margot Kidder en los primeros planos. Con todo, se echa en falta algo más de calidad y variedad en lo gestual. En las escenas de acción, sin necesidad de hacer grandes alardes, Wilfredo Torres cumple con creces. El conjunto gana muchos enteros con el siempre precioso y preciso colorido de Jordie Bellaire.
En resumidas cuentas, Superman 1978, publicado por Ecc, resulta un cómic bastante normal y corriente, con una historia que cumple y un dibujo que desata la nostalgia y que hará las delicias de los fans del Superman de Richard Donner.