Ayer tuvo lugar el que es, para muchos, el acontecimiento cultural y literario del año, el Premio Nobel de Literatura. Este año el galardón ha recaído en la escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich (Stanislav, Ucrania, 1948). La Academia sueca ha destacado de la autora “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”, premiando por primera vez a un escritor de nacionalidad bielorrusa.
Nacida en Ucrania, Svetlana se estableció al poco tiempo en Bielorrusia, donde cursó sus estudios de periodismo en la Universidad de Minsk. Una vez licenciada, compaginó sus trabajos periodísticos en distintos medios locales con su afición por la literatura. Alés Adamóvich, escritor bielorruso y uno de las personas más influyentes en su obra, fue quien guió a Alexiévich por el camino de la literatura a través de un estilo casi documental o reporteril. En sus escritos, las voces y los testimonios van fluyendo a modo de collage sobre una tragedia común, siempre con el telón de la Unión Soviética como fondo.
Su ópera prima fue La guerra no tiene rostro de mujer (1983), donde abordó el tema de las mujeres rusas que participaron en la II Guerra Mundial. En su segundo libro, llamado Los chicos del cinc, se centra en la visión de las madres de los soldados que combatieron en la guerra de Afganistán. En 1993 publicó Cautivados por la muerte, centrándose en la figura de aquellos que no habían podido sobrevivir a la caída del régimen soviético y acabaron suicidándose.
En España el único libro editado hoy en día, por la editorial DeBolsillo, es Voces de Chernóbil, escrito en 1997. En él la autora bielorrusa detalla el horror que supuso aquella catástrofe nuclear de infausto recuerdo a través de las personas que sobrevivieron a él.
Su último trabajo, publicado el año pasado con el título de El tiempo de segunda mano. El final del hombre rojo , vuelve a repasar el fracaso del socialismo mediante una continua sucesión de testimonios, que esbozan de forma coral los defectos de la antigua URSS. En una entrevista concedida a El País en marzo de 2014, la propia autora confesaba su pésima visión de la etapa soviética. “Vivo con el sentimiento de derrota, de pertenecer a una generación que no supo llevar a cabo sus ideas”, comentaba Alexiévich a la par que era crítica con el régimen de Putin y el ejercido en Bielorrusia por su actual presidente, Aleksandr Lukashenko.
Lejos de entrar en el típico debate anual sobre el merecimiento o no de este galardón, llama la atención que este año la Academia, por primera vez en la historia, haya reconocido tan explícitamente la labor periodística (más que la literaria) de su ganador, un detalle que ya ha hecho elevar algunas voces críticas por tal motivo. Mientras tanto, en España, toca (para muchos) empezar de cero a conocer a esta escritora. A Voces de Chernóbil se le unirán pronto las ediciones de sus dos primeros libros (La guerra no tiene rostro de mujer y Los chicos del cinc). Mientras tanto, antes de decidir sí el premio es justo o no, quédense con este nombre que resonará por la blogosfera literaria unas cuantas semanas; Svetlana Alexiévich, la primera escritora bielorrusa Nobel de Literatura y la decimocuarta mujer que recibe el máximo de los honores literarios.