Tales of Symphonia 1, de Hitoshi Ichimura
Me gustan los videojuegos. Pongo esto por delante porque, en su esencia, la historia que aquí voy a reseñar tiene que ver con un videojuego de los más famosos que se hicieron en su momento. Yo no jugué, no tuve la oportunidad, pero ojalá la hubiera tenido. ¿Por qué? Porque lo que aparece en Tales of Symphonia, un manga que ha absorbido mi tiempo y mi espacio, es digno de mención. Me gustan los videojuegos, pero además, me encanta la fantasía. Por eso, y porque creo firmemente que el debate literatura contra videojuegos está obsoleto, que ambas cosas se pueden complementar de una forma beneficiosa, me encierro en mi ordenador y escribo estas líneas. La literatura fantástica ha dado forma, en innumerables ocasiones, a nuestros sueños, a otros mundos en los que refugiarnos, ha ayudado a propios y extraños a caer en la tentación de la lectura, y ha hecho que una comunidad gigante, a través de todo el mundo, se una en honor de este tipo de historias. Por eso era indispensable para mí estar aquí, reseñando esta narración fantástica, porque las fuerzas son las suficientes y porque verme inmerso en la lucha por la salvación de la humanidad ha conseguido que me olvide, durante el tiempo que he estado leyendo, en todo lo que sucedía allá fuera, detrás de mis ventanas, lejos de la manta que me arropaba y a una distancia considerable de todas esas obligaciones que, el día a día, impone. ¿Queréis saber por qué? Aquí está la respuesta que os puedo dar…
Es curioso que aquí, en el blog, no hubiéramos reseñado nunca este tipo de historias. Soy un seguidor del manga japonés desde hace tiempo, pero nunca me he visto con las energías necesarias para poder hablar de él. ¿Pereza, falta de palabras, historias poco sugerentes? Quizá una mezcla de las tres cosas. Por eso uno agradece enormemente que aparezca algo como Tales of Symphonia que no sólo tiene todos esos elementos que han hecho del género lo que hoy es: magia, un enemigo, misterios que desentrañar, un viaje con una misión pegada en los talones, sino que además ha hecho que me reconcilie con ese otro yo, con esa otra imagen que tengo de mí mismo, alejada de la llamada literatura clásica y que, precisamente por eso, he disfrutado tanto con la historia que nos propone Hitoshi Ichimura. Una chica elegida para ser la salvadora, un enigmático guardián que la acompaña, un niño que será el eje central en los siguientes capítulos (o eso espero, crucemos los dedos), una niña que se une en el viaje, seres mágicos a lo largo y ancho de un mundo que desconocemos, batallas, pero también lucha contra el oprimido, lucha contra el opresor, la necesidad de vengar la muerte de un ser querido y, entre todo ello, sonrisas que se dibujan con las conversaciones entre los protagonistas. El manga para aquellos que no lo sepan, es mucho más que puñetazos y batalla sin sentido, porque precisamente lo que hay en su interior es lo que ha unido a millones de personas en todo el mundo.
Tales of Symphonia contribuye a hacer más grande el proceso por el que un lector se inmiscuye en este tipo de lecturas. Son muchas las veces que, en mi trabajo, las personas mayores se quedan mirando con desconcierto este tipo de narraciones, como si ver que son los jóvenes los que más leen este tipo de historias ya le dieran una pátina de ser innecesario, de no tener importancia, de ser cosas de jóvenes. Yo muchas veces me acerco a ellos y les pongo en las manos una historia como la de Hitoshi Ichimura porque, les digo, no saben lo que se están perdiendo. Y lo digo con conocimiento de causa porque aunque yo lleve un tiempo leyendo este tipo de lecturas, las conocí tarde, no caí en su mundo hasta que no fue un buen amigo el que me las recomendó. Y ahora le estoy agradecido. Porque los prejuicios, sean de la índole que sean, no son más que baches que no nos permiten avanzar en nuestro camino. Así que aquí estamos, en una reseña más, recomendando esta historia como si no hubiera un mañana, porque sí, porque me parece relevante que todos conozcamos lo que nos pueden ofrecer, lo que nos pueden enseñar, lo que nos pueden, por qué no decirlo, divertir, creando para nosotros como ya dije antes, un mundo completamente distinto, una fantasía en la que seremos parte implicada de lo que sucede. Después, cuando ya lleguemos a la última página, a la última de las imágenes, no daremos cuenta que necesitamos el segundo volumen como si fuera un tesoro, nos morderemos las uñas y pensaremos que qué larga la espera cuando lo que acabamos de leer es tan bueno como esto.