Reseña del libro “Tarzán de los monos”, de Edgar Rice Burroughs
La leyenda de Tarzán es muy conocida por el público en general, quien más y quien menos ha podido ver alguna película que habla de cómo un bebé sobrevive en la jungla arropado por los monos.
Yo había visto alguna de ellas en blanco y negro, las protagonizadas por el que todo el mundo considera el auténtico “Tarzán de los monos”, Johnny Weissmüller; y por supuesto, también disfruté de la versión Disney, pero dicen que la que más se acerca al libro es la de 1984 “Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos” con Christopher Lambert. Si os digo la verdad, habiendo leído la obra escrita en 1912 por Edgar Rice Burroughs, ninguna merece semejante afirmación.
Nórdica libros nos ofrece una nueva edición de “Tarzán de los monos” donde conoceremos de primera mano la verdadera historia del niño inglés criado por monos.
Todo comienza con el viaje que realizan los padres de Tarzán, John y Alicia, en un barco de la real armada británica, en misión oficial, donde se convertirán en víctimas colaterales de un motín a bordo y serán abandonados en una isla en la que no se conoce civilización establecida.
Intentarán adaptarse a su nueva vida mientras esperan un rescate que ni siquiera creen posible, construirán un refugio en las ramas más altas y John mantendrá alejados a los animales salvajes con el rifle a mano. Pero un día reciben la visita inesperada de un ejemplar de mono adulto, de unos 150 kilos y es cuando todo cambia.
El bebé de John y Alicia pasará a formar parte de un grupo de monos que le pondrá el nombre de Tarzán, el “piel blanca” en su lenguaje, y Kala será su madre desde el momento en que lo acoja en sus brazos y lo amamante por primera vez.
A partir de ese momento veremos al niño crecer y hacerse fuerte. Con 10 años será capaz de luchar contra gorilas y aprenderá a nadar por necesidad mientras huye del ataque de una leona (algo que el resto de monos no sabe hacer, ni quiere aprenderlo, porque para ellos el agua es sólo para beber).
Me ha gustado mucho el modo en el que está escrita la historia, llega un momento en que pierdas la perspectiva de que son animales y comienzas a verlos como seres vivos que piensan, sobreviven en familia, se ayudan unos a otros, aprenden, lloran pérdidas, bailan, hacen rituales de nacimientos y de despedidas, es decir, todo lo que hacemos los humanos.
Los enfrentamientos cuerpo a cuerpo están descritos con tanto detalle que parece que suceden a cámara lenta frente a ti; y el aprendizaje de Tarzán de los monos cuando descubre los libros infantiles ilustrados que sus padres humanos habían comprado para él, es un regalo literario. Sabrá leer y escribir en inglés pero no sabrá hablarlo, porque nadie le ha enseñado la fonética humana (es un detalle maravilloso).
Y luego está la interacción con los hombres, primero con los negros caníbales a los que les hace mil y una gamberradas, y después con los blancos que llegan a la isla. Y la conexión con la bella Jane, un personaje femenino cuyo desarrollo desde que aparece es muy interesante. Muestra a una mujer empoderada y valiente, algo que se agradece teniendo en cuenta la antigüedad de la obra.
Esta historia que creía conocida, ha sido un descubrimiento y me ha enseñado que nunca hay que darlo todo por sabido. Me ha gustado más que “El libro de las tierras vírgenes” (o “El libro de la selva”), de Rudyard Kipling, 1894. Sus similitudes son apabullantes, pero Tarzán de los monos me ha resultado más emotivo, más completo. Quizás me haya gustado más porque compartimos con los simios el 99,9% de genética y eso me haga empatizar más que con los lobos de Kipling.
En definitiva, Tarzán de los monos ha sido una verdadera sorpresa, no ya sólo por la novela en sí misma, sino por la magia que desprende cada página, cómo describe la vida en la jungla y la naturalidad con la que trata a sus personajes. Un acierto más de la editorial Nórdica Libros que definitivamente no te puedes perder.