Reseña del libro “Tenemos que hablar de Putin: Por qué Occidente se equivoca con el presidente ruso”, de Mark Galeotti
Antes de adentrarnos en la compleja figura del presidente ruso, es necesario concretar la fecha de la primera publicación de Tenemos que hablar de Putin, porque podría inducirnos a hacer un juicio previo sin apenas haber comenzado a leer las primeras páginas. El libro original es de 2019, es decir, previo al conflicto reciente entre Ucrania y Rusia. Capitán Swing lo recupera para ayudarnos a comprender quién es realmente Vladimir Putin, y para ello nos ofrece un libro muy accesible plagado de anécdotas que nos acercará de manera amena al político.
Probablemente la frase que más me ha sorprendido del libro es que Putin es un yudoca, no un jugador de ajedrez. Pero un yudoca de verdad, cinturón negro, para ser exactos. Mark Galeotti nos descubre esta curiosa característica del presidente para explicarnos cómo se comporta en cuanto a política se refiere: no tiene un plan establecido que esté ejecutando escrupulosamente (la estrategia del ajedrez), sino que actúa más como un yudoca, sabiendo leer la realidad que le rodea y adaptándose en cada momento a ella para sacar el máximo rendimiento de la situación.
Una cosa es el autoconcepto y otra, la percepción que los demás tienen de nosotros. Y esto ocurre con Putin pero de forma exponencial, debido a la importancia de su papel en la actualidad. La imagen que quiere proyectar el mundo ruso es una, y la imagen que quiere proyectar el mundo occidental es otra. Sin embargo se da la paradoja de que en algunas ocasiones es el mismo Putin el que llega a creerse esas imágenes que de él han arrojado y en base a eso va modificando sus acciones y adaptándose al nuevo rol que los demás le hemos otorgado.
Sin lugar a dudas, Rusia ha sido un país que a lo largo de la historia siempre ha estado en el punto de mira de diferentes imperios. Comenzando por los mongoles, siguiendo por los franceses, alemanes, ingleses y recientemente los norteamericanos. Ello ha llevado a que el pueblo ruso, en cierta medida, se sienta indefenso y que un personaje adaptativo, pragmático y sin escrúpulos como Putin, se haya posicionado como un líder fuerte para la Rusia de la actualidad.
En Tenemos que hablar de Putin, el autor nos muestra como el sistema corrupto de Rusia funciona con toda una élite de oligarcas -o empresarios, como les conocemos por estas tierras- lamiéndole el culo perpetuando al líder ruso. Muchas veces estos oligarcas actúan libremente con el único objetivo de contentar al jefe. Sin duda, es poco democrático, pero te hace reflexionar sobre nuestro propio sistema y sus dinámicas, las cuales no están tan alejadas como pensamos de las que se establecen en Rusia.
¿Qué ocurre con la parte emocional de Putin? Tras el paso de los años este personaje se ha vuelto una persona fría, insensible, como si nada le afectase realmente y no fuera consciente de lo que sucede a su alrededor. Ha pasado tanto tiempo siendo un icono que no está acostumbrado a dejar que nadie penetre en sus sentimientos. Está aislado y atrapado.
¿Putin se quiere retirar? Probablemente en Rusia se dé un fenómeno de permanencia/perpetuidad en los jefes de gobierno desde hace ya tiempo y haya un componente de miedo a que el sucesor acabe con el líder y por eso los dirigentes continúan en el poder durante tanto tiempo.
Podríamos hacer el símil entre Putin y Brézhnev, gobiernos largos que empiezan con crecimiento y acaban con estancamiento y recesión, desembocando en una guerra: Ucrania y Afganistán respectivamente. Y enlazando con el párrafo anterior, Brézhnev cometiendo errores por permanecer en el poder, cuando su condición física es incompatible con el cargo.
En Tenemos que hablar de Putin se muestra cómo se ha forjado la personalidad del político, el porqué de sus decisiones y todas sus corruptelas que dirigen o le dirigen hacia un país diferente. Puede que Rusia sea una tierra muy distinta a la nuestra, un lugar excéntrico y magnético, y sus gentes sean rudas, inquebrantables, en cierto modo. Quizás porque las difíciles condiciones geográficas del país les llevaron por ese camino o quizás sea por sus inmensos recursos naturales. Pero lo que Mark Galeotti nos deja claro, es que a pesar de la imagen que tenemos muchos de Putin montando en oso sin camiseta, el líder ruso no es un macho aventurero y Rusia no es ni mucho menos Mordor.