Y entonces acaeció el Ragnarok y los dioses asgardianos perecieron.
Y entonces los cielos se abrieron y dejaron paso a Mjölnir: martillo creador de rayos y pulverizador de enemigos.
Y entonces una mano conocida asió el martillo, tomó conciencia del dios que habitaba en su interior, el dios con el que compartía cuerpo, y lo instó a vivir, a seguir luchando.
Y entonces Thor, dios del trueno, volvió a la vida.
Y entonces Joe Michael Straczynski hizo lo que mejor se le daba y nos relató los primeros y nuevos pasos del mito que era dios, hombre y superhéroe.
Si estás un poco verde en esto del cómic el nombre de Straczynski es posible que te suene a dios nórdico más que a guionista de cómics americano. Pero déjame que te lo presente. Este guionista natural de Nueva Jersey fue el creador, allá por los 90, de una serie de ciencia ficción que hoy en día es de culto: Babylon 5. Yo había conocido un poquito antes a Straczynski y fue en su faceta como escritor. Othersyde como título original y Mensajes del infierno como traducción de dudosa fidelidad, fue, y sigue siendo mi novela favorita de terror. Los que ahora disfrutáis con Stranger Things deberíais intentar por todos los medios leerla, con muda de recambio cerquita. Como polifacético que es, Straczynski no tardaría mucho en dar el salto al mundo del noveno arte, en el cual destacaría su trabajo realizado con Spiderman. Vuelta a casa es quizá uno de los mejores arcos argumentales que podáis leer sobre el trepamuros, un esencial con arte de John Romita Jr. ¿Y qué decir de Rising Stars? El guionista debió hacerse la pregunta de qué pasaría si los superhéroes realmente existieran, cómo se comportarían en sociedad, a qué enemigos harían frente… A pesar de ser una obra que tomaba como referencia el Watchmen de Alan Moore consiguió mostrarnos un producto original en el que personas especiales, personas con poderes que sobrepasaban lo inimaginable, debían tomar decisiones de gran responsabilidad que afectarían a sus conciudadanos y por ende a toda la población de la Tierra. Y esto nos lleva hasta Thor.
En este Thor Integral de J. M. Straczynski el dios renacido levantará desde cero el Reino Eterno de Asgard a las afueras de un pequeño pueblecito de Oklahoma. Una escena de apenas diez páginas que finaliza con una splash page que es toda una declaración de intenciones, no solo del guionista sino también del dibujante Olivier Coipel. “Donde está Thor, está Asgard”. Y es que esta vez Thor es más libre que nunca y son sus propias manos las que guían las riendas de su destino, a pesar de compartirlas con su alter ego humano Donald Blake. Es por esto que el Thor de Straczynski deberá sobre todo lidiar con asuntos muy humanos que lo llevarán a presenciar la destrucción y pobreza que dejó a su paso el huracán Katrina en Nueva Orleans o a terminar lo que empiece el doctor Blake en sus esfuerzos por ayudar a una tribu víctima de la erradicación étnica en África. Viajes que realizará en busca de su propio pueblo y que lo llevarán a confraternizar con los humanos a un nivel más íntimo. El anhelo de recuperar a sus congéneres a toda costa, de volver a las raíces, de descubrir quién es realmente y qué es lo que puede o no puede hacer es lo que portará al mismísimo Thor a cometer errores y de forma involuntaria a convertirse en su propio enemigo. Los típicos errores que un humano comete. Porque el Thor de Straczynski antes que superhéroe es dios, pero muy a su pesar también es inmensamente humano.
En esta saga el ritmo también juega un papel fundamental. Lo habitual en este tipo de cómics es insuflar un ritmo demasiado dinámico para que la acción nunca decaiga. En cambio, Straczynski es más amigo de la narración pausada, aquella que desentraña paulatinamente los misterios (ojito con Loki y su inusitada alianza con Doctor Muerte) y moldea a los personajes con delicadeza, utilizando las páginas que sean necesarias para ello, creando ambiente, dotando a los protagonistas de férreas personalidades, no sin obsequiarnos con magistrales momentos de acción desenfrenada. Es por ello que resulta todavía más extraño esa rapidez por acabar, ese acelerón cuando quedan pocas páginas y que nos deja con un final agridulce del cual hay que exculpar al autor y condenar a La Casa de las Ideas que buscaba continuidad para que todo cuadrara con el siguiente evento titulado Asedio.
Pero si este Thor Integral es sumamente épico a la vez que cautivadoramente terrenal es también gracias al excelente trabajo de los dibujantes. Por un lado tenemos a Olivier Coipel con un dibujo de una limpieza y una luminosidad prístina. El diseño de los personajes es simplemente impresionante (su diseño de Thor se convirtió en referente al crear la primera de las películas) con unos asgardianos de robustez marmórea y unas escenas de batalla de una espectacularidad apabullante. Por otro lado tenemos a Marko Djurdjevic (con un dibujo más oscuro y enmarañado) que va a la zaga de Coipiel pero sin sobresalir en ninguno de los anteriores aspectos en los que despunta el ilustrador francés.
El Thor Integral de Joseph Michael Straczynski publicado por Panini Cómics es un brillante ejercicio de armonía entre los mitos nórdicos y la ficción superheroica actual, entre lo divino y lo humano. Un cómic apasionante en lo referente al guion y tremendamente espectacular a nivel visual.
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