Miedo. Puede provocarlo algo real, como una amenaza inminente o un riesgo para nuestra seguridad. El ataque de un demente sediento de sangre que esgrime un arma blanca, el desasosiego ante la posibilidad de perder los bienes acumulados o la ineludible muerte que siempre nos anda rondando. Miedo. También puede ser producido por algo irreal, insustancial e invisible. Algo que no pertenece a este mundo, y que nuestra pobre, abrumada y limitada mente puede llegar a enloquecer cuando se empeña en rellenar huecos, en crear patrones, en buscar la explicación o la pieza que haga que todo encaje. “Habrá sido el viento…” Pero, ¿y si no existe tal pieza? Entonces nuestro lado creativo toma el control y moldea una, a pesar de que la prudencia sigue gritando que no es la forma más sensata de proceder. Creaciones de nuestra mente. ¿Pero qué ocurre cuando esos dos miedos se unen? ¿Y si no hay que temer únicamente a lo tangible, a lo que el pensamiento racional puede explicar? ¿Y si hay lugares en los que las leyes físicas que conocemos juegan a provocar el caos absoluto uniendo ambos mundos y creando nuevos terrores? Ese lugar es Killington, y solo está a unos miles de kilómetros de Tide Haven: El refugio de las mareas.
La historia no se inicia en esa apacible población costera, descrita con todo lujo de detalles por el autor, David Chevalier, sino que aborda con prometedora brutalidad la tragedia, el drama más amargo, para así dar fuelle desde el principio y arrancar por todo lo alto. El terror gótico viene luego, a pequeñas dosis, como un potente veneno que el autor va inoculando a través de las venas del lector. “Lo mejor está por venir…” Y a medida que lo irracional y la angustia a lo desconocido calan como una lluvia fría e insistente sobre huesos artríticos también penetran con fuerza la esencia de los dos carismáticos personajes protagonistas: Peter Doyle y su amigo Tom Miller, periodista uno y sargento de homicidios el otro, ambos retirados, desahuciados de una vida que los maltrata sin cuartel y unidos en busca de respuestas.
Pero anterior a las ansiadas respuestas estaban las preguntas. Éstas emergieron reptando desde las oscuras profundidades de un viejo teléfono negro de baquelita. Voces lejanas, entrecortadas, temblorosas. “Por Dios… que alguien nos ayude… ayuuudaaa…” Voces guturales que gritan auxilio a través de un teléfono que ni siquiera está conectado. Voces rasgadas que aúllan protección contra los monstruos y que ponen la carne de gallina. Voces dominadas por la desesperación que quizá llegan tarde a su destino. “Tarde siempre es más pronto que nunca”. Entonces David Chevalier lanza a sus protagonistas a un viaje, un road trip a través de la solitaria y agreste América profunda. Un viaje que se me antojó tardío y muy corto pero igualmente intenso, al igual que divertido (la venganza con aroma a gasolina tiene la culpa), con momentos de ternura (Stubby se encarga de ello), lleno de nostalgia y siempre con la liberadora sensación que otorga la oportunidad de ser redimido. “A veces luchar por alguien vale más que luchar por uno mismo…”
La redención la buscarán en Killington. La ocasión perfecta de enmendar errores cometidos en el pasado. Un ayer que David Chevalier muestra con destreza metódica mediante los melancólicos e introspectivos pensamientos de los protagonistas. Una vez más voces; esta vez silenciosas, que susurran a través de recuerdos. El autor también hace uso de su poder como narrador omnisciente para saltar no solo de un personaje a otro, sino también del pasado al presente una y otra vez; para despistar en un principio, pero para contar, sobretodo, el porqué de los actos crueles y sanguinarios de esos personajes. Monstruos que caminan entre nosotros. “Digamos que en el mundo hay dos grupos de personas, los que pueden verlo y los que no”.
Lo que es ostensible es que Tide Haven es sin lugar a dudas una novela de terror gótico, y goza de todos los elementos para serlo: fantasmas, casa encantada, sensación de soledad, angustia, atmósferas sofocantes, misterio, etcétera. Todo descrito con tal lujo de detalles que es imposible no imaginar cómo sería la película. Pero el autor, en apenas 240 páginas, va más allá y se lanza en la arriesgada tarea de mezclar géneros. Funde el drama más realista con acontecimientos sobrenaturales y una amistad que se dilata en el tiempo (dando momentos tan cómicos como tristes o esperanzadores) con la novela criminal más cruenta donde los psicópatas más desalmados campan a sus anchas. Y todo ello con un ritmo narrativo que, como he apuntado antes, posee un aire muy cinematográfico.
Es por esto último que no puedo dejar de pensar en que si un Edgar Allan Poe de nuestra era se hubiera reunido con el equipo de guionistas de Mentes Criminales y True Detective y hubieran decidido unir su creatividad para escribir una novela es muy probable que Tide Haven: El refugio de las mareas hubiera sido el resultado. El producto de un conjunto de miedos atávicos que parece soñado por varias mentes, pero de la que una sola se ha encargado. Miedos tangibles e incorpóreos. Reales e imaginarios. Miedos que surgen de mentes enardecidas por imágenes terroríficas, sucesos inexplicables o seres amenazadores. Miedo a descubrir la verdad pero miedo también a no ser capaces de alcanzarla. Miedo a lo desconocido y, asimismo, a lo que conocemos demasiado bien. Miedo a todo. Miedo a no tener miedo a nada. Miedo al miedo.
La casa de las Cruces me llevó hasta esta otra joya (mas bien joyita)y tras acabar de leerla estoy de acuerdo en todo,sobre todo en que hay partes que no son aptas para leer de noche (el sótano,el teléfono,etc),también en otras partes que son preciosas (Stuby o la despedida,p.ejmp).La comparación con un Poe de nuestra era solo me cuadra en cuanto a su estilo mas refinado y afrancesado que el de su evidente mentor que está claro que es Stephen King.Tampoco comparto lo de los guionistas de True Detective porque creo que la novela es un homenaje al terror mas purista de King,al que el autor hace un claro guiño con el parque de atracciones de Joyland,incluso con la ubicación del pueblo.Es verdad que es un libro carne de cine como bien apuntas y será por eso que también me ha quedado la sensación de que podría haber dado mas de sí sobre todo viendo el despliegue de su otro libro y la verdad sea dicha,viendo el talento que tiene el autor para mi bastante superior al de la mayoría de autores actuales.Eso se lo reconozco,pero pudo ser una joya como La casa de las Cruces que desde aquí recomiendo,y al final se queda en un muy buen relato de terror a secas.
Hola Juan.
Me interesa mucho las diferentes apreciaciones que has hecho de esta obra, pues en ocasiones el espacio del que disponemos es el que es y a través de comentarios como el tuyo podemos prolongar las valoraciones de un libro; además de poner de manifiesto diferentes puntos de vista.
En lo referente a Poe, y como bien has dicho, no solo me refiero a su estilo refinado y a su rica prosa, sino también a ese terror detectivesco o a los tramos macabros que el autor de El Cuervo nos legó. Si bien es cierto que Chevalier hace ciertos guiños a alguna de las obras de Stephen King, y que tú, con ojo avizor, has sabido detectar.
Por otra parte está la referencia que hago de True Detective. No pude dejar de ver a la pareja protagonista de la serie en Doyle y Miller; en los fantasmas (metafóricamente hablando) que los atormentan y en esa redención que buscan atravesando la América profunda (esa América repleta de supersticiones, historias oscuras y paletos) tras un “asesino” que no se lo pondrá nada fácil. A ello ayudó también esa narración tan de ritmo cinematográfico; claramente surgida de la mente de un cinéfilo/seriéfilo.
La casa de las cruces todavía no he tenido el placer de disfrutarla (el mismo problema de siempre: toneladas y toneladas de lecturas pendientes que se acumulan), pero haré caso de tu recomendación y me la apunto en mi interminable lista.
Gracias por todo Juan, y muchos saludos.
Muy buena reseña y lo cierto es que da usted en el clavo. Alguna crítica hace la comparación de este autor con Stephen King, pero como Catedrático en Literatura que soy y admirador de la obra de Mr. Poe, creo que el autor únicamente es compatible con King en la fórmula empleada y en los giros inesperados de sus mejores obras, pero en cuanto a la técnica se refiere es sin duda el escritor más parecido a Don Edgar Allan Poe que he leído a lo largo de toda mi carrera, logrando lo más complejo de todo que es adaptar ese estilo a una era donde, por desgracia, el verdadero Maestro del terror no habría vendido un solo libro. Es lo que tienen los genios, y usted ha tenido buen tino en la comparativa. La historia desborda originalidad en un mundo literario donde por desgracia es casi nula, y una vez terminado el libro la parte oscura (y en exceso desagradable para mi gusto) prevalece en el paladar. El café también puede ser amargo, y veo esa intención final dedicada al lector. A resaltar su definición del hostal, sublime, y que recuerda a la Caída de la Casa Usher. También la manera en la que los protagonistas se relacionan, fluída y natural, y sobre todo el alto ritmo narrativo que precipita el final. Y en mi opinión ahí encuentro la gran pega de la novela. Chevalier se equivoca a la hora de cerrarlo. A pesar de su coherencia narrativa, intuyo que el “Edgar Allan Poe de esta generación” trata de acabar de la manera más “comercial” posible. No soy amante de Stephen King, aunque admiro su tesón, y si pudiera darle un humilde consejo a alguien que no lo necesita ni lo leerá, le diría que se olvidara de esa “fórmula” porque tiene más madera que nadie para que el tiempo lo recuerde como el Edgar Allan Poe del siglo XXI en lugar del nuevo Stephen King.
Eduardo.
Hola Eduardo.
Primero de todo: tutéame, por favor; tuteadme siempre, ya que los lectores somos como una gran familia, y en las familias se goza de cierta confianza; bueno, en ocasiones de demasiada.
Gran comentario el tuyo, poco más puedo añadir, salvo que a mí me encantó la parte oscura (siempre me fascinan las partes más macabras y desagradables de una buena novela de terror).
En lo referente al final: sí es cierto que quizás podría haber habido un último giro argumental que le hubiera dado a la conclusión un toque menos naíf, pese a todo me resultó un final coherente con la historia además de un respiro y un poco de paz para el pobre lector que lleva un buen rato sufriendo.
Muchas gracias por el comentario y por compartirlo no solo conmigo, sino con toda la gente de esta web.
Saludos.