“La historia la escriben los vencedores
pero la poesía es obra del otro bando”.
Permitidme que empiece esta reseña copiando literalmente unos versos que podréis encontrar en el libro del que vengo a hablar. Me ha parecido que tienen un significado muy importante que todos deberíamos analizar. ¿Para qué escribe una persona poesía? Es una pregunta que siempre me he hecho y, aunque trato de darle una respuesta, nunca consigo acercarme a la verdad al cien por cien. Después de haber leído varios poemarios y haber escrito uno, mi respuesta es que la gente hace poesía para desahogarse. La vida a veces pesa tanto que la única forma de sacar todo aquello que nos duele es plasmándolo en un papel.
Entiendo que Álvaro Trece, autor de Tiempo de manzana en el corazón del gusano, interpreta la poesía como una puerta de atrás, una puerta de emergencia en medio de un caos. Como la única salida posible que una persona tiene cuando ha perdido una batalla.
Vale, hasta ahí creo que lo he entendido. Pero más adelante, en otro poema, me encuentro esto:
“Hago versos con mis propias manzanas
cuando se me va el cariño de las manos”.
Esto me hace entender que Álvaro Trece también escribe por amor. Porque en algún momento los actos se quedaron cortos y había que utilizar las palabras y los versos para demostrar todo lo que tiene dentro.
En definitiva, eso es lo que hace especial a la poesía: que puede ser todo o nada a la vez. Que yo puedo estar aquí intentando interpretar las palabras de este autor alicantino y no acercarme en absoluto al significado que él le quería dar. Que puede que yo no esté entendiendo nada o que lo esté entendiendo todo. Que pienso que he llegado a conocer al autor un poquito más o que ni siquiera haya destapado la primera capa. Que tal vez él haya desnudado su alma o quizá la haya escondido todavía más entre tantas palabras. Eso es lo que me gusta de la poesía, que es tan personal y tan íntima, que nunca sé si lo que estoy leyendo es de verdad o es lo que yo misma quiero leer.
Porque a veces me pasa eso cuando leo poesía, que trato de encontrarme en las palabras de otra persona. Seguramente con la intención de sentirme comprendida sobre algo que me ha pasado o sobre algo que siento. No siempre lo consigo, ya que es una tarea muy difícil. Pero cuando pasa… cuando pasa es maravilloso. Es como si el autor hubiera puesto esas palabras ahí precisamente para mí. Y termino ese poema determinado en el que me he encontrado y me siento en paz. Ya puedo seguir el camino.
Y en Tiempo de manzana en el corazón del gusano ha pasado eso, me he encontrado dentro de un poema. Ha sido en uno titulado Una mancha en la mejilla, que he terminado por releer unas cuantas veces. Tantas, que ya he perdido la cuenta.
Como particularidad diré que este es uno de los pocos poemarios que he leído recientemente en el que el autor se ha decantado por hacer rima. Eso es algo que es difícil de encontrar ahora mismo, ya que los poemarios actuales optan por hacer verso libre, donde la métrica y la rima pierden la importancia y se busca el ritmo y la musicalidad por otras vías. Álvaro Trece ha elegido buscar esa musicalidad con las rimas, predominantemente asonantes. Y ya digo, que esto es algo que me ha sorprendido muchísimo, porque no había leído yo ningún poemario actual que tuviera esta característica.
Y con esto de las rimas a mí me pasa una cosa muy curiosa: cuando yo me decidí a escribir mi poemario opté por hacerlo con verso libre, porque pensaba que si tenía que estar pendiente de rimar mis versos estos perderían significado, porque tendría que estar más atenta rimando que diciendo lo que quería decir. Pero a Álvaro Trece este método le ha funcionado muy bien, porque no creo que el mensaje haya perdido calidad a pesar de tener que haber estado buscando palabras concretas para que sus versos rimaran. Cómo veis, yo me hago mis propias teorías sobre la poesía que otros podrán pensar que son absolutas estupideces. Pero qué se le va a hacer, en estas cosas pienso yo cuando estoy metida entre versos.
Y también he pesando que este poemario, en conjunto, me ha gustado mucho. Me ha llegado a transmitir muchísimos sentimientos a lo largo de sus páginas y, como dije antes, me he encontrado a mí misma dentro de alguna de ellas. Ahora lo cierro, con la sensación de que su autor ha hecho un buen trabajo, y pensando que en un futuro volveré a abrirlo para ver si soy capaz de encontrarme en los mismos versos o si mi vida habrá cambiado tanto que serán otros los que me encuentren a mí.
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