Hay libros que no necesitas saber de qué van para querer leerlos. Cada uno tenemos nuestros escritores de referencia, aquellos de los que leemos (casi) todo sin importarnos si es su última novela o un libro de recetas. Los leemos simplemente por el hecho de estar escrito por “ellos”, en mi caso por David Trueba. Esta vez, además, hay un componente emocional que me lleva a leerlo con más interés. Y es que el título, Tierra de Campos, me hace viajar a esa hermosa tierra de Palencia y alrededores, que pese a no ser parte de mis orígenes, me dieron tantas satisfacciones en mi adolescencia. Villerías, Boada, Cuenca o Villamartín, siempre con la misma coletilla (de Campos), forman parte de esa tierra llana y grandiosa, coronada siempre con hermosas iglesias con más pasado que futuro, y habitadas por gente sencilla y extremadamente acogedora. Y es a uno de esos pueblos, el inventado Garrafal de Campos, donde el protagonista de esta historia, Dani Mosca, viaja para enterrar a su padre.
Dani Campos, más conocido como Dani Mosca, es el cantante de Los Moscas y el principal protagonista de la quinta novela de David Trueba, que pese a centrar sus esfuerzos en su carrera cinematográfica, empieza a tener una bibliografía más que notable. Dani Mosca, un año después de fallecer su padre, decide llevar sus restos al pueblo para ser enterrado allí. En ese viaje funerario, acompañado por un chófer ecuatoriano, el cantante hace un repaso a su vida, recordando como un humilde chico del barrio madrileño de Estrecho consiguió labrarse, junto a dos compañeros de instituto, una carrera en el mundo de la música, siempre de la mano del trinomio básico de todo músico, “sexo, drogas y rocanrol”.
“Pagar un taxi era una afrenta demasiado grande. Mi padre no quería ir en taxi a morirse. Fue en autobús y con transbordo. Así era él.”
Tierra de Campos es una novela que empieza con una alta dosis de humor. Los diálogos entre Jairo y Dani Mosca y los primeros recuerdos de este consiguen arrancar del lector más de una carcajada. Y aunque el tono humorístico no llega a desaparecer en toda la novela, poco a poco se diluye para dejar paso a una narración más madura e intimista, donde el protagonista rememora partes de su pasado difíciles de digerir. Aquí se exploran temas comunes en la obra de Trueba como son los problemas familiares, la amistad y el sexo. El presente y el pasado se van entrecruzando mientras conocemos de un modo más completo a Dani. Cuando llega a Garrafal de Campos, la novela cambia de escenario. Lo que empezó como un road trip termina siendo un sainete costumbrista con tintes berlanguianos, donde el protagonista puede comprobar de primera mano las acogidas tan efusivas que profesan las gentes de esa tierra, como bien apuntaba ya en el primer párrafo.
“Sentía que mi destino era siempre abocarme a un callejón sin salida. A fin de cuentas yo nací en un callejón sin salida, y quizá nunca pudiera salir de él.”
David Trueba juega con el lenguaje y propone un nuevo experimento literario, creando una narración continua donde no se diferencian los diálogos de los pensamientos. Aunque este experimento deja cosas a mejorar, no hay que dejar de aplaudir por esto al autor, pues siempre hay que ser valiente a la hora de hacer llegar al lector el producto de nuevas maneras posibles. Pero no hay que olvidar que el punto fuerte de la novela reside en su credibilidad. Si por algo tiene éxito este autor es por sus personajes comunes y cercanos, por tejer historias donde es fácil reconocerse, si no en todo, al menos en gran parte de lo que en ellas pasa. Por eso yo seguiré celebrando cada novela que tenga a bien publicar David Trueba, que firma en Tierra de Campos una emotiva historia sobre la pertenencia, la pérdida de memoria y el desarraigo; una vuelta a nuestros orígenes, a ese pasado que todos tenemos y que siempre estará ahí, aunque a veces nos cueste identificar partes nuestras en él.
César Malagón @malagonc
Uno de los libros de mi vida. Con pocas novelas como esta me he reído, he llorado y he aprendido de música, mi gran pasión …