Tintes del cielo, de Natsume Soseki
Hablar de poesía siempre es difícil. Lo dice alguien que se dedica a escribir la mayor parte del tiempo y que tiene, como objetivo primordial, intentar enlazar las ideas una y otra vez para que quede algo legible (y entendible). Por eso se me hace siempre un poco cuesta arriba hablar de poesía, en todas sus formas, porque no estoy acostumbrado a leerla, a pesar de gustarme una barbaridad, y porque hay tanto que se esconde en su interior que parece que nunca se va a llegar al fondo de lo que realmente quieres contar. Lo mismo me sucede con el haiku, que para aquel que no lo sepa es una forma de poesía de tradición japonesa. Así que aquí estoy, una vez más, intentando desentrañar en una reseña algo que me había pasado pocas veces y es encontrar serenidad en una lectura como la de Tintes del cielo más allá de lo que una novela pueda ofrecerme. La poesía, ya lo he dicho antes, en todas sus formas, produce un efecto casi regenerador en quien la lee. Recuerdo mi adolescencia entre versos y más versos, unos leídos y otros escritos, pero no ha sido hasta ahora, más tarde que pronto he de reconocerlo, que me he visto sumido en el maravillo mundo del haiku en esta bella edición de uno de los autores más relevantes por aquellos lares y que hoy tengo la energía necesaria que reseñar porque son muchas las emociones y son más todavía las ganas de compartirlo con todos vosotros.
Muchas veces, a lo largo de mi treintena, he escuchado a la gente decirme que la cultura japonesa no les interesaba porque no la entendían. Puede ser una causa razonable para aquellos que ven lo desconocido como un peligro o como algo demasiado raro. Lo mismo sucede con esa parte de la cultura japonesa que es la literatura. Lleno de imágenes que evocan a una forma de ver la vida, Tintes del cielo puede parecer una de esas lecturas difíciles, que no merecen la pena, y si lo pensáis estaríais muy equivocados porque afortunadamente tenemos a una editorial como Satori detrás de este proyecto. Cada uno de los haiku inscritos en esta edición son aquellos que más me han evocado, que más me han hecho mirar al horizonte y pensar en las implicaciones y sí, me han hecho reflexionar, me han hecho querer conocer más y más, investigar, saber, intentar comprender una cultura que, por lejana, parece casi inalcanzable. Natsume Soseki nos revoluciona, nos propone ese juego a través de las palabras, a través de sus caracteres traducidos, y se nos emplaza a este sitio, a este libro, porque podremos ahondar mucho más en su universo a través de las explicaciones que en esta edición aparecen tras cada uno de los poemas que se nos dibujan con un trazo exquisito, con poder, con la fuerza necesaria para que nosotros seamos capaces de disfrutarlos en toda su esencia.
Voló la mariposa,
y ha vuelto a acurrucarse
el gatito
Y en esas simples palabras, en estos caracteres que forman una imagen que nos puede parecer con poco sentido, se encuentra la vida cotidiana, la verdad, la visión de un día, de una puesta de sol o de un amanecer, de pequeños momentos que la existencia nos regala. Tintes del cielo es una maravilla. No conozco otra palabra que lo ejemplifique mejor. Ser, estar, parecer, sentir, emocionar. Verbos diferentes, verbos que se unen en un solo libro, verbos que a través de la escritura de Natsume Soseki nos proporcionan otra cosa, muy diferente, aunque algunos estén empecinados en no entenderlo. Es la magia de la poesía, lo que decía al principio, porque en el interior, en el fondo, en el hoyo que se forma cuando una palabra cae en nuestro cuerpo y lo penetra como si un cuchillo acariciara la piel y se convirtiera en parte de nosotros. Es la vida, es nuestra vida, y la poesía, este libro, nos lo advierte a cada paso. Cuentan que la poesía es como un pájaro que siempre saldrá volando en el momento en que queramos atraparlo. Por eso, cuando me encuentro aquí sentado, sólo puedo suspirar y rememorar algunos pasajes, los que han causado huella, para después digerir que la vida, esa que se escapa, sigue su curso con poesía, con palabras que hieren y que acarician, que se nos regalan en forma de libro, de este libro. No hacen falta más palabras ahora toca seguir con los sentimientos.