Un tipo con chispa, de Diego Vera (Kekuli)
Los niños. Esos seres inocentes que nos regala la vida. Esas sonrisas ante la próxima fechoría hecha, esa mirada tierna de “no he sido yo, ha sido él”, esas ganas locas de gritar, saltar, palmear, como un pequeño animal que acaba de salir de su jaula. Los niños, esos seres inocentes que… bueno, qué narices, hay niños que no son inocentes ni por asomo, perdonen la interrupción. Que sí, que está muy bien pensar que los niños quieren hacer el bien, y ya de paso tocar el ukelele mientras canta canciones de campamento, cumbayá señor, cumbaaaaaayá, y ya está el lío formado, porque esto de que la infancia es la edad de la inocencia no lo tengo yo tan claro. De la ignorancia tal vez, del atrevimiento puede que más todavía, pero ¿de la inocencia? No no, a mí esto me crea escepticismo a raudales, y sino esperen, esperen que les lea Un tipo con chispa o sino se lo leen ustedes, que de eso se trata al fin y al cabo ¿no? De leer, de leer de todo, de leer aquello que no esperábamos encontrar, pero que se nos posa ahí en frente, como los niños, que tienen el don de la ubicuidad, que son omnipresentes y puñeteros, bueno va, puñeteritos si lo prefieren (toda palabra con un diminutivo suena mejor). Así que vamos allá, que aquí hay mucha tela que cortar, y no seré yo el que la deja colgando por ahí…
Les presento a Liborio Libb, el chico de la foto que aparece aquí a la derecha de sus pantallas. Y pensarán que qué rico, que qué bueno parece soñando con, ¿pastillas? Pues sí señores, porque Liborio es Un tipo con chispa y que tiene un amigo imaginario, que tiene una labia que no se la esperen lavada con jabón, que tiene una amiguita, Piluca, que habla pero no piensa, porque todos sabemos en algún momento de nuestra vida que pensar está sobrevalorado, que qué bueno es tirarse a la piscina y ahí mismo pegarse el trompazo padre. Diego Vera o Kekuli, como quieran ustedes, yo les doy las opciones a elegir, tiene un humor de estos socarrones, de estos que no le temen a nada, de estos que tú abres los ojos como platos pensando que se ha pasado tres pueblos y parte del continente vecino, pero después te planteas y dices, ostia, que algo de razón sí que tiene. ¿Cómo explicaríais, por poner un ejemplo, que ilustre tan bien la programación televisiva de hoy en día haciendo que salgan pequeños montoncitos de mierda de la pantalla que ven Liborio y sus padres? Pues así con todo: con las drogas, que son un tema duro, pero del que también tiene que hablar nuestro Liborio, o más bien su amigo imaginario, nacido de una intoxicación errónea por porro. Pero esto me está quedando muy raro, y parece que el que se ha fumado algo soy yo, pero nada que ver, que a mí lo que son los porros me sientan fatal, a la cabeza y al estómago.
Pero hablemos un poco más de Un tipo con chispa. ¿Es un libro para todos los públicos? No, no se engañen por su portada (y qué portada) feliz y colorida, más salida de una tienda de caramelos que de un cómic de humor adulto. Este libro, o cómic, o novela gráfica de humor, o todo lo dicho pero junto, así mezclado como en una coctelera de las de los bares a los que vamos por la noche a emborracharnos como seres humanos sedientos de aventuras que somos, esto que tengo entre manos es el disfrute absoluto por una sola razón, que me parece importantísima en los tiempos que nos corren por detrás pidiéndonos dinero hasta por respirar: su humor no tiene fronteras y no tiene límites. ¿Que hay un tema de esos que harán rasgarse las vestiduras a alguno? Pues ahí está señores. ¿Que un tema es considerado tabú? Pues va el Kekuli o Diego Vera, lo que quieran ya sabe, y te lo planta en dos páginas así coloridas y con un diálogo que ríanse ustedes de cuando veíamos un humor de sal gorda. ¿Estamos preparados para determinado tipo de humor? Desde luego, en esta sociedad, no. Y es triste no se crean, porque si no nos reiríamos un poco de todo, esto sería de morirse de aburrimiento, imaginen unos cementerios llenos de cadáveres completamente siesos, que no hablaran entre sí ni se preguntaran por cómo les ha ido la vida, que si yo tenía una amante de las de rompe y rasga, pues yo mira, estoy aquí porque me aficioné demasiado a la bebida, y me alejé de todo el mundo, de mis padres, de mi mujer, de mi hijo, y ahora estoy bajo tierra sin poder evitarlo. Riámonos: de la muerte, de la vida, del trabajo precario que tenemos, de las relaciones sentimentales, de ser mujer o de ser hombre, de la familia original y política, de lo que significa ser adulto o lo que es ser un niño hoy en día. Sólo entonces disfrutaremos con cierto tipo de humor, con ese humor de todos los colores que lo mismo te acaricia con una sonrisa, que te da un tortazo para que espabiles de una vez y te levantes del sofá, holgazán, que eres un holgazán.