Tocando el vacío, de Joe Simpson
Os pongo en situación. Mediados de los años ochenta. Un par de ingleses veinteañeros, buenos escaladores, ahorran lo suficiente como para montar una pequeña expedición que les llevará a escalar en Perú un monte prácticamente inexplorado. Con el dinero justo, cargando con todo el material en sus mochilas, sin más apoyo logístico que el de un trotamundos llamado Richard Hawking al que conocen por el camino y que decide unirse a la aventura para hacer las veces de traductor y cuidar del campo base mientras ellos atacan la montaña.
Así afrontan la aventura que marcará para siempre sus vidas y que les llevará a entrar en la historia del montañismo: “Una semana. Si después de una semana no hemos vuelto a bajar, contacta con nuestras familias en las direcciones que te hemos dejado escritas”. Con una frase similar se despiden de Richard encarando la senda de los glaciares a los pies del Siula Grande.
Simon y Joe deciden atacar la montaña al estilo más básico y arriesgado: subirán lo máximo posible en cada jornada, formando una cordada entre ambos. Los pertrechos y los víveres justos para los tres días de ascensión. El peso cargado a la espalda. La diferencia entre un resbalón y la caída al vacío es la cuerda que te une a tu compañero, leventeme anclado a la montaña con unos tornillos de hielo colocados por él mismo. Al caer la noche, toca escavar un vivac en la ladera casi vertical, meterse en el saco de dormir, y descansar para comenzar de nuevo al alba.
Si tu compañero se cansa, tú tendrás que parar. Si la complejidad te impide avanzar, él tampoco podrá avanzar. Si él pierde sus víveres, los tuyos se dividirán entre dos. Si caes, es muy probable que lo arrastres a él contigo. Toda una serie de riesgos y peligros que vivirán –y padecerán– en primera persona nuestros escaladores.
Finalmente, la impresionante subida a la cumbre siguiendo una ruta casi vertical les convirtió en los primeros humanos en coronar el Siula Grande, pero el accidentado descenso que siguió, casi les convierte también en las primeras víctimas de la montaña.
Ascenso y descenso. Subida a la cumbre y éxtasis. Descenso y caída al abismo. Una paradoja del destino que golpeará con crueldad a Simon y Joe. Y el relato sigue la misma senda, presentando dos partes distintas. La primera es un relato aventurero con interesantes reflexiones acerca del miedo, de los retos y del compañerismo. Y una segunda parte una historia de desesperación, de exploración de los límites del ser humano, de supervivencia, y de suerte; muchísima suerte.
Es especialmente interesante esta segunda parte por estar narrada a dos voces, puesto que llega un momento en el que el camino de ambos amigos se bifurca inexorablemente y el uno queda aislado del otro. Una decisión. Un segundo que cambia el destino de ambos para siempre. Seguir amarrados. Cortar la cuerda. Caer los dos. Que al menos uno se salve.
Hace algunos meses reseñaba en estas mismas páginas Annapurna, Primer 8000. En su momento me enganchó tanto por el halo de olvido y antigüedad que desprendía el libro –ese olor de páginas amarrilleando…–, como por el reto increíble que se planteaba y la altura moral de los personajes conjurados para alcanzarlo.
El caso de Tocando el Vacío es distinto. Es otro tipo de libro; más moderno, con personajes y estructura de menos pretenciosa, pero igualmente preciso y emocionante.
La historia de Joe y Simon es todo un clásico, al igual que la de Annapurna, que además fue maravillosamente llevado al cine quince años después por Kevin MacDonald. Un relato, en fin, muy recomendable para cualquiera que quiera disfrutar de una lectura distraída y a la vez absorvente, escrita por uno de los protagonistas de esta épica y controvertida escalada. Para ayudaros a decidiros, aquí os además un detalle de la película documental, disponible en YouTube, que os ambientará perfectamente en la trama.
Francisco Sánchez Cid (francisco@librosyliteratura.es)
Muy linda reseña, atrae mucho y, junto con las fotos, el vídeo y el link, dan ganas de animarse a escalar este libro y a sufrir junto a ellos; saludos!