Ojalá todas las historias de amor fueran bonitas y perfectas. Con finales felices e intermedios razonables. Dignas de enmarcar y de contar en una cena con copas de vino caro y sonrisas de los invitados. Con felicidad saliendo de todas las fotos en una casa ideal que emana amor y cariño por todas las esquinas. Con fidelidad, sinceridad y sin celos. Todo perfecto.
Ojalá.
Pero no.
Las historias de amor no son así.
Las historias de amor no son perfectas. Todas tienen sus más y sus menos. Sus momentos de querer compartir con los demás y los momentos que sería mejor meter en un cajón y olvidar para siempre. Felicidad a ratos y dudas que de vez en cuando llegan para quedarse una buena temporada. Celos, indeseados en la mayoría de los casos, pero celos. Que destrozan y hunden lo bueno de las relaciones. Infidelidades, a veces. Que vuelven a construir muros que tanto costó derribar. Y así, la historia de amor se vuelve enrevesada, a veces farragosa, difícil de explicar y mucho más de entender. Lo que todo parecía fácil y sencillo en un principio, encuentra preguntas sin respuesta debajo de todas las piedras. Caos, derrota, incertidumbre y tristeza. También forman parte, a veces, de las historias de amor.
Alberto Villarreal nos lo narra muy bien en su libro Todo lo que fuimos. Dentro de sus páginas encontramos una historia de amor: la suya. Con los poemas y los relatos cortos como principal hilo conductor, este joven escritor nos cuenta cómo fue para él estar enamorado. Pero como bien os digo, no se trata de una historia bonita, perfecta e idílica, no. Se trata de una relación complicada, con altibajos, con infidelidades, celos, dudas, preguntas y sinrazones.
Mediante estos poemas Alberto se sincera ante el lector, contando todo lo que le pasa por la mente durante la relación con la que fue su pareja. Viajaremos con él en el tiempo y viviremos lo que él vivía en cada momento. Me imagino que Alberto usaba la escritura como vía de escape, intentando descargar de esta forma todo lo que llevaba dentro y que no podía soltar así sin más.
Tengo que decir que esa forma de desahogarse, la que se hace cogiendo un papel y plasmando en él toda la rabia que uno lleva dentro, a veces también la practico. Y está muy bien, porque uno tiene que soltar todo lo que lleva dentro y no guardarse nada para sí. Pero normalmente esta es un arma de doble filo, ya que el ser el papel el confesor, el que todo lo aguanta, suele conllevar que la persona que genera esos sentimientos no se entere de lo que está pasando. Por lo tanto las cosas no se hablan y el nudo se va haciendo cada vez más y más grande. Creo que Todo lo que fuimos es eso: un papel donde confesar y donde guardar todo lo que a uno ya no le cabe dentro.
Las ilustraciones que acompañan los textos me han gustado mucho, llenan de color todas las páginas y crean un ambiente que va muy acorde con lo que el autor quiere transmitir a través de sus palabras. Pero a pesar de ello, de la idea tan brillante y de la maquetación perfecta que tiene este libro, me ha faltado algo. A ratos he conectado con lo que contaba en autor, me he metido en la historia como si yo fuera la protagonista, pero en la mayoría de las ocasiones no ha sido así. Pero estoy segura de que esto se ha debido únicamente a una cuestión circunstancial: si hubiera leído este libro en otro momento, seguramente no me hubiera costado trabajo conectar al cien por cien con la historia. No descarto dejar el libro por aquí preparado para leerlo en otra ocasión en la que mi situación personal me haga entender mejor la historia contada por Alberto Villerreal.
Lo que sí ha conseguido el autor es transmitirme eso que mencionaba al principio, eso de que las historias de amor son de todo menos perfectas. Él se dio cuenta a tiempo y, gracias a eso, a esa imperfección, ha conseguido crear algo como lo que hoy tengo entre mis manos.
En realidad, dentro de sus páginas no encontramos su historia de amor. Exactamente no nos cuenta cómo fue para él estar enamorado. El mismo Alberto dijo que para hacer su libro, se ayudó con historias de sus amigos y de él, que fue recopilando para hacer “Todo lo que fuimos”