Reseña del libro “Todos mis anhelos”, de Eva Puyó
“- No me acuerdo de nada -dice mi madre tras abrirme la puerta. Tiene los ojos llorosos y se frota, nerviosa, las manos. Parece perdida en su propia casa. He venido a verla porque mi padre me ha avisado de que ella no se encontraba bien. Paso dentro. Sin quitarme el abrigo ni el bolso, la abrazo en el recibidor….”
Así arranca Todos mis anhelos, el nuevo libro de Eva Puyó.
El día 1 de Octubre de 2009 les reseñaba para LibrosyLitertura.es, Ropa tendida, el primer libro de esta autora. Me llamó la atención en primer lugar la portada, Tan bella y sugerente, como la de este libro que hoy les presento. Ambas son de Miriam Reyes.
¡Qué cuidado pone Xordica siempre en la presentación de sus obras!
Una vez leído lo reseñé porque pensaba que se debía conocer a Eva Puyó. Se debía de conocer esa forma de narrar tan honesta, tan familiar, tan limpia, tan especial… Una escritora que transmitía tanto sentimiento a través de las palabras que decidí invitarla al club de lectura que coordino. Acabábamos de empezar a caminar nosotros como club de lectura y Eva como autora. Ella aceptó, recorrimos nuestra ciudad, la invitamos a comer paella en casa de una de nuestras lectoras… ¿Hay algo más familiar? Y Eva puyó caminó, comió y habló, y se convirtió en alguien importante y muy especial para el club de lectura, para mí, y desde mi humilde opinión, para la literatura. Esa forma de escribir es una VOZ PROPIA, que debía venir para quedarse.
Si no leyeron en su día Ropa Tendida, se lo recomiendo con el mismo cariño que se lo recomendaba en aquella reseña. Aunque no les es precisa su lectura para adentrarse en su nuevo libro. Todos mis anhelos.
La familia vuelve a ser su inspiración y su refugio, hablar de lo que sabe, de lo que vive, de lo que le hace sentir y ser, gotas del día a día, casi como un diario personal, con una leve mirada de un tiempo pasado.
Eva Puyó se ha hecho esperar muchos años, pero ha merecido la pena esa espera para el lector… Y supongo que para ella. Nos la encontramos ahora contándonos uno de esos momentos duros de la vida que nos hacen crecer…, una vez superados.
Eva nos cuenta que regresa a casa, a la familia, cuando su madre tiene una pequeña pérdida de memoria, ese estrés tan típico que suelen padecer los cuidadores. Su padre está enfermo.
Ella ha crecido como persona, se consolida como adulta, y página a página se demuestra que puede hacerlo, que puede y debe retomar la escritura para seguir como ella misma dice, sintiéndose escritora. Yo diría que una gran escritora en un mundo pequeño. Y así han sido muchos de los grandes novelistas, esos que desde sus pequeños mundos nos han contado la historia de un tiempo y de una forma de vida.
Y la vida tiene penas grandes que se pueden contar de muchas formas. Con gran maestría la autora se desliza por esos duros momentos con un toque de humor, ese que suena real, el que suele estar presente en esos momentos especiales que solo vivimos de puertas para dentro.
Pensaba, por motivos personales, que me costaría leer el libro, este no ha sido un buen año para casi ninguna familia, estar lejos de tus padres y hermanos es duro, duro es también estar alejado de amigas y amigos que lo han pasado muy mal y no has podidos estar allí cuando hacían falta abrazos… El teléfono ha sido más frio que nunca, y hasta los escasos encuentros han resultado extraños sin esos abrazos que tanto reconfortan, sin poder mostrar esa sonrisa que una sabe que hace feliz a los demás… Pero no ha sido así, el libro es como un río que va pasando ante tus ojos, a ratos paras para recordar a los tuyos, para reflexionar sobre esos anhelos, los de nuestros padres, esos que quizá por el tiempo que les tocó vivir, nacidos poco más allá de la posguerra, nacidos para trabajar, casarse y tener hijos… ¿Dónde quedaban los anhelos? ¿Porqué ver a sus hijos mejor situados que ellos nos ha de hacer creer que ya estaban cumplidos…, siquiera algunos de esos anhelos?
Eva narra la historia temporal, y posterior enfermedad y muerte de su padre. Su padre, que antes de morir le dice las palabras que dan título a la novela “Todos mis anhelos“, esas palabras que tanto me han hecho pensar estos días.
El cambio llegó para Eva el día que se independizó, ese en el que vio como el pasado quedaba allí, que el pasado era aquello que dejaba atarás y veía alejarse por su espejo retrovisor de su coche.
Pero eso es lo que tiene la familia, como los amigos, que son eternos, que siempre que miras pro ese retrovisor están allí…
En este libro vamos a conocer además de a sus padres, a sus hermanos y a Ismael, su pareja, también escritor, y siempre que pienso en Eva Puyó, pienso en que tengo que leer algo de él.
La persona o personaje que siempre me ha inspirado más cariño ha sido la madre ¡Tan madre! Me recuerda tanto a la mía… Es probable que sea mi personaje favorito.
Como diría mi hija es una madre como las de antes, no como la madre que a ella le ha tocado en suerte, ya saben, ellas eran sacrificadas, abnegadas, con un aguante de hierro. Mi madre me peló la fruta hasta… Iba a decir hasta el día que me casé, pero en realidad sigue haciéndolo cuando vamos a su casa a comer.
Les recomiendo mucho este libro para profundizar en lo que sentimos sobre los demás, no solo la familia, los amigos, los compañeros, los que están, lo que ya no están. Esos que duele pronunciar su nombre porque no podemos creer que ya no compartirán espacio físico con nosotros.
Y aquí termina esta larga reseña, y quedo a la espera de poder comentar con otros lectores sobre lo que saben de la historia y los anhelos de sus padres y cuáles son los suyos, los de sus amigos, los de sus hijos…