Llevo muchos años aguardando el fin del mundo. Deseando que toda nuestra sociedad termine de una vez por todas, pero de una forma épica y memorable. Tras meditarlo detenidamente, y descartar varias opciones, he llegado a la conclusión de que un apocalipsis zombie daría ese toque de emoción a mi vida; a la de todos nosotros. A esas vidas que últimamente se han estancado en la más soporífera monotonía. El problema es que un mundo repleto de zombies es muy chungo, además de un muermo. O eso es lo que muchos autores de libros y cómics, además de directores de cine, nos han hecho creer. ¡Pero aún hay esperanza!, pues existe un lugar ahí fuera en el que luchar por tu vida y repartir candela de la fina entre los zombies putrefactos no está reñido con mearte encima de la risa. Ve preparando un buen cargamento de pañales porque, créeme, una vez los muertos empiecen a alzarse en Tokyo Zombie los necesitarás.
No mentiría si dijera que un 80% de las viñetas de este manga me hicieron reír. No es un estudio serio y las fuentes son poco fiables pero por el momento os tendréis que conformar. Sí, también es cierto que el concepto del humor es muy subjetivo, y que lo que a uno le hace gracia a otro podría parecerle una ofensa. Y más en esta era de humanos extremadamente susceptibles y sensiblones que reaccionan ante cualquier chiste poniendo el grito en el cielo porque les parece que es políticamente incorrecto. Ergo, sí, es posible que alguien se sienta ofendido leyendo Tokyo Zombie del mangaka Yusaku Hanakuma, ¿y a quién le importa? Tal vez habría que enterrar toda esa susceptibilidad en el Fuji Negro. ¿Qué no sabéis que es el Fuji Negro? Pues en Tokyo Zombie ese lugar es de vital importancia.
El Fuji Negro es el hermano desgarbado y feo del monte Fuji. Es una montaña pestilente y oscura. Un vertedero descontrolado de proporciones titánicas. La gente va allí a enterrar toda la basura de la que se deshace y, en ocasiones, hasta de las personas. No importa si están vivas o muertas. ¿Te quieres deshacer de la pesada de tu madre? Pues al Fuji Negro. “¿Con quién quieres pasar el resto de tu vida? ¿Con esta vieja o conmigo?” La parienta manda. ¿Eres un profesor de educación física que se le va la mano con sus alumnos? En el Fuji Negro hay hectáreas de sobra. “Los estudiantes de hoy en día no aguantan ni media hostia”. Problema resuelto. Fujio Pon y Mitsuo son dos compañeros de trabajo que en sus ratos libres practican jiu-jitsu. Ellos también acabarán visitando el Fuji Negro tras matar “sin querer” (nótense las comillas) a su jefe que les daba demasiado la brasa. El sueño húmedo de cualquier proletario. El Fuji Negro será la zona cero para el principio del fin.
Si crees que la parte más importante de un cómic debe bascular hacia su parte gráfica, este no es tú cómic; ni siquiera si piensas que debe radicar en un perfecto equilibrio entre dibujo y guion. Tokyo Zombie es un manga de estilo heta-huma, que podría definirse como: dibujo cutre pero guion delirantemente asombroso. Y así es, pues el dibujo parece obra de un dibujante que en un accidente de tráfico perdió ambas manos y tras muchas horas de práctica aprendió a hacer su trabajo con los muñones. Unos dibujos simples e irregulares, casi sin detalles, con viñetas repletas de seres desproporcionados y muy cercanos al monigote, pero todos ellos tan cautivadores como entrañables. Es inevitable acabar enamorado de Fujio Pon, el protagonista, de su magnífico y exuberante cabello a lo afro, del perrito, de los gorrinos sonrientes y por supuesto, del calvorotas de Mitsuo.
Pero Yusaku Hanakuma no solo cumple con la primera de las peculiaridades del estilo heta-huma, pues también satisface en lo referente al guion. No en vano se le considera el máxime representante de este peculiar estilo. En Tokyo Zombie no todo es reír a mandíbula batiente (pero casi) sino que también hay cabida para la crítica más corrosiva hacia la estructura de clases y la desigualdad dentro de una misma sociedad. Con ricos que, en pleno apocalipsis, siguen siendo los que cortan el bacalao y pobres que se la juegan para que éstos no tengan que mover un puto dedo para disponer de un sinfín de comodidades. Sorprende además encontrar conceptos que últimamente han tenido mucho éxito en el cómic Los muertos vivientes de Robert Kirkman en la obra de Hanakuma, que fue publicada unos años antes. Si bien es cierto que, a diferencia de la obra de Kirkman, los personajes creados por Yusaku Hanakuma no se montan tantas pajas mentales y filosóficas y van más al grano. “¿Queréis que la liemos gorda?” ¿Quién quiere circular por carreteras secundarias pudiendo ir a todo trapo por la autopista?
En Tokyo Zombie también hay felaciones, violencia (pero de la sana), litros de plasma sanguíneo, tuertos, palabras malsonantes, diálogos irreverentes, calvos, situaciones absurdamente hilarantes, zombies luchadores, decapitaciones, tertulianos coñazo sabelotodo, desmembramientos, una bella y enternecedora historia de amistad y hasta una piara de cerdos con nombre de mujer. Una mezcla explosiva que te abrirá la mente hacia un mundo tan disparatado como legendario, mostrándote además que por el mundo hay gente que está muy, pero que muy mal de la azotea. Y si con esta historia tan eclética y underground no bastara, va la editorial Autsaider Cómics y le coloca, en la portada, una especie de terciopelo al protagonista que en caso de apocalipsis zombie te ayudará a tranquilizarte con su suave tacto. Sí, a partir de ahora dormiré más tranquilo sabiendo que, si finalmente el apocalipsis zombie nos sobreviene, podría ser como el prometedor y divertido guateque que imaginó Yusaku Hanakuma en Tokyo Zombie. Porque lo peor no es que nuestra sociedad se vaya al carajo, sino en cómo vamos a entretenernos mientras eso sucede.