Tormenta de Espadas, de George R. R. Martin
Carta encontrada en las garras de un cuervo abatido mediante flecha
Todos están muertos. Nosotros, la Guardia de la Noche, y yo, Jon Nieve, bastardo de la Casa Stark, no tenemos familia, sólo nuestros hermanos con capa negra. Y así, como si fuéramos cuervos en mitad de la luz del día, nos enfrentamos a lo que se encuentra más allá del Muro. Esta es nuestra casa, nuestro destino, nuestra vida. Pero, por instantes, por momentos, recuerdo a mi padre, a mis hermanos, e intento recuperar en la memoria la cara de mi madre, sin conseguirlo. Pero todas esas imágenes se pierden, se van en un instante. Porque la amenaza que se cierne sobre los Siete Reinos, sobre el Muro que intenta contener las fuerzas que quieren invadirnos, destruir aquello que conocemos, y proclamar un mundo libre, como en tiempos de los dioses antiguos.
Los Otros se han levantado, yo los he visto. Las casas Lannister y Baratheon han luchado de forma encarnizada por la supremacía. Y al final, en medio de todas las batallas, de la sangre que corre por los ríos tiñéndolos de rojo, queda el silencio, roto por los susurros, las grietas por las que se cuelan las palabras, y todos los seres queridos que he podido tener en algún momento, están muertos. Ya no queda nadie, sólo el frío del invierno… que se acerca.
No he creído nunca en las viejas historias. Cuentos para niños que se contaban para asustar a los niños. Nada era cierto. Pero, ante mis ojos, se ha abierto una fisura, una grieta que me ha hecho ver que todas las historias tienen un poso de verdad. La Guardia de la Noche nunca toma partido en las guerras, no tenemos derecho a familia, a mujer, a descendencia. Y con esta perspectiva sólo nos
queda luchar, batallar por la libertad, lo que quiera decir eso. Corren tiempo de oro por sangre, de recompensas por el asesinato y la traición. Y en mitad del mundo que se derrumba, las noticias de dragones, de viejos reyes que salen del recuerdo, y las alianzas más extrañas, se hacen patentes. Mi situación como hermano de la Guardia de la Noche me hace escuchar, a lo lejos, los ecos de la Tormenta de Espadas que cruza desde Invernalia hasta Desembarco del Rey. Los caminos ya no son seguros, las decisiones tomadas para las guerras no son acertadas y, dentro de mí, algo me dice que todos los que conocía han muerto, no han conseguido sobreponerse a los tratos rotos, a la traición pagada con traición, y los dioses han querido que ya no se encuentren en el mundo. La muerte duele. Pero la muerte lejana, mucho más. No poder encontrarme con los míos, con los que yo creía mi familia, y luchar, luchar y luchar. Nos entrenamos para ello, para proteger, para servir. Y, como si de un trueno en la distancia se tratase, me temo que mis hermanos y yo, los cuervos en la noche, tendremos que tomar partido en algún momento. Sólo los antiguos dioses sabrán qué nos puede deparar tal encrucijada…
Todos están muertos. Las noticias que vendrán no son más que la consecuencia de la Tormenta de Espadas que se oye como un golpe de martillo. Dolor, muerte, destrucción. El fuego que, a pesar del invierno que llega, se levanta en el horizonte y tiñe de humo cada parte de los Siete Reinos. Las casas empiezan a caer y, se escuchan noticias de una Danza de Dragones que, como si de los cuentos de hadas se trataran, erizan el vello y no me deja descansar. Necesitamos ayuda, necesitamos hombres. La amenaza que se cierne sobre nosotros es mucho mayor de lo que nos imaginábamos. Y, si todo va mal, más allá en el tiempo, nuestras vidas se verán relegadas a ser, simplemente, un Festín de Cuervos.
Jon Nieve
Hermano de la Guardia de la Noche
Lo estoy leyendo ahora mismo así que empecé tu reseña con cuidadito por si desvelabas algo. Pero no, la he leído entera que me ha enganchado igual que estoy enganchada al libro. Felicidades por una entrada tan buena!
Besotes!!!