¡Qué difícil ha debido ser para cada una de las autoras escribir estas historias!
Eso es lo primero que he pensado mientras las leía una a una ¡Y qué difícil es dar ese paso!, el paso de contar en primera persona miedos y agresiones y convertirlas en relatos auténticamente literarios. Historias vivas capaces de conmover incluso a quienes creen que estas cosas no nos pasan a las mujeres, o que, para que no nos pasen no deberíamos salir solas, viajar solas, vivir solas… Pero las mujeres tenemos que hacernos con la vida, casi siempre con miedo, pero aunque sea con miedo hay que seguir luchando por ser las dueñas de nuestro destino.
He puesto junto al título varias autoras porque si bien el proyecto fue una idea de María Folguera y Carmen G. de la Cueva, el libro es lo que es tanto por ellas como por las aportaciones de los relatos de Marta Sanz, Edurne Portela, Lucía Asué Mbomío Rubio, Sabina Urraca, Silvia Nanclares, Roberta Marrero, Carme Riera, Jana Leo, Nerea Barjola, María Fernanda Ampuero, Gabriela Wiener y Aixa de la Cruz.
No voy a explicar quién es cada cual, para eso está internet, o la capacidad lectora de cada cual que seguro que reconocerá algunos de estos nombres. No hubiese querido, porque creo que es muy complicado, haber tenido que decidir el orden de los relatos, el que nos han ofrecido me parece excelente, todos son excepcionales y personalísimos, y al mismo tiempo todos son reconocidos por cualquier lectora. Incluso a nivel estrictamente literario he sido capaz de reconocer a alguna de las autoras.
Y qué bien ha acompañado Sara Herranz con sus ilustraciones cada uno de esos relatos, cada una de esas vidas.
Me ha resultado duro leerlo. Diré que si hubiese tenido que participar en este libro también tendría más de una historia personal que contar ¿Qué mujer no la tiene? ¿Qué mujer no ha llevado las llaves alguna vez en la mano pensando que eso le puede salvar, quizá, hasta la vida? ¿Quién de nosotras no ha pasado delante de un grupo de hombres, al anochecer, o no, con la cabeza baja, sin querer ser vista ni hacerse notar? Lees y lees a estas mujeres y ves que la vida no es tan distinta para ninguna de nosotras.
Yo he tenido mucha suerte. Un par de amigas saben que hacer auto stop un verano pudo acabar muy, pero que muy mal. Quizá un día cuente lo que fue ese miedo a ser agredida, a perderlo todo, incluso la vida. Finalmente acabó bien, pero cuando te montas en un coche con un par de amigas y los dos que van delante sacan un par de pistolas, la vida nunca vuelve a ser igual.
En cualquier caso no estoy aquí para hablarles de mis miedos y aventuras, sino de lo buenas que son todas y cada una de las historias que nos cuentan estas grandes mujeres de la literatura, el periodismo o el arte en general. MUJERES. Porque son experiencias que solo pueden haber vivido mujeres o personas con apariencia clara de mujer…
Cuando hablo, en general, de que es “complicado” que un hombre, por muy feminista que sea, ejerza determinados puestos o cargos en temas de igualdad de género, es porque nunca han vivido en primera persona experiencias como estas de las que nos hablan en este libro, y contarlo, y que alguien lo lea y lo escuche puede hacer que hasta llore, o se emocione al máximo, como me ha pasado con casi todas las historias que ellas nos han regalado, pero amigas mías, ¡qué difícil es leer estas historias sin que tu cabeza te lleve a las propias…! Incluso y sobre todo a esa de Marta Sanz en la que con tanta sutilidad nos va metiendo en el bosque para que vayamos descubrimiento esos primeros miedos…
¡Como me he acordado de mi amiga Anabel! Cuentoterapeuta y escritora de varios libros infantiles, ella me ha hablado muchas veces del papel de las madres en los cuentos, esas madres que, como la de Marta, nos empujan al bosque a luchar con los lobos.
Y ese bosque, día a día, se convierte en las calles de nuestras ciudades y pueblos, en España y fuera de ella, el mundo entero es un mundo complicado para las mujeres.
No todos los hombres son lobos, pero es muy difícil que una mujer a lo largo de su vida no se tope con uno de ellos, y es importante saberlo, y estar preparada, y seguir viviendo una vida lo más libre posible.
Yo también tengo miedo cuando ando sola por determinadas zonas, pero ese mismo miedo lo pierdo cuando he tenido que salir de noche al encuentro de mi hija si ella regresaba sola… La vida hace que los miedos cambien según las circunstancias, pero a pesar de todo hay que vivir y dejarlas vivir…
Y me he alegrado de que mis miedos y mis derrotas y mis victorias estén reflejadas en muchos de estos relatos, otros no los he vivido en primera persona, pero tanto a unas como a otras quiero trasladarles todo mi cariño transformado en esa misma sororidad necesaria que ellas nos trasladan desde sus vidas convertidas en palabras.