Mis compañeros de Libros y Literatura y yo hemos comentado alguna vez que cuanto mejor es un libro, más nos cuesta reseñarlo. Y os aseguro que Trilogía de Mozambique, de Mia Couto, la ficción histórica que se inspira en personajes reales para narrar el conflicto que tuvo lugar a finales del siglo XIX entre la tribu vachopi, la tribu vanguni y el ejército portugués, es uno de esos casos. Como creo que mis palabras no bastan, al igual que he hecho en otras ocasiones, voy a recurrir a frases del libro, esas que me atravesaron, robándome el aliento por un instante, para ver si así os transmito aunque sea una ínfima parte de lo que yo sentí:
«Porque no nací para ser persona. Soy una raza, soy una tribu, soy un sexo, soy todo lo que me impide ser yo misma».
Así se describe Imani, la gran protagonista de Trilogía de Mozambique. Tiene quince años, es negra, vachopi (una tribu del litoral de Mozambique que se opuso a la invasión de los vanguni) y mujer; es decir, reúne todas las características para que los demás se vean con el derecho de someterla, humillarla, exterminarla. Pero no solo eso: ha sido educada por los portugueses, por lo que se expresa y se comporta de forma similar a ellos. Al estar entre los dos mundos, es doblemente odiada: los negros la repudian porque se parece a los blancos; los blancos la desprecian porque nunca dejará de ser una negra.
Entonces conoce al sargento portugués Germano de Melo, desterrado en África, a quien los lectores descubriremos a través de las cartas que envía a su consejero José d’Almeida, en las que hace confesiones que no tendría el valor de decir en voz alta. Y es que Germano de Melo no es un militar al uso, piensa demasiado para serlo: se pregunta si la guerra en la que participa está legitimada, valora las lecciones que aprende de los negros e, incluso, se siente más cercano a ellos que a sus compatriotas. De esta forma, él también acaba en esa tierra de nadie que es hallarse entre dos mundos: tanto blancos como negros recelan de él. Quizá por eso Imani y Germano de Melo se enamoran. Un amor que nace en medio de la guerra y cuyo enemigo insalvable será «el ejército invisible del prejuicio».
A través de la relación de Germano de Melo e Imani y del conflicto entre los vachopi, los vanguni y los portugueses, Mia Couto plasma la nula capacidad que tuvo Portugal de gobernar sus colonias («Es mentira que Europa haya conquistado África. Confunden deseo con realidad»), cómo dentro de las guerras por adueñarse de territorios siempre hay otras guerras motivadas por las pasiones humanas («Las guerras son como las alfombras […]. Por debajo se ocultan las inmundicias de los poderosos») y por qué la incomprensión, y empeñarse en no ponerle remedio, deriva en odio y rabia («¿Se llama rebeldes a quienes luchan para que no les roben la tierra?»). Bueno, en realidad, esas son las ideas que más han calado en mí, pero Trilogía de Mozambique, con sus casi ochocientas páginas, es un tratado de la civilización humana del que podríamos desgranar reflexiones durante horas y horas.
Insisto en que mis palabras se quedan cortas para expresar la grandeza de este libro de Mia Couto, tan bello como la prosa de García Márquez, tan indispensable para comprender un poco mejor la historia del continente africano como lo son las obras de Chinua Achebe. Así que solo me queda recomendaros encarecidamente que lo leáis, porque allí donde mis palabras no llegan, las de Mia Couto os desbordarán.
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