Siempre he pensado que hay momentos clave en la vida. Un punto de inflexión se presenta delante de tus narices y tú no tienes más que elegir. Sigues hacia delante o te das la media vuelta.
Hace un tiempo conocí la obra de Patricia Benito. Leí su poemario Primero de poeta. Me gustó tanto, tanto, tanto, que empecé a contemplar la poesía como una parte más de mi vida. Antes me gustaba, claro, leía poemarios de vez en cuanto y escribía algún verso que otro. Pero en ese momento, al sentirme tan identificada con ella, supe que yo también tenía mucho que decir. Yo decidí seguir para adelante, y así fue cómo nació Por si me pierdo, un libro de poemas y fotos que vio la luz hace poquito tiempo. Así que sí, se podría decir que Patricia tuvo mucho que ver, ya que fue ella la que me enseñó que dos personas pueden estar unidas a través de un verso, aun no habiéndose visto en la vida.
Así que ya os imaginaréis mi reacción al enterarme de que ella, la mujer que me impulsó, sin querer, hacia mi sueño, había escrito otro libro. Sí, creo que hasta bailé. Esperé (im)pacientemente durante unos meses hasta que por fin lo tuve entre mis manos. Tu lado del sofá había llegado a mi vida para quedarse. Me prometí dosificarme, tomármelo con calma y no devorarlo de una sentada. Y, para sorpresa de todos, lo conseguí. Acabo de terminarlo ahora mismo y estoy por volver a releerlo, porque siento que me he perdido cosas y que, a pesar de mis esfuerzos por leerlo despacio, la velocidad se ha vuelto a apoderar de mí.
Tu lado del sofá es una despedida, o eso dice la autora. “Son los pedazos que no me atreví a rescatar de naufragio. Es un duelo a vida contra el espejo. Un sentirme nosotras”. Yo creo que es un canto a la reafirmación. Decir, de nuevo, “aquí estoy yo”. Es un abrirse en canal, otra vez, para dejar que la sangre fluya a través del bolígrafo. Es un camino acompañada, bien acompañada. Y un cerrar lo ojos para, simplemente, ser.
“De corteza insegura,
me creí débil, pequeña y reemplazable.
Por no pisar a nadie
nunca me atreví a bailar”.
Por eso me encanta la poesía, porque puedo encontrarme en algún verso sin buscarlo. Verse reflejado en las palabras de otras persona puede llegar a dar hasta miedo. Pero, en este caso, lo que me da es confianza. Me reconforta saber que no soy la única, que alguien más se ha sentido como yo, que alguien más ha pasado por lo mismo que yo.
“Descubrimos juntos
que saber cuándo parar
es ganar una batalla”.
Porque, aunque hay veces que el tren pasa solo una vez, hay que entender que, en ocasiones, la mejor respuesta es coger la maleta y salir por la puerta de la estación. Sin mirar atrás.
Tengo que decir, aunque me duele decirlo, que me gustó mucho más el otro libro de la autora. Quizás porque me encontré más a mí misma, porque me impactó y me hizo querer mucho más. Pero este es el problema de hacer un primer libro tan buenísimo como aquel, que después es muy complicado volver a hacerlo igual. Porque en aquel Primero de poeta, Patricia echó toda la carne al asador. Fue desgarrador leerlo y, me imagino, desgarrador escribirlo. Pero no quiero que me malinterpretéis, no estoy diciendo que el libro del que os estoy hablando hoy sea malo o algo por el estilo. Simplemente digo que el anterior era mejor para mi gusto.
Aun así, como ya dije al principio, estoy deseando volver a leerlo, más detenidamente y con calma. Y, por supuesto, espero con todas mis fuerzas que esto no sea de verdad una despedida. Porque creo que Patricia Benito tiene todavía muchísimo más que darnos. Espero que sea, al menos, un hasta luego.
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