Me encanta viajar, y como buena viajera suelo escoger libros que me hagan volar y transportarme a sitios con tan solo abrirlos. Ese fue el motivo por el que decidí leer Un mapa de sal y estrellas.
Lo primero que me llamó la atención de este libro fue el nombre de su autora: Jennifer Zeynab Joukhadar porque, aunque sea una pena, no es muy normal encontrar un nombre tan exótico entre las pilas de libros más vendidos. Me enteré entonces de que esta autora es de origen sirio y entonces supe que sus palabras tenían mucho que decirme.
Y sí, habéis acertado, la historia de este libro —en su mayoría— se desarrolla en Siria. Encontramos dos historias paralelas, donde dos jóvenes son las protagonistas, pero con un montón de años entre ellas dos. Por un lado, está Nour, una chica de origen sirio que ha nacido en Nueva York. Unos años más tarde su madre decide que es hora de volver a Siria para reencontrarse con su familia, pero lo que vive allí la marcará de por vida: una bomba destroza la ciudad en la que vive, y que le hace huir de allí en una larga caminata hasta llegar a Ceuta. Por otra parte encontramos a Rawiya, una joven siria que, ochocientos años antes, se tiene que disfrazar de chico para buscarse la vida y llevar algo a casa para comer ya que su madre ha enviudado. Así se convierte en la aprendiz de un cartógrafo que tendrá que viajar por Oriente Medio y África para vivir una infinidad de aventuras.
No suena mal, ¿verdad? Dos historias paralelas, con dos protagonistas que parecen estar más unidas de lo que ellas jamás habrían imaginado.
No os voy a engañar: este libro me ha fascinado. Me ha encantado poder viajar junto a Nour y Rawiya, conocer sus historias, sus desgracias, sus ilusiones… conocer algo que está a la orden del día pero de lo que no sabemos nada. Porque una cosa son los telediarios, los tuits, los estados de Facebook… y otra cosa es vivir en tus propias carnes el exilio, el tener que huir de tu cuidad porque te la han arrebatado a la fuerza. Tener que buscar un hogar lejos de lo que un día fue tu casa, tener que abandonarlo todo para encontrar, simplemente, un lugar donde volver a vivir. Y que encima, lo peor de todo, allá donde vas no te dejen entrar porque no eres bien recibido. Ese es otro cantar.
Sabía que la historia que me iba a encontrar dentro de estas páginas iba a ser dura, pero también sabía que iba a ser mágica. Que sus protagonistas me iban a enseñar un montón de cosas y que yo me iba a dejar hacer encantada. Y así ha ocurrido, Un mapa de sal y estrellas ha sido un viaje en muy buena compañía que me ha enseñado muchísimo más de lo que tenía penado antes de abrirlo.
En cuanto a la narración de Jennifer Zeynab Joukhadar, tengo que decir que me he encontrado con una prosa sencilla y directa que tiene una cosa muy especial: utiliza la sinestesia constantemente. Esa capacidad de trasmitir colores y olores, por ejemplo, a través de sonidos o momentos, hace que el lector se transporte de inmediato a los lugares que la autora describe. Es muy fácil perderse entre la cúrcuma y el resto de especias, o entre el cuero y la arena húmeda. Esa capacidad de transmitir tantas cosas con unas cuantas descripciones es algo que me ha cautivado y que me ha hecho que disfrutara todavía más este libro, ya que el viaje, de este modo, ha sido completo.
No me fallaba la intuición, sabía que este libro era para mí. Lo he disfrutado muchísimo y no solo por ser una lectura instructiva que me ha enseñado un montón de cosas que desconocía, sino porque me he encontrado una lectura diferente y que siempre me hará recomendarla.