“Se dio cuenta de que ya no le importaba que las historias perduraran. Que algunos las disfrutaban y otros no, pero que esa es la naturaleza de un relato. No todas las historias hablan a todos los públicos, pero todos los públicos pueden encontrar una historia que les hable, en algún sitio, alguna vez. De una forma u otra.”
No sabría deciros cuánto tiempo llevaba esperando un nuevo libro de Erin Morgenstern. Desde que leí su primera novela, El circo de la noche, me enamoré de su forma de narrar y de su historia, especialmente por la mágica y misteriosa atmósfera que crea alrededor de ella. Por ese motivo, creo que no va a ser tan fácil escribir esta reseña. Cuesta mucho más cuando un libro te transmite tanto, quizás porque siento que siempre falta algo por decir o que no está a la altura…
Y, en este caso, ha vuelto a crear una auténtica maravilla. Y prefiero no relevaros la sinopsis del libro: creo que es mejor entrar en él con los mínimos detalles. Y me gustaría empezar con estas tres palabras: llaves, puertas y libros. Porque en esta novela estos tres elementos son muy, muy importantes. La autora ha vuelto con una historia llena de magia y misterio, en el que nada es lo que parece y, a medida que vas leyendo, te das cuenta de que hay cada vez más preguntas sin responder. Los saltos al pasado, las historias paralelas y los capítulos en los que leemos fragmentos de otras historias abundan en la novela y nos permite conocer más sobre este “mar sin estrellas”, la sociedad secreta que lo protege (¿o lo destruye al mismo tiempo?) y los misterios que rodean a sus personajes.
Porque si por algo destaca esta autora, a mi parecer, es por crear personajes valientes, soñadores, sensibles y apasionados, que evolucionan a medida que avanza la historia. Personajes en apariencia sencillos, pero tan complejos cuando conocemos sus más profundos miedos y deseos que hace difícil pensar que se trate de una novela puramente juvenil, de fantasía y aventuras. Porque Un mar sin estrellas es mucho más que eso. Creo que es de estos libros que van más allá de su trama y que leerías y leerías una y otra vez. Es una historia dentro de otra, hasta formar un baúl repleto de historias sobre el verdadero poder que estas tienen en nuestra vida. Sobre cómo los seres humanos valoramos formar parte de una historia y trascender. Ser recordados. Y soñar sin fronteras ni límites. Esto solo ocurre en los libros, ¿verdad? Creo que esta es la huella que realmente deja esta novela cuando la terminas. Y su auténtica magia, puesto que es una novela con una sensibilidad especial:
“Una vez, hace mucho tiempo, el Tiempo se enamoró del Destino. Esto, como imaginarás, suscitaba problemas. Su romance alteró el flujo del tiempo. Enredó las cuerdas del destino, convirtiéndolas en nudos. Las estrellas observaban desde el cielo, inquietas, preocupadas por el desenlace de la historia. ¿Qué les ocurriría a los días y las noches si acaso el Tiempo sufriera de un corazón roto? ¿Qué catástrofes podrían resultar si idéntico destino aguardaba al Destino mismo? (…)”
Y tal y como el Tiempo se enamoró del Destino, yo me he enamorado de nuevo de Erin Morgenstern con esta historia (dentro de muchas más). Como podéis ver en su forma de escribir, es una autora que describe al detalle, que sabe transmitir cada emoción deleitándose en ella y con un estilo original y único que hacen que sea imposible dejar de leer. A pesar de que la he encontrado, en ocasiones, algo lenta en cuanto al avance de la historia, esto permite disfrutar de cada parte por separado y, a la vez, valorando el conjunto. Y esto no hace que el ritmo se pierda, sino todo lo contrario. Si tuviera que quedarme con una de sus dos novelas, sería demasiado difícil elegir (o imposible). Lo que tengo claro es que ahora necesito releer El circo de la noche y que esperaré con ansias su próxima novela.