Reseña de la novela gráfica “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley
Un mundo feliz de Aldous Huxley ha sido siempre una de mis lecturas por acabar, siempre me atascaba en alguno de sus capítulos, en alguna de sus explicaciones científicas. Pero ahora ya, por fin, he podido terminar la historia, y todo gracias a Planeta Cómic y la adaptación realizada por Fred Fordham.
Lo que antes eran páginas y páginas de una interminable explicación más propia de una aburrida clase de instituto a las 8.30 de la mañana, en esta edición se convierte en un mundo de colores alegres que resume en pocas palabras lo que está pasando y me facilita entenderlo todo sin necesidad de saber de matemáticas aplicadas o de física cuántica.
Lo sé, estoy siendo muy exagerada con la obra original de Huxley, pero es que ha sido tan grato leer este cómic y entender la historia a través de las imágenes, que mi emoción puede resultar exasperante.
Lo primero que golpea nuestro cerebro es la colorida portada con estos tonos pastel típicos del manga japones para chicas…y es fantástica, porque es un fiel reflejo de este mundo atiborrado de felicidad, drogado, irreal.
Son tantas las cosas que funcionan mal en él que daría para otro libro, pero ahí sigue, ahí perdura, no hay quien lo haga caer.
Me gustan las historias como Un mundo feliz, en las que el ser humano cree haber logrado la perfección como especie, pero que en realidad es sólo el intento de unos pocos por ser inmortales y vivir del cuento. Me encanta cuando en ellas surge un algo inesperado que intenta desbaratarlo todo. Aquí ese algo es un “salvaje”, alguien que vive fuera del sistema (es curioso como en la literatura los líderes son siempre antisistema y en vida real éstos están muy mal vistos) y que muestra otra realidad o, más bien, muestra la realidad escondida, la que no quieren mostrar al mundo aquellos que lo gobiernan.
A media que avanzas en Un mundo feliz te das cuenta de lo podrida que está esa sociedad perfecta donde todo, absolutamente todo, está controlado y funciona al milímetro. Pero cuando introduces en él a un individuo inesperado, a alguien que piensa por sí mismo, todo corre peligro y comienza la caza.
El final de Un mundo feliz es uno de esos que se intentan olvidar, no creo que haya muchos lectores dispuestos a admitir que hubiesen preferido otro, pero, es la gracia de esta historia, que después de décadas de vida, sigue impactando y haciéndonos pensar en si estamos encaminándonos a una sociedad plastificada y surrealista como esta.
La edición de Planeta Cómic es una auténtica obra de arte, los tonos alegres y desenfadados contrastan a la perfección con las miradas ausentes y las lascivas.
Aquí hay mucho vicio suelto y puede que por eso funcione la sociedad, porque está desinhibida y se cree libre, es peligrosa y hará lo que sea por mantener esa sensación de libertad…
Lo más curioso es que si en otras novelas distópicas la ausencia de niños es un problema grave para la sociedad, en esta es un avance, no molestan, no interrumpen la vida diaria. Es una sociedad no social que no puede ser derruida por un cualquiera. Hay que protegerla.
Un mundo feliz de Aldous Huxley es y será siempre una novela para tener en cuenta en cualquier etapa de nuestras vidas y con esta edición en novela gráfica se presenta una buena oportunidad para que adquiera nuevos lectores de todas las edades.
Un gran libro. La primera vez que lo leí recuerdo que fue para la asignatura de ética. Recuerdo que hice una comparativa entre este libro y las Crónicas marcianas de Bradbury.
Muy buena comparación y muy buena lectura estudiantil, bravo por quien lo recomendara. Gracias por comentar