Reseña del libro “Un zoo en el fin del mundo”, de Ma Boyong
Érase una vez un misionero estadounidense que queriendo ir a China desde que de niño leyó las aventuras de Marco Polo, pudo lograr su sueño cuando lo invitaron a predicar allí la palabra de Dios. Lo que nunca imaginó es que lo haría acompañado de un léon, una elefanta, dos cebras, cinco babuinos, una pitón y un periquito, así podemos resumir brevemente el argumento de Un zoo en el fin del mundo (Ediciones Destino, 2022).
Tal y como dice Ma Boyong al principio de la novela, puede que pienses que a simple vista se trata de un cuento para niños pero se acerca más a una leyenda y como tal, jamás sabremos cuánto de verdad hay en ella. Lo que sí podemos afirmar es que Un zoo en el fin del mundo es una delicada aventura llena de peligros que va a hacer que tu amor por los animales crezca, florezca y perdure para siempre.
“Veamos de una vez, ¿va a Chifeng a predicar para construir un zoológico o construye un zoológico para ir a Chifeng a predicar?”
Esta es la gran pregunta que más de uno plantea al Reverendo Calloway y que él mismo se hace en varias ocasiones, porque quiere ir a China a evangelizar, pero por el camino sigue los designios de su Dios y hace caso de sus señales y cuando tiene ante sus ojos un anuncio de periódico donde venden los animales de un Zoo que puso en marcha la gran y añorada Emperatriz viuda, no lo piensa y va a conocerlos. Ve en ellos la posibilidad de acercarse al pueblo y hacerles llegar la palabra.
Es aquí donde Ma Boyong crea en Un zoo en el fin del mundo a unos personajes inesperados, que sienten y padecen como el que más: los animales. La elefanta Wanfu y el león Huben comparten protagonismo con Calloway, podemos leer sus pensamientos y conocer su soledad en el zoo, su miedo a emprender una travesía hacia lo desconocido o de forma muy divertida, por qué a un león no le apetece escapar para ser libre y elige quedarse en una jaula.
El momento en que Calloway y la elefanta se conocen es uno de los pasajes más bellos que he leído en mucho tiempo en una novela. Hay comprensión y reconocimiento entre dos seres a los que les resulta imposible comunicarse en el mismo lenguaje, pero que de algún modo lo consiguen. Y nosotros somos testigos de ello. Tuve miedo a romperlo, miedo de que pensaran que les espiaba y que me obligaran a mirar para otro lado. Afortunadamente Wanfu me dejó estar junto a ellos y pude seguir su trayectoria. Ella es capaz de reconocer a quienes andamos por esta senda de la vida con respeto hacia el prójimo.
Al igual que el encargado de conducir la caravana de animales y humanos, me he dejado llevar por todas las creencias que en él habitan y me he encomendado al Dios de La Biblia, a los ancestros protectores de los viajeros y a los ídolos de la chamana; he bailado sus cantos de agradecimiento y he llorado cuando me ha sido necesario sanarme con lágrimas.
Lo místico o lo religioso (como queráis llamarlo), está presente. Estaban destinados a encontrarse y a realizar ese viaje juntos. Si al llegar logran su objetivo es lo de menos, lo bonito será la travesía.
Pero por el camino hacia Chifeng van a encontrar muchos obstáculos, entre ellos a los miembros del Jindandao, un grupo muy peligroso que no tiene en muy alta estima nada de lo que provenga de occidente, nada de lo que se salga de lo tradicional y en definitiva nada que vaya en contra de sus propios intereses o su idea de lo que debe ser el mundo.
En algún momento me ha resultado repetitivo y me ha producido esa sensación de irrealidad que me decía que no era posible que a las mismas personas (y animales) les pasaran tantas situaciones de peligro y tantos milagros a la vez… pero ha durado poco. Era mi cerebro intentando hacerme entrar en razón, pero aquí la dama no tiene cabida, porque como dije al principio (uniéndome a lo explicado por el autor en la novela), esta lectura no trata de realidades, sino de sueños, de aventura, de ilusión, de creer, de fe, de magia, de mística chamana, es un cuento de amor por los animales y la creencia de que también tienen alma, sienten y padecen.
Un zoo en el fin del mundo de Ediciones Destino, es una llamado a la solidaridad, al entendimiento entre razas, entre especies, entre religiones. Es un aviso de llegada, un qué bonito sería si fuéramos capaces de lograr algo tan bonito. Dicen que aún se habla de ellos y de lo que lograron, de lo que vivieron y es por esa razón, que esta historia, la del reverendo Calloway debería ser conocida por todos. Es un bonito cuento que yo personalmente quiero creer que fue realidad.