Esta es la primera reseña que escribo en casi dos meses. Desde que empecé a colaborar con Libros y Literatura he escrito un número bastante alto de reseñas por mes. Sin embargo, desde que empezó esta dichosa pandemia y nos vimos confinados en nuestras casas, mi mente lectora se apagó por completo. De hecho, lo único que he podido escribir para esta página durante este tiempo fue una entrada en la que os hablaba Sobre el bloqueo lector. Para mí, acostumbrada a leer tantísimo, ha sido una auténtica putada (perdón por el exabrupto) el no poder concentrarme ni aprovechar este tiempo en casa para dedicarme a uno de mis mayores placeres. Sin embargo, he aprendido que es bueno escucharse a uno mismo y seguir el ritmo que el cuerpo nos pide, así que me he dejado llevar.
Justo antes del confinamiento yo estaba leyendo este librito del maravilloso Zweig. Me quedaba un relato para terminarlo, pero cuando intenté volver a él, me vi releyendo el mismo relato que ya había leído unos días atrás sin apenas darme cuenta. Efectivamente, mi cabeza no estaba para estos menesteres, así que dejé el libro aparcado para cuando pudiera retomarlo. Afortunadamente, desde hace unos días me siento con más ganas para leer y, aunque mi concentración y dedicación no es la de siempre, poco a poco va volviendo. Retomé entonces Una boda en Lyon, porque Zweig es mucho Zweig y tenía ganas de volver a su lectura.
Una boda en Lyon, con traducción de Berta Vias Mahou, es un pequeño librito de apenas 70 páginas compuesto por cuatro relatos del genio austriaco. La escritura de Zweig me gusta muchísimo y siempre disfruto sus libros. He leído bastante de él y sobre él y aquí he escrito un par de reseñas: Miedo y Stefan Zweig, la tinta violeta.
Tengo que confesar, antes de nada, que hablar sobre libros de relatos siempre se me ha dado fatal. No sé cómo abordarlo. ¿Os hablo sobre cada uno de ellos?, ¿busco el nexo común y los intento descifrar? No lo sé, como os digo, siempre he tenido problemas a la hora de reseñar relatos. Supongo que lo más sencillo aquí se resumen en dos palabras: Stefan Zweig. Este autor siempre merece la pena. Sus historias, su forma de describir, la caracterización de los personajes, los ambientes… todo es una absoluta maravilla en palabras de Zweig.
Creo que esto debería bastar para convenceros de que hay que leer Una boda en Lyon y de que, si no conocéis a este autor, sus relatos es una forma maravillosa de acercase a él. ¿Mi preferido de este libro? Sin duda el primero, el que abre el libro y le da el título, pero como os decía, leer a Zweig es siempre una experiencia que merece la pena.